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DE
VUELTA A CASA
Decidimos volver a Santander:
El vuelo 714 a Santander que vaya a la pista nº 56
para instalarse en sus asientos.
Flecha y yo nos atamos los cinturones al montarnos al
avión para mayor seguridad.
Cuando se inició el vuelo, Flecha y yo estábamos
nerviosos, pero no le dimos mucha importancia.
Al cabo de unas horas un señor con gabardina de cuello
alto se dirigió a la cabina y se oyó un disparo, Flecha y yo fuimos corriendo
a la cabina y encontramos a los
pilotos inconscientes por esencia de cloroformo, y la escotilla estaba abierta,
nos acercamos y alguien nos empujó.
Al despertar, Flecha y yo estábamos en un hospital,
pero no sabíamos en cual.
Al rato entró la enfermera y la pregunté:
- ¿Dónde se encuentra este hospital señorita?
- En Valdecilla, ¿No sabe dónde está? –me
contestó.
- ¡En Santander!, caímos justo en el buen destino.
¡Flecha, Flecha! intenté despertarle, pero no pude, Flecha
había entrado en coma.
En ese mismo instante me puse muy nervioso e intenté
levantarme pero no pude, deberíamos habernos quedado un tiempo más en Nueva
York –pensé.
En ese mismo instante apareció por la puerta Alex
nuestro viejo amigo de Nueva York.
- ¡Que alegría verte Alex!, pero hay una mala
noticia, Flecha ha entrado en coma.
De repente Alex se desmayó y yo me reía de la cara
que ponía dormido.
Al día siguiente me dijo la enfermera:
- Buenos días, su amigo Alejandro esta bien, pero me
temo que Flecha está cada vez peor, solo hay una cosa que puede curarle, y es
la planta Motinal, que ha curado tigres con cualquier enfermedad desde hace
siglos.
- Bien, ¿dónde está esa planta?, iré a buscarla y
la traeré hasta aquí con la ayuda de mi amigo Alex, dije yo con ansias.
- Señor, yo creo que es un largo camino para usted,
está lleno de peligros y son más de doscientos kilómetros de montaña y más
de treinta y dos de territorio plano, dijo la enfermera.
- Dígamelo por favor, insistí.
- Bien, está en el Monte Negro, Dangerruen. Pero
antes tienes que pasar por el Valle Negro de Piedra, -advirtió la enfermera-,
la planta es como una estrella fugaz caída en el suelo.
Al cabo de dos horas llegamos a la parada de taxis y
cogimos uno que nos llevó hasta el puerto, y allí cogimos un barco hacia Canadá.
Cuando llegamos a Canadá, cogimos un carruaje
antiguo que pasaba por allí, que nos llevó hasta el fin de la carretera,
entonces allí empezaba el barro, el fango,...
Al cabo de doce horas, todavía no habíamos
encontrado ni un pozo, ni un transporte, ni árboles frutales,... sólo había
barro y árboles con pinchos.
Pasaron los días, y al fin llegamos al Valle Negro
de Piedra, y Alex y yo nos llevamos una desilusión, teníamos que subir cuesta
arriba más de doscientos kilómetros.
En ese momento me llamaron al móvil, era la
enfermera, había encontrado en el laboratorio un frasquito con Motinal.
En ese momento, Alex y yo queríamos tirarnos
barranco abajo, pero preferimos ir dónde Flecha a ver como estaba.
A los pocos días llegamos y Flecha estaba como
nuevo.
Y eso no era todo, había encontrado una tigresa y
habían tenido cachorros.
En ese momento Alex y yo dijimos:
- Será mejor que no enfermen nunca.
De repente un cachorro cayó inconsciente al suelo y
Alex y yo nos desmayamos.