Hart tenía un mapa de Cantabria y dijo:
- ¿Por qué no visitar San Vicente de la Barquera?.
En San Vicente vieron el estropicio que había hecho el Prestige, se quedaron alucinados con la cantidad de chapapote que recogía la gente, muchas personas eran estudiantes que venían de otros países a ayudar a recoger chapapote.
Fueron a ver al alcalde y este les dijo:
- Por ser tan buenos animales si queréis os llevamos a un zoo de lujo.
- No, gracias, ya tenemos nuestro hogar.
- Bueno, yo lo dejo a vuestra elección.
- Si necesitamos algo os lo pediremos.
- Como está anocheciendo, os puedo buscar un buen hotel en Santander.
- Mira, eso sí que se lo agradeceríamos.
Así que se fueron al hotel, cenaron ¡ah! lo más importante es que el hotel era de ***** estrellas.
Cuando se durmieron pasó algo escalando el pino que había al lado de la ventana de su habitación.
De repente entró alguien con un pasamontañas que pretendía robar, aunque ¿ qué les podría robar a Hart y a Flecha, dos tigres de la selva?.
- ¡Ajá! -gritó Flecha, encendiendo la luz muy rápidamente.
- ¿Quién es usted? dijo Hart.
- Quítese el pasamontañas.
El extraño ladrón se quitó el pasamontañas. Era Jaket el malo, se había quedado sin poderes y quería el dinero de Hart y Flecha.
Ellos por supuesto atraparon al malo y se lo llevaron al alcalde y él decidió llevarle a la cárcel y meterle en el más profundo calabozo, todos fueron felices en esa noche.
Al día siguiente todos estuvieron hablando del terrible crimen que casi comete Jakert.
Ya olvidado este problema decidieron ir a Torrelavega.
En Torrelavega se lo pasaron muy bien, estuvieron en la Llama jugando a baloncesto, por Campuzano, Barreda etc...
En Torrelavega hicieron un montón de cosas. Cuando estuvieron en Campuzano se hicieron amigos de un canario que se llamaba Bisbu y de un perro que era de Suiza, que se llamaba Ricu. Este perro había vivido miles de aventura.
Una de ellas era que un día se coló en un camión que venía con carga hasta Torrelavega y él sólo se fue caminando asta Campuzano.
Hart y Flecha tenían que volver al zoo, pero no sabían cómo. Decidieron llamar al alcalde de San Vicente de la Barquera para ver si alguien les podría acercar hasta el zoo.
Él les dijo que sí, que esperaran en el Zapatón, que en una hora estaba allí uno de sus chóferes.
Todos se despidieron y Hart y Flecha llegaron a su hogar y después de tantas aventuras se echaron a descansar.