Un día
me desperté y estaba cansado del mundo. Decidí
irme a vivir nuevas experiencias. Cogí todo
el dinero que tenía, algo de comida y ropa
y me fui al puerto. Allí encontré a
un señor que me vendió su barco. Se
llamaba Cocodrilo, no el señor sino el barco.
Me subí en él y puse rumbo a cualquier
parte.
Pasadas unas horas empecé a tener hambre, y
la comida que había cogido de casa se me quedó
en el puerto, junto con la ropa. Fui a la bodega a
ver si encontraba algo y allí hallé
una caña de pescar, una cuerda, un cuaderno
y una brújula. Además, en una esquina,
encontré una especie de mapa, o lo que quedaba
de él, pero era lo suficiente para ver que
se trataba de una ruta, que curiosamente comenzaba
desde el puerto del que yo había partido y
finalizaba en una isla, cercana al Caribe, pero que
nunca antes había visto en los mapas de la
Tierra, así que decidí ir en su búsqueda.
Con ayuda de la brújula, y guiándome
del mapa, puse rumbo en dirección OSO.
Según mis cálculos, tardaría
aproximadamente dos semanas, pero el tiempo no me
suponía ningún problema, pues no tenía
ninguna prisa en llegar a mi objetivo, si es que acaso
existía.
Para matar las horas, me dedicaba a pescar a fin
de conseguir algo con lo que alimentarme, aunque era
algo increíblemente difícil sin cebo;
y en las horas que no pescaba, escribía todo
aquello que me iba sucediendo a lo largo de la travesía
en el cuaderno que hallé en la bodega.
La primera semana de travesía no pude quejarme
mucho, pues las aguas no estaban muy alteradas y las
condiciones meteorológicas eran favorables,
durante el día el sol no calentaba demasiado
y durante la noche no hacía demasiado frío.
Además la pesca que conseguía era buena,
pues a partir de las primeras piezas ya tenía
cebo con el que pescar. Pese a estas buenas noticias,
no era consciente de la que me iba a llegar en cualquier
momento, y cuando quise darme cuenta ya era demasiado
tarde para intentar esquivarlo, el huracán
había llegado.
Las aguas emergían violentamente, el cielo
descollaba encapotado y las nubes precipitaban gran
cantidad de lluvia. El viento soplaba con una fuerza
abrumadora y parecía que mi barco fuese a volcarse
en cualquier momento. Me acerqué a proa y vi
a lo lejos una especie de agujero. Al instante supe
que era un remolino y me estaba acercando a él
a una velocidad asombrosa. Estaba claro, mi muerte
se estaba aproximando. En un último intento
por salvarme, cambié de rumbo lo más
rápidamente que pude, pero no conseguí
esquivarlo y me acabó tragando. Mi vida iba
a acabar ahí, pero increíblemente no
fue así. Cuando el agujero me tragó,
me hundí bajo las aguas del océano.
Pero no era como yo imaginaba y no me lo podía
creer, pero así era.
Me levanté y vi que mi barco estaba surcando
otras aguas, pero éstas totalmente en calma.
Estaba atónito, el océano emergía
sobre mi cabeza, y yo debajo de él. Avisté
a lo lejos una isla y me dirigí a ella. Cuando
llegué, el mapa que tenía emitió
un increíble destello, y toda la parte del
océano que tenía encima de mí
y llegaba a mi campo de visión desapareció.
En ese instante, bajo mis pies, sentí que el
agua ascendía y también la isla. Era
increíble, y a la vez imposible, pero cierto,
una nueva isla había emergido súbitamente
en el planeta Tierra y había estado oculta
hasta que alguien la encontrase. El mapa empezó
a brillar aún más y no pude ver nada,
estaba cegado. Cuando paró, me encontraba en
mi casa, tumbado en la cama y sudando. Respiré
aliviado, solamente había sido un sueño...¿o
no? Vi el cuaderno y todo lo que se supone que había
soñado estaba escrito allí. ¿Cómo
es posible?

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