Era el primer
día de Tara en su nuevo instituto. Estaba muy
nerviosa, nunca había sido muy popular y, además,
debería seguir ocultando a los demás
su mayor secreto: tenía poderes mágicos.
Sus padres eran dos magos que vivían en Otro
Mundo, una ciudad oculta en la que habitaban todas
las criaturas fantásticas de las que se hablan
en mitos y leyendas: dragones, vampiros, arpías,
etc…
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Tenía que vivir en Nueva York para proteger
a la Tierra. |
Hasta que fuera mayor, Tara tenía que vivir
en Nueva York para proteger a la Tierra del ataque
de algún ser mágico. Pero, a pesar de
esto, Tara era una adolescente con los problemas propios
de su edad, y estaba ansiosa por conocer a sus compañeros
de 4º de la ESO en el instituto Middtown.
Nada más entrar en su nueva clase, se sentó
en la primera silla que vio. De repente, una chica
rubia entró en el aula con otras dos chicas,
la miró y la dijo:
- Oye, novata, este sitio es mío desde 1º
de la ESO, así que ya te estás yendo
a otra parte.
- Perdona, no lo sabía, pero no creo que te
pase nada por sentarte en otra silla.
En ese instante, ella se puso roja y gritó:
- ¡Apártate ya!- y empujó a Tara
fuera de su asiento.
Todos los demás chicos se quedaron mirándolas
y Tara prefirió dejar de hacer el ridículo
y sentarse en la última fila. La mañana
pasó muy rápida y, cuando se quiso dar
cuenta, sonó el timbre que anunciaba el final
de la última clase. Finalmente, en su primer
día en el Middtown, Tara no había conocido
a nadie. Se disponía a salir del instituto,
cuando, en la puerta, un chico le gritó:
- ¡Espera!
- ¿Sí?- se giró Tara, y vio a
un chico pelirrojo.
- Verás, es que vi tu pelea con Ámber
a primera hora y quería decirte que no te preocupes,
ella es así con todo el mundo.
- Vale, gracias, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Castiel.
- Y yo Tara.
- Genial. Bueno, tengo que irme. Adiós- se
giró y se marchó hacia la salida.
Después de todo, no había sido tan
malo su primer día en 4º. En ese instante,
el brazalete de su muñeca empezó a pitar.
Eso indicaba que una criatura mágica había
entrado en la Tierra. Ella corrió hasta su
casa y, con la ayuda de una piedra mágica,
llamó al maestro de los magos, Caliban:
- ¿Qué ha pasado?
- Una arpía ha cruzado el portal de Otro Mundo
para robar una serie de objetos y hacer con ellos
una poción que le proporcione una fuerza sobrehumana;
si se sale con la suya, todos corremos peligro. Tu
misión es atraparla y mandarla a Otro Mundo
con el hechizo 'Tránsmitus'. Estamos en tus
manos, Tara.
- Pero, ¿qué es lo que busca esa arpía?
- Los ingredientes de esa poción son: tres
noctusombras, dos azuritas y pelo rubio de una joven
humana.
- Está bien, me pondré a trabajar en
ello. Adiós.
Empezaba a anochecer, y Tara decidió ver un
poco la televisión antes de irse a dormir.
Estaba pasando canales, cuando vio en el Telediario
una noticia que le llamó la atención:
- Esta mañana, alguien ha robado tres noctusombras
del herbolario local y dos azuritas del Museo de Geología.
Se sospecha de una misma persona, porque en ambos
lugares se encontraron unas plumas que ningún
biólogo pudo identificar a qué ave pertenecían.
- ¡Esas son plumas de arpía!, ya solo
le falta el pelo humano para poder fabricar la poción.
Mañana empezaré a investigar esto.
Al día siguiente, todo siguió como
siempre. Ámber volvió a meterse con
ella y Castiel la consoló, pero, mientras estaba
esperando a que se pusiera en verde el semáforo
para volver a su casa, se dio cuenta de que a su lado
estaba Ámber. De repente, su brazalete empezó
a pitar, indicando que algún ser mágico
se las acercaba:
- ¿Quieres hacer que deje de pitar tu reloj?-
pero, cuando Ámber dijo esto, una arpía
la agarró y se la llevó volando.
- ¡No! ¡Tengo que impedir que se la lleve
y consiga crear esa poción! ¡Pegasus!
Ante ella apareció un caballo blanco alado,
subió en él y empezó a perseguir
a la arpía.
- ¡Por el Paralisus!- gritó Tara y, con
este hechizo, la arpía se petrificó
y comenzó a caer.- ¡Por el Levitus!-
y, entonces, la arpía y Ámber se quedaron
flotando en el aire.
Con un movimiento rápido, Tara las separó
y envió a la arpía a Otro Mundo. Después,
subió a Ámber al Pegaso y la dejó
en el suelo. Tras hacer desaparecer al caballo alado,
miró a Ámber y ella le dijo:
- Me has salvado, gracias. Puede que no seas tan mala
después de todo.
- Lo siento- dijo Tara,- pero tengo que borrarte la
memoria. Nadie debe saber que soy bruja.
- En fin, es una lástima. Por cierto, lamento
haberme portado tan mal contigo.
- No pasa nada. ¡Por el Mintus!- un rayo de
luz azul salió de las manos de Tara y dio en
la cabeza de Ámber.
Unos instantes después, ella reaccionó,
y dijo:
- ¿Qué hago aquí contigo? ¡Apártate
de mi camino, novata!- dio un pequeño empujón
a Tara y se alejó.
- En fin- pensó Tara- todo vuelve a ser como
era antes.
Se giró para volver a casa, cuando Castiel
apareció y le dijo:
- Hola Tara, te estaba buscando. Oye, ¿por
qué no vamos a tomar algo?
- Claro.
Después de todo, el día acababa bien
y, además, nadie había descubierto su
secreto, de momento...

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