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Red-acción
II Época / Nº44
Enero-Febrero
2011
CULTURA / CRÍTICAS

'Yo fui un niño soldado'

Por Dasy Priscylla da Silva, alumna de 4º de Secundaria del IES Santa Cruz de Castañeda.

'Yo fui un niño soldado' es una historia real y profundamente conmovedora; se trata no sólo de la voz de Lucien Badjoko, sino la de todos los niños soldados del mundo.

Título: 'Yo fui un niño soldado'

Autor: Lucien Badjoko

Editorial: Entrelibros

Año: 2006

Páginas: 169

Género: Biográfico / historia


Lucien con 12 años fue un niño que no pudo elegir su destino y se vio arrastrado a un futuro equivocado. Vivía con su familia y llevaba una vida normal, pero no era lo que quería, él deseaba luchar por defender su país; entonces, sin permiso de sus padres, decidió alistarse en las milicias de Leurent Desiré Kabila, para derrotar la dictadura de Mobutu y libertar el Congo, junto con otros miles de niños.

Al llegar, en el campamento de adiestramiento fueron muy mal tratados por los militares, obligados a dormir en el suelo frío y bajo palizas. Después de varios días siguiendo la misma rutina se despertaban a base de silbatos y bofetones, comían una comida horrible y después cerraban un círculo sobre ellos y los azotaban. Muchos niños murieron, pues no aguantaron las palizas. Lucien se preguntaba por qué les pegaban y, de tanto reflexionar, llegó a una conclusión: comprendió que les trataban así para probar su fuerza pues los que desistían eran apenas fracasados, no amaban a su país y además se entregarían en manos enemigas muy fácilmente.

Después de varios días de dolor, los militares les dijeron que estaban listos para libertar al país, pues ya podían considerarse militares. Lucien en este momento se sintió orgulloso de sí mismo, pues había logrado pasar el test. De miles de niños sólo habían aprobado ochocientos, los demás murieron.
Lucien sentía que las cosas habían mejorado; ya no les trataban como antes, los militares les estaban enseñando a manejar las armas. Así empezaban su rutina se levantaban a las 4:00 horas y desayunaban; a las 5:00 daban dos vueltas en el monte Lemeró; a las 7:00 quince minutos de descanso; a las 7:15 empezaban los ejercicios físicos para fortalecer los músculos hasta las 12:30 y descansaban hasta las 14:30, y volvían a hacer ejercicios; a las 18:15 segunda comida a las 19:00 momento de las charlas morales su momento favorito a las 19:30 rezaban, a las 20.00 cada recluta debía exponer sus dificultades a fin de que pudiesen resolverlas y a las 20:30 todos se acostaban, y así varios meses.
Hasta que un día el comandante les dijo que había llegado el momento porque iban a enfrentarse con sus enemigos, pero de ochocientos, treinta tenían que quedarse en el campamento y Lucien era uno de ellos. Lucien se quedó muy decepcionado porque de los ochocientos él era uno de los que más quería combatir para libertar a su país, pero se quedó callado porque una orden era una orden.

Al día siguiente le convirtieron en comandante por demostrar un mayor interés por su país y así se dio cuenta de por qué le habían dejado en el campamento, se habían acabado los ejercicios y las palizas, ahora era él el que zurraba a los reclutas. Un tiempo después les mandaron a un nuevo campamento donde les distribuyeron en apartamentos, la vida les iban mejorando, hasta que un día otro comandante les dijo que necesitaba hombres para lanzar un ataque final. Al día siguiente se reunieron en una tropa y uno de los jefes preguntó a Lucien si estaba preparado para ordenar al frente, le contestó que sí. Su primera batalla y como jefe del frente, para él no podía ser mejor. Iban a combatir en la tercera mayor ciudad del país, Kisangani. Y han logrado vencer pero todavía les quedaba conquistar la capital.

Lucien en su etapa de niño soldado.

Lucien, como era un buen soldado, le nombraron comandante de sesión en la barrera de seguridad del Instituto Superior Pedagógico, que significaba que nadie podía entrar o salir de allí sin su autorización. Las reglas eran sencillas, cuando llegaba un coche debía apagar los faros para no deslumbrarle, luego los pasajeros debían identificarse enseñándole sus papeles. Pero un día vino uno de los jefes de la alianza Masasu Nindaga y tenía mucha prisa; Lucien estaba dispuesto a cumplir las normas e hizo que el conductor apagase el faro y le enseñase sus papeles. El compañero de Lucien le dijo que estaba loco y que les iban a meter en el calabozo, por lo que le hizo esperar a Masasu.
Una semana después Masasu mandó llamar a Lucien y a su amigo. Lucien se quedó con miedo pues pensaba que les iban a meter en el calabozo, pero fue todo al revés: les contrataron a los dos para trabajar en la barrera de seguridad, pero la de su casa, porque al ver todo el cuidado que tenían con la barrera le pareció ser de su confianza.

Con el tiempo Lucien se hizo amigo de Masasu Nindaga. Para él Masasu era su segundo Dios porque le admiraba mucho, y también se sentía muy a gusto en su casa pues le dejaba bañarse en la piscina y comer en la mesa junto a su familia.
Lucien junto a su comandante y el resto de la tropa fueron conquistando las ciudades Kensanga, Kamina Mbuji-Mayi y muchas otras hasta que llegó el día de conquistar la capital. Cuando llegaron ya era de noche y allá brillaba la capital Kinshasa, la que consideraría definitivamente el triunfo de libertar el Congo, y lo han logrado, fue un poco difícil pero lucharon con todas sus fuerzas.
Las personas de aquella ciudad eran de muy mala educación, pues estaban acostumbradas a las malas normas de Mobotu, pero los niños soldados estaban allí para eso, enseñar a aquellos maleducados cómo portarse bien.
Las cosas iban muy bien pues al derrotar a los soldados de Mobotu pudieron quedarse con sus mansiones, Lucien pidió permiso a Masasu para que le dejase estudiar y su petición se concedió, pues Masasu le admiraba mucho.

Lucien seguía su rutina, iba al instituto trabajaba y siempre al lado de su comandante.
Un día Lucien estaba en el instituto y llegaron unos militares. Venían a por Lucien pues se decía que su comandante Masasu tenían un plan para robar al Estado, Lucien se quedó muy sorprendido con lo que le decían pues no acreditaba que su comandante sería capaz de tal cosa. Y allí acabó su vida de militar, ahora ya era una persona normal pues les echaron no sólo a Lucien sino a todos los niños soldado de Masasu.
Después de eso pocos soldados consiguieron llevar la vida a cabo y Lucien es uno de esos pocos pues ha terminado el bachillerato y hoy está en el segundo año de la Facultad de Derecho.

 


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