Hemos
tenido la oportunidad de conocer un poco mejor a Gonzalo
Moure Trenor, ex periodista y actualmente escritor
de reconocidas y premiadas novelas juveniles e infantiles
como: 'El síndrome de Mozart' (premio Gran
Angular 2003), 'Maíto Panduro' (premio Ala
Delta 2001), 'Palabras de caramelo'... y así
hasta cerca de veinticinco novelas publicadas. Actualmente
está colaborando en la adaptación al
cine de su novela 'El Síndrome de Mozart'.
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Iñaki
González entrevistando a Gonzalo Moure
en el IES Villajunco. FOTO: Borja Gómez-Bedia.
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Pregunta.-
¿Qué le llevó a ser
escritor?
Respuesta.- Bueno, está todo
muy relacionado con mi madre, también con los
cuentos de Azorín que leía de pequeño.
Yo creo que los padres influyen mucho, y a mi madre
le gustaba mucho leer y escribir. Para mí verla
leer era fascinante. Por la noche siempre estaba escribiendo
en la mesa de la cocina, aquello que ella escribía
y que yo no sabía leer todavía, aquellas
rayitas negras se transformaban en bosques y en piratas;
me fascinaba eso, y, desde el principio, sentí
una especie de deseo de ser un mago como ella. Para
mí un bolígrafo es una varita mágica
donde hay todas esas cosas: castillos, síndromes
de Williams... Está todo ahí, dentro
de un bolígrafo, y me parece magia. Sentí
esa magia y siempre quise ser escritor.
P.- Después
de haber ejercido de periodista, haber escrito cerca
de veinticinco libros y que ahora se esté llevando
una de sus novelas al cine, ¿cree que le queda
algo por hacer?
R.- Yo creo que siempre queda algo
por hacer, y espero morirme con la sensación
de haber dejado cosas por hacer, como por ejemplo
escribir con más autenticidad. También
me gustaría hacer cine yo mismo, la única
pega es que hay dos fuerzas que luchan, una son las
ganas de hacer cine y la otra la edad. Esperemos que
venzan las ganas y así podré hacer cine,
pero no ese cine industrial con cámaras carísimas
con las que todo sale perfecto, no, sino ese cine
artesanal que pueden hacer dos personas con un móvil
o con una cámara normal. Ese cine es el que
me interesa.
P.- ¿Cuál de sus libros
le ha gustado más como escritor?
R.- Yo creo que 'Palabras de caramelo'.
P.- ¿Y como lector?
R.- Ninguno. Cuando me leo me siento
mal. No es como cuando leo a Cormac McCarthy que me
entusiasma y me sorbe el seso. De todas formas si
tuviera que elegir un libro elegiría 'Palabras
de caramelo', yo creo que es un libro sencillo, lleno
de ternura, de emoción, de sinceridad, de verdad,
de rabia contenida y también de poesía.
'Palabras de caramelo' es mi libro más humilde
y más corto de hecho, y creo que es también
el que tiene más cosas contenidas, y eso es
muy importante. Un buen escritor debe escribir poco
para decir mucho.
P.- Díganos un libro escrito
o por escribir para cambiar o salvar el mundo.
R.- Es curioso que me preguntes esto
porque ahora estoy escribiendo junto con otros tres
escritores más un libro que se titula 'Tenemos
que darle la vuelta al mundo' y trata precisamente
de eso. Ayer mismo estuve cenando con uno de los escritores
de este libro y estuvimos hablando sobre que estamos
perdidos, que no existe una fórmula para cambiar
el mundo. No hay ninguna solución aparente.
Tampoco hay ningún líder, no hay ningún
filósofo ni ningún gran pensador, por
eso está habiendo esta vuelta a la religión,
por la gran ausencia de una dirección que seguir.
Por eso creo que es muy ambicioso hacer un libro que
trate ese tema. Quizá esto sea el final del
camino y a partir de aquí debamos seguir solos
y pensar por nosotros mismos para salvar este Titanic
a punto de hundirse en que se está convirtiendo
la Tierra. Lo que más echo de menos es un gran
filósofo que nos diga por donde debemos ir,
y el cual podría ser cualquiera de vosotros.
P.- Usted utiliza el Titanic
como metáfora de una causa perdida o que se
está perdiendo. ¿Cuál cree que
es su Titanic personal?
R.- Mi Titanic personal
es el no haber tenido hijos. En cierto modo vosotros,
los jóvenes, sois mis hijos, sois hijos de
mi generación, de Ricardo Gómez y de
Agustín Fernández Paz y también
sois hijos de Homero. Pero eso no basta. Biológicamente
necesito depositar en mi hijo algo más, un
soplo vital para que siga el solo adelante.
P.- ¿Cuál es su modelo
de sociedad perfecta que haya existido, exista o haya
sido imaginada por alguien?
R.- Sí que existe y yo lo
he vivido, lo he vivido en el desierto de Sahara y
es la sociedad beduina. Por supuesto tiene defectos,
los beduinos tuvieron esclavos y hubo muchas guerras
tribales entre ellos y yo esto lo viví cuando
estuve allí en el año 2000. Pero ellos
tienen lo que necesitan y no quieren más. Comparten
lo que tienen porque si no morirían. Allí
nadie es dueño de ninguna tierra y si un constructor
de pozos construye un pozo ni el pozo es suyo ni el
agua tampoco. Igual pasa con la hierba, la hierba
crece donde ha llovido, y cuando los camellos se la
comen se van, y la hierba que crezca al cabo del tiempo
será de quien llegue entonces. Allí
no hay dificultades ni problemas entre ellos. Lo malo
de este modelo es que al ser un modelo utópico
de sociedad nómada requiere un mundo menos
hiperpoblado que el nuestro y yo tampoco quiero que
mueran 6000 millones de personas para que 500 vivan
bien. Por eso es tan difícil imaginar un mundo
mejor, porque no se puede retroceder en el tiempo,
por eso si la humanidad no hubiera comenzado a encerrarse
en ciudades y a acaparar tierras, todos los errores
de ahora no existirían.

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