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Red-acción
II Época / Nº20
Junio
2007
ENTREVISTAS / PREGUNTAS Y RESPUESTAS

La arquitectura humana

Por Álvaro Sánchez y Javier Murillo, alumnos de Bachillerato del colegio La Paz de Torrelavega.

Alberto García Ahijado forma ya parte de la leyenda de La Paz. Ávido de saber, de conocer, de experimentar y ayudar, se ha convertido con el paso del tiempo en un profesional reconocido, respetado y aún en pleno crecimiento. Arquitecto, especialista y volcado en la defensa del patrimonio y el urbanismo racional, es al mismo tiempo licenciado en Historia del Arte y doctor en Geografía y Urbanismo. Un renacentista que sigue buscando su frontera personal.

Alberto García Ahijado con nuestros reporteros.

 

Pregunta.- ¿Quién es Alberto García Ahijado?
Respuesta.- Soy una persona que simplemente busca la felicidad, y hacer feliz a los demás en la medida de lo posible.

P.- ¿Cuándo le regalaron su primer mecano?
R.-
Nunca me regalaron mi primer mecano, yo era de tente, una especie de Lego, pero mucho mejor. Tenía una gran variedad de cosas y mi armario estaba lleno de cajas hasta que fui mayor. Mi primer Tente lo tuve con tres años, me lo regalaron mis padres, pero no sabían donde se metían.

P.- ¿Si cierras los ojos, cuál es la primera imagen de niñez que sobreviene?
R.-
Tengo muchas imágenes de la infancia, pero puede destacar una sobre las demás. Es mi imagen, con cuatro años, en las atracciones que se instalaban en Torrelavega con motivo de las fiestas patronales.

P.- Un día decides dejar tu entorno natural, marcharte de tu ciudad y comenzar una vida nueva en la universidad, ¿qué se siente?
R.-
Yo particularmente sentí muchísima responsabilidad, porque en mi casa estaban haciendo un esfuerzo para que yo estuviera fuera y estaba en la duda de si iba a dar de sí lo suficiente para amortizar el dinero que se estaban gastando en mí. Pero en mi caso esa responsabilidad y esa experiencia fue positiva, aprendí un montón y me abrí camino.

P.- ¿Qué ganaste como persona en ese viaje?
R.-
Pues muchísimas cosas, sobre todo tengo la suerte de haber tenido un entorno familiar y social muy bueno, con lo cual gané mucho desde mi infancia, pero fuera ganas un montón. Yo creo que valoras las cosas en función del valor real que tienen. Aprendes a valorar a la gente, aprendes mil cosas, pero sobre todo lo que me traje conmigo fue el amor de mi vida, que estudió conmigo y era de Valladolid.

P.- ¿Qué debe tener en el alma y en la cabeza un arquitecto para merecer ese nombre?
R.-
Yo creo que lo que tiene que tener en la cabeza es el sentido de la proporción, en eso si hablamos de una cuestión real, el cuerpo técnico que tiene que resolver una faceta fundamental de la vida de los hombres. Y no han variado mucho las cosas desde los tiempos de Grecia, lo que llamaban ellos simetría. Tienes que tener claros las proporciones tanto por dentro como por fuera, tu vivienda tiene que estar proporcionada con tu vida. Y en el alma yo creo que volvería a repetir la palabra responsabilidad. Hay mucha gente en el mundo de la construcción que no es consciente de la responsabilidad que toman. Hay que ser responsable con el cliente o contra el cliente y con el promotor o contra el promotor si es necesario.

P.- Has tenido la oportunidad de vivir la experiencia de continuar estudios en Milán, ¿cómo influyó esa experiencia en tu vida?
R.-
De la misma manera que sales de casa. Para mis compañeros era una cosa distinta porque ellos eran de Valladolid, y en realidad ellos nunca habían salido de casa. Salí de aquí a estudiar fuera, con la intención de seguir trabajando sobre esa base y de una forma ampliarla con gente de otras culturas, modos de hablar, en definitiva distintas culturas. Según yo lo veo es como irse de casa pero a lo bestia, ves mil millones de formas distintas de entender las cosas.

P.- La creación del espacio europeo servirá para estimular a la universidad española o para llevarla a la segunda división.
R.-
La respuesta es que no servirá para mejorarla, pero tampoco servirá para llevarla a la segunda división. Lo que va a hacer el espacio europeo es lo mismo que se intenta hacer en todos los órdenes de la vida desde que yo tengo uso de razón, iguarlos por abajo. Si permitimos que en una carrera dejando ocho puedas pasar al siguiente curso y al año siguiente otra vez igual, estamos favoreciendo a los incompetentes. Las carreras malas españolas no van a empeorar pero las buenas bajarán su nivel. Con el plan del 75 la universidad española bajó el nivel y con el del 94 tuvo otro bajón. El sistema europeo y americano es de carrera de arquitectura corta y especializada. Aquí es más dura y más larga, pero el arquitecto está formado globalmente, domina todas las artes de la construcción. Ese enfoque global es el que vamos a perder.

Alberto García Ahijado en el colegio La Paz.

P.- También tienes una segunda carrera, ¿por qué ésa y no otra?
R.-
Cuando me preguntan por mi carrera digo que es de letras. Pero lo importante de estudiar es estructurar el conocimiento y crear las bases de un pensamiento racional, lo que se llama tener "la cabeza amueblada". A eso es muy difícil que te enseñen, tienes que tener un mínimo punto de sensibilidad para ir captando luego lo que vayas encontrando. Pero la carrera de Historia del Arte ayuda a poder expandir tu cabeza.

P.- ¿Cómo marcó eso tu trabajo posterior?
R.-
El trabajo posterior se marca desde el primer momento en que tomas la decisión de ser arquitecto, y sobre todo intentas ser honrado con lo que haces, intentas no pensar que eres más o menos que otros compañeros, o que haces el trabajo mejor o peor. La carrera de Historia te proporciona sensibilidad, y la sensibilidad te obliga a tener mucho miedo, a intentar ser humilde honrado y responsable. Un arquitecto de notable desprestigio se ha atrevido a escribir en un periódico un artículo acerca del patrimonio, y no hay más que ver su carrera para ver lo que ha hecho por el patrimonio, nada.

P.- ¿La arquitectura es una ciencia o una manifestación del humanismo?
R.-
La arquitectura es una ciencia puesto que tiene que utilizar baremos técnicos para hacer su trabajo, sin embargo lo que distingue a la arquitectura de otras disciplinas técnicas es esa valía humanística.

P.- Entonces, ¿por qué en su mundo hay tanta gente sin alma?
R.-
Porque por suerte o por desgracia lo que mueve a la gente en general, a lo largo de la historia, es el poder y el dinero. Es que el producto que producen los arquitectos no es el producto que producen los pasteleros, donde hay riesgo de que las cosas se desvíen, normalmente se desvían más al tener más precio. La carrera tiene muchas facetas y una de ellas es ganar mucho dinero, perdiendo en muchos casos la dignidad o la responsabilidad.

P.- Joven, licenciado, lleno de sueños, ¿cuántos obstáculos tuviste que saltar en tus comienzos?
R.-
Yo personalmente ninguno o muy pocos. Tuve la suerte de antes de acabar la carrera estar trabajando con gente con la que me apetecía trabajar, para poder aprender, y no creo que haya tenido que saltar muchos obstáculos.

P.- ¿Cuándo descubriste que el mercado no desea soñadores?
R.-
Pues yo todavía no lo he descubierto, tengo la suerte de ser una persona que creo que tiene capacidad de transmitir las cosas; de momento con todos los promotores con los que he tenido la suerte de trabajar, tanto públicos como privados, he tenido una relación suficientemente fluida como para poder construir sueños, al menos algunos pocos.

P.- ¿Qué resulta más difícil de manejar, el lápiz de dibujo o el tenedor en las comidas de trabajo?
R.-
Indudablemente el tenedor en las comidas de trabajo, el lápiz de dibujo es un juego de niños comparado con el tenedor. Es una profesión muy compleja. Construir edificios es la parte técnica, pero no sólo es eso.

P.- ¿Cuántas puertas cierra tu edad?
R.-
Ninguna, a mí no me ha cerrado ninguna, ni ahora ni hace siete u ocho años, todo lo contrario, se valora la apertura de miras de la gente joven, porque estamos en un momento en el que viene bien ser joven porque somos más flexibles a la demanda de la sociedad.

Alberto García Ahijado.

P.- ¿Para quién construyen los arquitectos, para las personas o para ellos?
R.-
¿Es la teoría o la práctica lo que me preguntas?. Yo creo que el arquitecto siempre construye para las personas, pero siempre hay un porcentaje mínimo de arquitectos sensibles y responsables. Intentas reflejar cuestiones que igual no pasan por la cabeza del cliente, pero tú consideras buenas y que le pueden ayudar.

P.- ¿Es razonable que todo el diseño del territorio y la arquitectura cotidiana esté en manos de quienes no tienen ningún criterio ni formación?
R.-
Yo no sé si está en manos de quien no tiene criterio o no tiene formación, yo creo que es más cierto lo segundo que lo primero, que las decisiones que se toman las toma gente sin ninguna formación. No estoy de acuerdo con lo de que no tengan criterio, pero efectivamente el en quien se deposita el poder de decidir en estos temas es un problema muy gordo.

P.- ¿Para los promotores qué es más caro, construir casas o conciencias?
R.-
Los promotores hasta donde yo conozco construyen productos inmobiliarios con más o menos dignidad para ganar dinero, no hay promotores que busquen algo más.

P.- ¿Por qué hay tanta uniformidad en la arquitectura actual?
R.-
No sé si hay tanta uniformidad en la arquitectura actual. Quizás la pregunta sea, ¿por qué hay tanta mediocridad en la arquitectura actual uniformemente repartida? Yo creo que es una cuestión de falta de perspectiva, falta dignidad, de responsabilidad. El problema es que el mercado inmobiliario no está en manos del arquitecto, ni está en manos de la persona que va a vivir en la vivienda, está en manos de los promotores.

P.- Para los griegos la creación era sagrada, ¿alguna vez ha deseado echar a los mercaderes del templo?
R.-
Por supuesto, la cuestión es que también hay que entender que la creación no es algo divino, yo creo que la cuestión no es tanto de divinidad sino de la famosa frase "hay que tener un 99% de expiración y un 1% de inspiración".
No es tanto echar a los mercaderes del templo sino que los mercaderes sepan lo que están vendiendo, de manera consciente y responsable. La arquitectura no es una creación sagrada, lo que es sagrada es la responsabilidad que tienen los creadores para con quienes los van a evitar. No hay un contacto directo entre el promotor y el vividor.

P.- Cuando se termina una obra, ¿qué se siente al compartir una idea con el público?
R.-
Se siente muchísima emoción porque tenemos la suerte, digo tenemos porque soy el representante de un grupo de gente, de que siempre afrontamos los trabajos con muchísima responsabilidad, con idea de decir "vamos a intentar llegar a la mejor solución posible", porque para todos los problemas hay muchas soluciones y hay que elegir la mejor. Yo vivo de las ilusiones que consigo crear, más que del dinero.

P.- ¿Se ha sentido alguna vez como Manolo García, creando "pájaros de barro"?
R.-
Sí, casi todos los días. Lo que pasa es que la mayor parte de las veces somos capaces de darle un soplo de vida al pájaro de barro, y conseguimos que vuele, pero hay otras veces que no, que hacemos un pájaro de barro, luego otro, luego otro, y al final acabamos haciendo un ratoncito, pero intentamos que ese ratoncito por lo menos sonría.

P.- ¿Cuál es su sueño?
R.-
Mi sueño es poder seguir acostándome tranquilo por las noches, satisfecho del trabajo que he hecho a lo largo del día, sin tener remordimientos de conciencia ni tampoco hacer cosas en contra de mis pensamientos. Y mi ilusión es poder seguir compartiendo mi vida con la mujer a la que quiero.

 


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