Alberto
García Ahijado forma ya parte de la leyenda
de La Paz. Ávido de saber, de conocer, de experimentar
y ayudar, se ha convertido con el paso del tiempo
en un profesional reconocido, respetado y aún
en pleno crecimiento. Arquitecto, especialista y volcado
en la defensa del patrimonio y el urbanismo racional,
es al mismo tiempo licenciado en Historia del Arte
y doctor en Geografía y Urbanismo. Un renacentista
que sigue buscando su frontera personal.
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Alberto García
Ahijado con nuestros reporteros. |
Pregunta.- ¿Quién
es Alberto García Ahijado?
Respuesta.- Soy una persona que simplemente
busca la felicidad, y hacer feliz a los demás
en la medida de lo posible.
P.- ¿Cuándo
le regalaron su primer mecano?
R.- Nunca me regalaron mi primer mecano,
yo era de tente, una especie de Lego, pero mucho mejor.
Tenía una gran variedad de cosas y mi armario
estaba lleno de cajas hasta que fui mayor. Mi primer
Tente lo tuve con tres años, me lo regalaron
mis padres, pero no sabían donde se metían.
P.- ¿Si cierras
los ojos, cuál es la primera imagen de niñez
que sobreviene?
R.- Tengo muchas imágenes de la infancia,
pero puede destacar una sobre las demás. Es
mi imagen, con cuatro años, en las atracciones
que se instalaban en Torrelavega con motivo de las
fiestas patronales.
P.- Un día
decides dejar tu entorno natural, marcharte de tu
ciudad y comenzar una vida nueva en la universidad,
¿qué se siente?
R.- Yo particularmente sentí muchísima
responsabilidad, porque en mi casa estaban haciendo
un esfuerzo para que yo estuviera fuera y estaba en
la duda de si iba a dar de sí lo suficiente
para amortizar el dinero que se estaban gastando en
mí. Pero en mi caso esa responsabilidad y esa
experiencia fue positiva, aprendí un montón
y me abrí camino.
P.- ¿Qué
ganaste como persona en ese viaje?
R.- Pues muchísimas cosas, sobre todo
tengo la suerte de haber tenido un entorno familiar
y social muy bueno, con lo cual gané mucho
desde mi infancia, pero fuera ganas un montón.
Yo creo que valoras las cosas en función del
valor real que tienen. Aprendes a valorar a la gente,
aprendes mil cosas, pero sobre todo lo que me traje
conmigo fue el amor de mi vida, que estudió
conmigo y era de Valladolid.
P.- ¿Qué
debe tener en el alma y en la cabeza un arquitecto
para merecer ese nombre?
R.- Yo creo que lo que tiene que tener en
la cabeza es el sentido de la proporción, en
eso si hablamos de una cuestión real, el cuerpo
técnico que tiene que resolver una faceta fundamental
de la vida de los hombres. Y no han variado mucho
las cosas desde los tiempos de Grecia, lo que llamaban
ellos simetría. Tienes que tener claros las
proporciones tanto por dentro como por fuera, tu vivienda
tiene que estar proporcionada con tu vida. Y en el
alma yo creo que volvería a repetir la palabra
responsabilidad. Hay mucha gente en el mundo de la
construcción que no es consciente de la responsabilidad
que toman. Hay que ser responsable con el cliente
o contra el cliente y con el promotor o contra el
promotor si es necesario.
P.- Has tenido la
oportunidad de vivir la experiencia de continuar estudios
en Milán, ¿cómo influyó
esa experiencia en tu vida?
R.- De la misma manera que sales de casa.
Para mis compañeros era una cosa distinta porque
ellos eran de Valladolid, y en realidad ellos nunca
habían salido de casa. Salí de aquí
a estudiar fuera, con la intención de seguir
trabajando sobre esa base y de una forma ampliarla
con gente de otras culturas, modos de hablar, en definitiva
distintas culturas. Según yo lo veo es como
irse de casa pero a lo bestia, ves mil millones de
formas distintas de entender las cosas.
P.- La creación
del espacio europeo servirá para estimular
a la universidad española o para llevarla a
la segunda división.
R.- La respuesta es que no servirá
para mejorarla, pero tampoco servirá para llevarla
a la segunda división. Lo que va a hacer el
espacio europeo es lo mismo que se intenta hacer en
todos los órdenes de la vida desde que yo tengo
uso de razón, iguarlos por abajo. Si permitimos
que en una carrera dejando ocho puedas pasar al siguiente
curso y al año siguiente otra vez igual, estamos
favoreciendo a los incompetentes. Las carreras malas
españolas no van a empeorar pero las buenas
bajarán su nivel. Con el plan del 75 la universidad
española bajó el nivel y con el del
94 tuvo otro bajón. El sistema europeo y americano
es de carrera de arquitectura corta y especializada.
Aquí es más dura y más larga,
pero el arquitecto está formado globalmente,
domina todas las artes de la construcción.
Ese enfoque global es el que vamos a perder.
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Alberto García
Ahijado en el colegio La Paz. |
P.- También
tienes una segunda carrera, ¿por qué
ésa y no otra?
R.- Cuando me preguntan por mi carrera digo
que es de letras. Pero lo importante de estudiar es
estructurar el conocimiento y crear las bases de un
pensamiento racional, lo que se llama tener "la
cabeza amueblada". A eso es muy difícil
que te enseñen, tienes que tener un mínimo
punto de sensibilidad para ir captando luego lo que
vayas encontrando. Pero la carrera de Historia del
Arte ayuda a poder expandir tu cabeza.
P.- ¿Cómo
marcó eso tu trabajo posterior?
R.- El trabajo posterior se marca desde el
primer momento en que tomas la decisión de
ser arquitecto, y sobre todo intentas ser honrado
con lo que haces, intentas no pensar que eres más
o menos que otros compañeros, o que haces el
trabajo mejor o peor. La carrera de Historia te proporciona
sensibilidad, y la sensibilidad te obliga a tener
mucho miedo, a intentar ser humilde honrado y responsable.
Un arquitecto de notable desprestigio se ha atrevido
a escribir en un periódico un artículo
acerca del patrimonio, y no hay más que ver
su carrera para ver lo que ha hecho por el patrimonio,
nada.
P.- ¿La arquitectura
es una ciencia o una manifestación del humanismo?
R.- La arquitectura es una ciencia puesto
que tiene que utilizar baremos técnicos para
hacer su trabajo, sin embargo lo que distingue a la
arquitectura de otras disciplinas técnicas
es esa valía humanística.
P.- Entonces, ¿por
qué en su mundo hay tanta gente sin alma?
R.- Porque por suerte o por desgracia lo
que mueve a la gente en general, a lo largo de la
historia, es el poder y el dinero. Es que el producto
que producen los arquitectos no es el producto que
producen los pasteleros, donde hay riesgo de que las
cosas se desvíen, normalmente se desvían
más al tener más precio. La carrera
tiene muchas facetas y una de ellas es ganar mucho
dinero, perdiendo en muchos casos la dignidad o la
responsabilidad.
P.- Joven, licenciado,
lleno de sueños, ¿cuántos obstáculos
tuviste que saltar en tus comienzos?
R.- Yo personalmente ninguno o muy pocos.
Tuve la suerte de antes de acabar la carrera estar
trabajando con gente con la que me apetecía
trabajar, para poder aprender, y no creo que haya
tenido que saltar muchos obstáculos.
P.- ¿Cuándo
descubriste que el mercado no desea soñadores?
R.- Pues yo todavía no lo he descubierto,
tengo la suerte de ser una persona que creo que tiene
capacidad de transmitir las cosas; de momento con
todos los promotores con los que he tenido la suerte
de trabajar, tanto públicos como privados,
he tenido una relación suficientemente fluida
como para poder construir sueños, al menos
algunos pocos.
P.- ¿Qué
resulta más difícil de manejar, el lápiz
de dibujo o el tenedor en las comidas de trabajo?
R.- Indudablemente el tenedor en las comidas
de trabajo, el lápiz de dibujo es un juego
de niños comparado con el tenedor. Es una profesión
muy compleja. Construir edificios es la parte técnica,
pero no sólo es eso.
P.- ¿Cuántas
puertas cierra tu edad?
R.- Ninguna, a mí no me ha cerrado
ninguna, ni ahora ni hace siete u ocho años,
todo lo contrario, se valora la apertura de miras
de la gente joven, porque estamos en un momento en
el que viene bien ser joven porque somos más
flexibles a la demanda de la sociedad.
P.- ¿Para
quién construyen los arquitectos, para las
personas o para ellos?
R.- ¿Es la teoría o la práctica
lo que me preguntas?. Yo creo que el arquitecto siempre
construye para las personas, pero siempre hay un porcentaje
mínimo de arquitectos sensibles y responsables.
Intentas reflejar cuestiones que igual no pasan por
la cabeza del cliente, pero tú consideras buenas
y que le pueden ayudar.
P.- ¿Es razonable
que todo el diseño del territorio y la arquitectura
cotidiana esté en manos de quienes no tienen
ningún criterio ni formación?
R.- Yo no sé si está en manos
de quien no tiene criterio o no tiene formación,
yo creo que es más cierto lo segundo que lo
primero, que las decisiones que se toman las toma
gente sin ninguna formación. No estoy de acuerdo
con lo de que no tengan criterio, pero efectivamente
el en quien se deposita el poder de decidir en estos
temas es un problema muy gordo.
P.- ¿Para
los promotores qué es más caro, construir
casas o conciencias?
R.- Los promotores hasta donde yo conozco
construyen productos inmobiliarios con más
o menos dignidad para ganar dinero, no hay promotores
que busquen algo más.
P.- ¿Por
qué hay tanta uniformidad en la arquitectura
actual?
R.- No sé si hay tanta uniformidad
en la arquitectura actual. Quizás la pregunta
sea, ¿por qué hay tanta mediocridad
en la arquitectura actual uniformemente repartida?
Yo creo que es una cuestión de falta de perspectiva,
falta dignidad, de responsabilidad. El problema es
que el mercado inmobiliario no está en manos
del arquitecto, ni está en manos de la persona
que va a vivir en la vivienda, está en manos
de los promotores.
P.- Para los griegos
la creación era sagrada, ¿alguna vez
ha deseado echar a los mercaderes del templo?
R.- Por supuesto, la cuestión es que
también hay que entender que la creación
no es algo divino, yo creo que la cuestión
no es tanto de divinidad sino de la famosa frase "hay
que tener un 99% de expiración y un 1% de inspiración".
No es tanto echar a los mercaderes del templo sino
que los mercaderes sepan lo que están vendiendo,
de manera consciente y responsable. La arquitectura
no es una creación sagrada, lo que es sagrada
es la responsabilidad que tienen los creadores para
con quienes los van a evitar. No hay un contacto directo
entre el promotor y el vividor.
P.- Cuando se termina
una obra, ¿qué se siente al compartir
una idea con el público?
R.- Se siente muchísima emoción
porque tenemos la suerte, digo tenemos porque soy
el representante de un grupo de gente, de que siempre
afrontamos los trabajos con muchísima responsabilidad,
con idea de decir "vamos a intentar llegar a
la mejor solución posible", porque para
todos los problemas hay muchas soluciones y hay que
elegir la mejor. Yo vivo de las ilusiones que consigo
crear, más que del dinero.
P.- ¿Se ha
sentido alguna vez como Manolo García, creando
"pájaros de barro"?
R.- Sí, casi todos los días.
Lo que pasa es que la mayor parte de las veces somos
capaces de darle un soplo de vida al pájaro
de barro, y conseguimos que vuele, pero hay otras
veces que no, que hacemos un pájaro de barro,
luego otro, luego otro, y al final acabamos haciendo
un ratoncito, pero intentamos que ese ratoncito por
lo menos sonría.
P.- ¿Cuál
es su sueño?
R.- Mi sueño es poder seguir acostándome
tranquilo por las noches, satisfecho del trabajo que
he hecho a lo largo del día, sin tener remordimientos
de conciencia ni tampoco hacer cosas en contra de
mis pensamientos. Y mi ilusión es poder seguir
compartiendo mi vida con la mujer a la que quiero.
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