Un alumno
del colegio La Salle nos envía una poesía
de lluvia e invierno.
Le
gustan los días de invierno.
El
viento, rugiendo,
simula
un concierto
de
voces. Son gritos.
Le
piden perdón al cielo
una
manta, un abrigo,
que
calme su frío;
el
frío, que hiela
los días de invierno.
La
lluvia, golpea,
golpea
en el suelo.
Golpean
sus dedos,
que
danzan al son
de
ritmos de guerra
contra
un ventanal,
mientras
él se asoma.
Un
cristal más frío
que
el más frío hielo
acaricia
con mimo,
golpetean
sus dedos.
Se
acerca el invierno.
El
invierno congela
en
su cara la lágrima
que
derramó. Recuerdo
de
un día, cuando le dijeron:
"
-Aquí no hay calor-,
(respuesta
a un "Te quiero"),
-No
esperes de mí
otra
cosa que invierno-."
Y
siguen sus dedos
contra la ventana,
y
siguen sonando
el
viento y el agua.
Son
su única calma;
pobre
hombre él, que aún
le
encanta el invierno.
Le
siguen gustando los días de invierno.

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