En el Gran
Circo de Madrid nacieron en una camada tres cachorros
de león, de los cuales dos, lamentablemente,
murieron por la falta de atención de su madre.
El tercer cachorro, un león macho, quedó
al cuidado de una familia de malabaristas, compuesta
por un matrimonio y sus dos hijos.
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Un cachorro de león como Simba. |
Una vez, Enrique, el mayor de los hermanos, oyó
comentar que el pequeño león moriría
pronto, así que pidió permiso a sus
padres y al dueño del circo para atender personalmente
al cachorro. Después, lo llevó con él
a unas de las caravanas del circo, le preparó
una caja enorme con hierba como lecho y calentó
bastante leche para dársela en un biberón.
Todos los días iba a visitarle para alimentarlo
y jugar con él.
Gracias a sus cuidados, Simba, que así se
llamaba, logró salir adelante.
Todos los equilibristas acabaron encariñándose
con el pequeño león, y queriéndolo
como a uno más de la familia. Pero Simba crecía,
y cada vez necesitaba más un lugar donde estar
con otros leones, así que decidieron llevarlo
a una reserva natural de Kenia, ya que se había
suspendido el número de los leones y no tenía
un lugar en el circo.
Sin embargo, Enrique nunca consiguió olvidarse
de aquel pequeño león al que un día
sacó adelante, así que, años
después, decidió ir a visitarlo. Una
vez en el safari, el guía le recomendó
no acercarse mucho a los leones, por su propia seguridad,
pero cuando localizaron a su león, éste
se alejó rápidamente de su manada para
reencontrarse con el que había sido durante
muchos años su padre.

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