Llegaron
calladamente hace 25 años a nuestra ciudad.
Hoy, los amigonianos son parte indiscutible del paisaje
humano de nuestra ciudad. Han luchado denodadamente
para sacar de la calle y hacer brotar la esperanza
en muchos jóvenes de la ciudad, abandonados
a su suerte. El hermano Félix nos cuenta esta
historia de esperanza y amor por el hombre.
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El hermano
Félix con nuestros reporteros.. |
Pregunta.- ¿Quiénes
son los Amigonianos?
Respuesta.- Los Amigonianos somos
una congregación religiosa que nos dedicamos
principalmente a trabajar con los jóvenes que
tienen problemas personales, familiares y sociales.
Como congregación religiosa pertenecemos a
una gran orden, que es la orden franciscana, y por
eso nosotros vivimos lo que es la regla de San Francisco.
Nuestra congregación fue formada por un obispo
valenciano que se llama Luis Amigo. Luis Amigo impulsó
principalmente este carisma de trabajo con los menores
con un problema social aquí en Cantabria. Estando
Luis Amigo en Montheano, que es un convento de capuchinos
cercano a Santoña, iba al penal de El Dueso
para atender a los presos. Allí detectó
la problemática de los menores en aquella época.
Estamos hablando del siglo XVIII y en aquella época
los jóvenes convivían con los adultos
allí en la cárcel, y claro eso generaba
diversos conflictos.
P.- ¿Por
qué su vida le llevó a esta orden?
R.- Mi vida está en relación
con los Amigonianos denominados también como
terciarios capuchinos desde mi estancia en Valencia
estudiando. Allí entré en contacto con
unos religiosos que trabajaban con menores en conflictos
sociales, menores con problemas y que en concreto
estaban en un centro de acogida. Eran chicos que habían
tenido que salir de su ambiente familiar y algunos
de los cuales ya se habían metido en problemas
delictivos. Recuerdo que los fines de semana empecé
a entrar en contacto con ellos, y me acercaba al centro
donde estaban. Algunos estaban con privación
de libertad. Organizábamos actividades deportivas
para ellos. Principalmente jugábamos al fútbol
en un campo precioso. Recuerdo que después
del fin de semana el lunes íbamos a nuestros
lugares de estudio contando a los jóvenes con
los que estudiábamos qué habíamos
hecho el fin de semana, contando con ilusión
esa perspectiva de escucharles y de hablar con ellos
y también de ayudarlos. Y me acuerdo que me
decían que cómo era posible que fuera
a pasar mis horas libres en ese centro. Me daba la
impresión de que la imagen que tenían
de los jóvenes era una imagen de degradación
social, de estorbo de la sociedad y no cabe duda que
mi interior empezaba a reflexionar sobre las conductas
de estos jóvenes. Empecé a reflexionar
sobre las conversaciones que tenía con ellos
durante los sábados, y a tomar conciencia de
que me encontraba entre dos mundos, y que debía
poner los dos pies en uno si no quería caerme.
P.- ¿Cuándo
llegaron a Torrelavega?
R.- En 1982. Nos trasladamos aquí
gracias a la parroquia de La Asunción que en
los años 70 ya detectó que había
jóvenes deambulando por Torrelavega y que no
había un trabajo educativo, no había
una respuesta hacia ellos. La comunidad cristiana
de La Asunción creó una respuesta alquilando
pisos para que estos jóvenes pudiesen vivir
en ellos, pero era un trabajo llevado desde el voluntariado,
faltaba en este trabajo una mano mucho más
profesional, y por eso la parroquia de La Asunción,
el grupo cristiano Cáritas, se puso en contacto
con nuestra organización para que nosotros
nos responsabilizásemos de lo que era 'La casa
de los muchachos'. Nosotros llegamos en el 82 a ocuparnos
de la actividad de 'La casa de los muchachos', y desde
esa actividad surge el SOAM, que es el servicio de
orientación y ayuda al menor, y es el programa
de prevención de conductas inadaptadas a la
población, principalmente en los jóvenes,
de sensibilización social de centros juveniles
y educadores de calle y de la atención a menores
con medidas judiciales.
P.- ¿Cuál
es la labor principal de la orden?
R.- A nivel de congregación
tenemos un carisma, nuestro carisma es la atención
a menores con problemas de integración social.
Ésta es la principal actividad que nosotros
tenemos, el trabajo educativo con menores en conflictos
sociales, conflictos personales y conflictos familiares,
pero no cabe duda que nosotros como congregación
religiosa tenemos más campos de acción
como son los colegios, donde también dejamos
patente nuestra dimensión de mediadores en
un conflicto, atendiendo a esos muchachos que por
distintas circunstancias han fracasado a nivel escolar,
a nivel familiar o a nivel social. Creo que nuestra
congregación en estos centros tiene que crear
programas adaptados a todas las necesidades de estos
muchachos.
Luego también atendemos a la labor pastoral
en parroquias.
P.- ¿Cómo
es un día en la vida de Félix?
R.- Un día en mi vida es un
día bastante movido Soy una persona bastante
activa porque he decidido integrarme en esta dinámica
de los muchachos. Normalmente me suelo levantar a
las 7 de la mañana; a las 7:15 con la comunidad
religiosa tenemos nuestra celebración, nuestra
oración. Después hacemos nuestra eucaristía.
Yo creo que es muy importante en nosotros este momento
de oración, porque podríamos decir que
es como el lugar en el que nosotros también
sacamos la fuerza para desarrollar la jornada, que
suele ser intensa. Después de celebrar la eucaristía
despertamos a los chavales que están en 'La
casa de muchachos', les ayudamos en la limpieza y
nos responsabilizamos de las tareas de la casa, vamos
limpiando por sectores las distintas instalaciones
de la casa. Desayunamos y después cada uno
ya va a realizar sus actividades, unos van al instituto
a estudiar y otros van al colegio. Yo a las 10 de
la mañana me oriento hacia El Zapatón.
'La casa de los muchachos' está en La Inmobiliaria,
y una vez ya que todos los chicos se hayan integrado
en sus actividades, yo inicio mi trabajo en el SOAM
por la mañana y me dedico a atender a familias,
me integro en el programa de adolescentes/familias,
con casos que llegan a nosotros porque sus familias
se sienten un tanto impotentes a nivel educativo,
siendo nuestra función intentar mediar entre
los adolescentes, las familias...
A las 13: 30 vuelvo a 'La casa de los muchachos'.
Allí ya nos juntamos el grupo de chicos y chicas
que están con nosotros en la unidad familiar
y en el centro de día que tenemos para los
menores en situación de riesgo social y comemos
juntos. A mí me gusta comer con ellos porque
siempre da pie a vivir más ese ambiente familiar.
Después de comer ayudamos con las tareas de
la casa, pasamos un rato viendo la televisión,
los pequeños se van a realizar sus estudios
y los mayores vienen del instituto, comen a las 3
y nos dedicamos a hablar con ellos un rato. Alas 5
yo vuelvo a salir hacia el SOAM, me integro en la
dinámica de El Zapatón, en el centro
juvenil, atiendo también algún caso
de medidas judiciales que nos llegan y a las 9 regreso
a 'La casa de los muchachos', cenamos otra vez con
los chavales y después de cenar pasamos un
rato de tiempo libre jugando al ping-pong, jugando
al futbolín, jugando al billar, en el ordenador,
con la consola.... hasta que llega la hora de acostarnos
a las 11 de la noche. Para comenzar con fuerzas el
día siguiente.
P.- ¿Una
vida entregada a los jóvenes con qué
incomprensiones ha chocado?
R.- Con dos tipos. Por un lado de
los jóvenes, porque no cabe duda que el trabajo
con los ellos, y sobre todo con los adolescentes es
un trabajo difícil. Daros cuenta que los adolescentes
atraviesan una etapa de cambios que hace, en general,
difícil su vida y aceptarse. Pero es que los
adolescentes que nos llegan a nosotros vienen con
bastantes carencias principalmente educativas y afectivas.
Para normalizar y estabilizar su vida hay que hacer
un gran esfuerzo, basado en afectividad y autoridad
.Y luego te encuentras con la incomprensión
de la sociedad, que rehuye y no quiere afrontar los
problemas de los jóvenes. Nuestros jóvenes
son el futuro de la sociedad.
P.- ¿Cómo
es el perfil de un joven al que ayudan los Amigonianos?
R.- El de los jóvenes propios
de la sociedad que se está generando. Somos
la respuesta a muchos jóvenes que son producto
de una sociedad consumista y vaciada grupalmente de
valores, que margina y frustra a quien no puede seguir
su ritmo consumista. Nosotros trabajamos desde la
integración y principalmente con los jóvenes
que están en riesgo social, los que viven largas
horas en la calle, desarraigados y sin referencias
familiares. Muchos atienden al perfil de chicos pertenecientes
a una familia desestructurada que les conduce o que
no evita a consumos y situaciones de gran riesgo como
la droga.
P.- ¿Cómo
surgió 'La casa de los muchachos'?
R.- Surgió como iniciativa
de la parroquia de La Asunción para intentar
dar respuesta a las necesidades de los chicos que
deambulaban por la ciudad. En el año 1975 existía
en Viérnoles un centro de reforma, algunos
que salían de ese reformatorio tenían
que deambular por Torrelavega e iban a pedir a las
puertas de las iglesias. La parroquia de La Asunción,
viendo esta realidad, optó por alquilar una
casita para intentar dar cabida a todos estos muchachos.
Así es como surge 'La casa de los muchachos'.
P.- ¿Cómo
funciona actualmente?
R.- Actualmente está dirigida
por los Amigonianos, que también sostenemos
otro proyecto social, el centro de día de El
Zapatón con educadores que intentan evitar
que los muchachos pasen el día en la calle.
P.- ¿Cómo
nació el campamento urbano?
R.- El campamento urbano es una respuesta
de prevención, dentro de las actividades del
SOAM en nuestra ciudad. Hace siete años nosotros
llevábamos talleres que durante el verano ayudaban
a los chicos con necesidades a preparar las asignaturas
que tenían pendientes. Luego el sistema educativo
decidió eliminar esos exámenes de septiembre
para los chicos de educación obligatoria, así
que decidimos realizar otra actividad y se nos ocurrió
la posibilidad de formar un campamento urbano para
gente que no participa en campamentos tradicionales.
Y así surgió.
P.- ¿Dónde
radica su éxito?
R.- Yo no hablaría de éxito,
yo hablaría de que intentamos realizar un trabajo
coordinado y familiar, lo importante de este trabajo
es el ambiente familiar y la entrega, y nuestro objetivo
es prestar la máxima atención a estos
muchachos. Yo diría que el éxito viene
de un trabajo con entrega y basado en la dimensión
vocacional y en el ámbito familiar para que
estos muchachos se integren en la vida.
P.- ¿Cómo
es la convivencia diaria de los jóvenes que
acogen?
R.- La convivencia es como la de
cualquier joven. Son jóvenes normales del siglo
XXI e hijos de nuestra sociedad, introducidos en crisis
sociales, crisis del consumismo, pero no distintos
en sus ilusiones, en sus sentimientos y en sus comportamientos.
P.- ¿El objetivo
de los Amigonianos es aliviar el cuerpo o también
el alma?
R.- Yo creo que hoy ayudamos principalmente
a crecer en una dimensión de madurez personal.
No cabe duda de que tenemos que ayudar y aliviar en
el tema de conocimiento personal, porque es importante
que cubramos una serie de necesidades que se basan
en la cercanía y en la empatía y en
cubrir las carencias afectivas.
P.- ¿Cuál
es la razón por la que el papel de la Iglesia
sigue siendo relevante en la defensa de los jóvenes?
R.- La necesidad de amor. Nosotros
tenemos que descubrir lo que nos enseña Jesucristo,
porque el cristianismo es hoy una gran escuela de
valores.
P.- ¿De dónde
sacan los recursos los Amigonianos?
R.- Para llevar a cabo nuestros proyectos
necesitamos dinero, que es esencial hoy en día,
aunque no lo principal. Tenemos convenios firmados
con la Dirección General de Bienestar Social
del Gobierno de Cantabria. Luego desde Torrelavega
hay un grupo de gente que colabora con nosotros para
ayudarnos a realizar esta obra social. También
tenemos diferentes convenios con el Gobierno regional.
P.- ¿Y las
fuerzas personales?
R.- Yo te diría que como religiosos
las fuerzas las sacamos del amor de Cristo que es
esencial para nosotros. También es muy importante
el tema de la preparación y la formación,
porque tenemos que ir formándonos día
a día. La vivencia en comunidad ayuda a seguir
el día a día.
P.- ¿Qué
cruz llevan los jóvenes de Torrelavega?
R.- La misma cruz que los jóvenes
de toda España. Es la cruz que está
dando la sociedad generada por los adultos, que estamos
creando una sociedad en la que estamos perdiendo valores
esenciales.
P.- ¿Después
de lo ocurrido en Entrevías se sienten amenazados
en su labor?
R.- No, yo creo que la Iglesia no
cabe duda de que tiene dar respuestas a los jóvenes
y a los pobres de nuestra sociedad. Nosotros nunca
hemos tenido problemas con la jerarquía de
la Iglesia. Quizá nosotros trabajamos desde
una perspectiva de coordinación con todos los
que están con nosotros. Yo creo que nuestra
labor en 'La casa de los muchachos' es la respuesta
de una comunidad cristiana. Las soluciones se encuentran
por medio del diálogo aunque no sé por
qué en ese caso no se llegó.
P.- ¿Después
de 25 años qué huella queda en Torrelavega
de su obra?
R.- Yo estoy muy contento con mi
trabajo de estos 25 años en la ciudad, y creo
que la respuesta de la ciudad ha sido una respuesta
de mucha cercanía, de agradecimiento, y así
lo hemos podido ver en la conmemoración de
este 25 aniversario, con salas llenas en nuestras
charlas. La gente ha estado junto a nosotros y sigue
estando.
P.- ¿Después
de 25 años qué queda por hacer?
R.- Yo creo que es importante que
sigamos planteando las necesidades que van surgiendo,
que cada vez son mayores y distintas. Nosotros nos
tenemos que adaptar en el día a día.
La investigación es parte de nuestro trabajo.
Tenemos que explotarnos la cabeza para que en un futuro
sigamos siendo conscientes de cuál es el análisis
de la realidad con los jóvenes e ir creando
recursos que vayan dando respuestas adecuadas a las
necesidades que se van planteando en nuestra sociedad.
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