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Red-acción
II Época / Nº57
Noviembre-Diciembre
2012
CULTURA / GALERÍA DE ARTE

Una aventura extraordinaria

Por Mario López Poveda, alumno de 4º ESO del IES José María Pereda de Santander.

Un día me desperté y estaba cansado del mundo. Decidí irme a vivir nuevas experiencias. Cogí todo el dinero que tenía, algo de comida y ropa y me fui al puerto. Allí encontré a un señor que me vendió su barco. Se llamaba Cocodrilo, no el señor sino el barco. Me subí en él y puse rumbo a cualquier parte.

Una nueva isla.


Pasadas unas horas empecé a tener hambre, y la comida que había cogido de casa se me quedó en el puerto, junto con la ropa. Fui a la bodega a ver si encontraba algo y allí hallé una caña de pescar, una cuerda, un cuaderno y una brújula. Además, en una esquina, encontré una especie de mapa, o lo que quedaba de él, pero era lo suficiente para ver que se trataba de una ruta, que curiosamente comenzaba desde el puerto del que yo había partido y finalizaba en una isla, cercana al Caribe, pero que nunca antes había visto en los mapas de la Tierra, así que decidí ir en su búsqueda.

Con ayuda de la brújula, y guiándome del mapa, puse rumbo en dirección OSO.
Según mis cálculos, tardaría aproximadamente dos semanas, pero el tiempo no me suponía ningún problema, pues no tenía ninguna prisa en llegar a mi objetivo, si es que acaso existía.

Para matar las horas, me dedicaba a pescar a fin de conseguir algo con lo que alimentarme, aunque era algo increíblemente difícil sin cebo; y en las horas que no pescaba, escribía todo aquello que me iba sucediendo a lo largo de la travesía en el cuaderno que hallé en la bodega.

La primera semana de travesía no pude quejarme mucho, pues las aguas no estaban muy alteradas y las condiciones meteorológicas eran favorables, durante el día el sol no calentaba demasiado y durante la noche no hacía demasiado frío. Además la pesca que conseguía era buena, pues a partir de las primeras piezas ya tenía cebo con el que pescar. Pese a estas buenas noticias, no era consciente de la que me iba a llegar en cualquier momento, y cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde para intentar esquivarlo, el huracán había llegado.

Las aguas emergían violentamente, el cielo descollaba encapotado y las nubes precipitaban gran cantidad de lluvia. El viento soplaba con una fuerza abrumadora y parecía que mi barco fuese a volcarse en cualquier momento. Me acerqué a proa y vi a lo lejos una especie de agujero. Al instante supe que era un remolino y me estaba acercando a él a una velocidad asombrosa. Estaba claro, mi muerte se estaba aproximando. En un último intento por salvarme, cambié de rumbo lo más rápidamente que pude, pero no conseguí esquivarlo y me acabó tragando. Mi vida iba a acabar ahí, pero increíblemente no fue así. Cuando el agujero me tragó, me hundí bajo las aguas del océano. Pero no era como yo imaginaba y no me lo podía creer, pero así era.

Me levanté y vi que mi barco estaba surcando otras aguas, pero éstas totalmente en calma. Estaba atónito, el océano emergía sobre mi cabeza, y yo debajo de él. Avisté a lo lejos una isla y me dirigí a ella. Cuando llegué, el mapa que tenía emitió un increíble destello, y toda la parte del océano que tenía encima de mí y llegaba a mi campo de visión desapareció. En ese instante, bajo mis pies, sentí que el agua ascendía y también la isla. Era increíble, y a la vez imposible, pero cierto, una nueva isla había emergido súbitamente en el planeta Tierra y había estado oculta hasta que alguien la encontrase. El mapa empezó a brillar aún más y no pude ver nada, estaba cegado. Cuando paró, me encontraba en mi casa, tumbado en la cama y sudando. Respiré aliviado, solamente había sido un sueño...¿o no? Vi el cuaderno y todo lo que se supone que había soñado estaba escrito allí. ¿Cómo es posible?



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