La Organización
Mundial de la Salud, en vista de los acontecimientos
sucedidos en el Tercer Mundo, ha lanzado una campaña
llamada 'Saber Donar', que afecta de lleno a toda
la industria farmacéutica y a la sociedad en
general.
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Campaña 'Un gesto por el medio ambiente'.
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Pero vayamos al principio. Hace unos años,
la consigna lanzada por Organizaciones no Gubernamentales
como Cruz Roja Española, Farmacéuticos
Mundi y Médicos sin Fronteras era que cualquier
medicamento en buen estado pero en desuso que cualquier
individuo pudiera tener se llevaría a los puntos
de recogida especiales en las farmacias. Desde allí
irían a las ONGs, que se encargarían
de la ardua tarea de distribuirlos en caso de desastre
social o natural. Hasta ahí todo correcto.
Pensaréis que a qué cuento viene esto,
¿verdad? Pues resulta que a Sudán, país
en continua guerra civil, recibió en 1990 hasta
50 cajas de medicamentos, de las cuales sólo
eran útiles 12, porque el resto o bien no era
lo que se necesitaba o bien eran contraproducentes,
pues reaccionaban con las enfermedades locales, que
además estaban escritas en francés,
idioma que no se habla en Sudán. Quizás
es un ejemplo un poco sacado de contexto, que se puede
tachar de aislado. Pero como éste, cientos
de casos en otros tantos conflictos.
La realidad es que siguen llegando medicamentos en
mal estado o caducados a países subdesarrollados.
¿De quién es la culpa? Es una pregunta
bastante controvertida, menos culpa tiene quien lo
manda de buena voluntad sin darse cuenta que los encargados
de esas organizaciones, que parecen no revisar con
sentido común los envíos. Además,
no se puede poner la excusa de que es el único
método para deshacerse de medicamentos inútiles,
que es lo que se podría pensar a primera vista.
Existe el llamado programa SIGRE, por el cual se entrega
a los farmacéuticos aquellos medicamentos fuera
de fecha con el objetivo de eliminarlos. En el fondo,
eliminar un fármaco, con todos los componentes
químicos que contiene, cuesta mucho más
que enviarlo, pero al hacerlo lo único que
se consigue es pasar el problema a países subdesarrollados
que ya bastante tienen con no tener las medicinas
como para que encima se las enviemos, ¡y tengan
que tirarlas! Irónico, ¿no es así?
Volvamos al inicio de este artículo. La OMS,
en colaboración con las ONGs citadas anteriormente,
ha puesto en marcha recientemente en plan 'Saber Donar',
en pos de evitar tales desgracias. Consta de dos partes,
una de las cuales va dirigida a los consumidores y
la otra a la red de distribución de dichos
fármacos. Según esto, la OMS, ha propuesto
que los medicamentos sólo se puedan enviar
si hay mutuo acuerdo entre emisor y receptor, lo cual
evita incongruencias tales como mandar medicamentos
que se confunden provocando daños irreparables.
Además deberá haber un estricto control
tanto del método de empleo de la sustancia
como de su fecha de caducidad, que deberá ser
de más de un año en el momento de envío.
También se controlarán los comúnmente
llamados medicamentos "de segunda mano".
La segunda parte va dirigida a los consumidores. La
OMS nos insta a un consumo de los productos más
racional para evitar que sobren, y si se diera el
caso se deberá utilizar los puntos SIGRE antes
mencionados.
Pero todo esto no puede hacer que cesemos en nuestra
colaboración con estas organizaciones, pues
a pesar de sus errores, abundantes y fatales, cabe
decir, no dejan de ser las únicas instituciones
que se dedican a dar un soplo de vida a estas regiones
que tanto necesitan de nuestro cuidado. Mas lo que
lo se debe hacer es un envío inteligente de
los recursos, porque tan malo es mandar mercancía
errónea como no mandarla, aun peor incluso.
Piensen cómo se sentiría alguien que
ve como los productos que deberían salvarlo,
le causan aún más daño por no
ser los adecuados.
Pero el trasfondo es el de siempre. ¿Llega
todo el dinero, medicamentos, ropa o la ayuda en general
que nosotros ofrecemos? Los voluntarios que allí
trabajan se dejan la piel, y la cantidad de recursos
recaudados para ellos es ingente, sin embargo ha crecido
el índice de muertes y pobreza. Bien porque
no llega y se queda por el camino, o bien porque se
invierte en cosas superfluas, y no en educación,
obras públicas... Pero eso es otra historia,
que dejaremos para otro día con más
tiempo.
En definitiva, la campaña de la OMS pretende
solventar estos errores que tanto revuelo han causado
y tratan de mejorar la situación de aquellos
necesitados de medicinas. Pero la última palabra,
como siempre, la tenemos nosotros. Somos los que decidimos
nuestro futuro, como en todo.

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