El otro alemán. Así
definió Josep Borrell a Martin Schulz. Palabras
mezcladas de sentimiento quizá poético,
a veces nostálgico, recordando sus años
como presidente del Parlamento Europeo desde la
novena planta. Son las 9 de la mañana. Hoy
el Madrid más cosmopolita se ha convertido
en el centro de la idea de Europa, y el Circulo
de Bellas Artes es el laboratorio donde se construirá
la nueva socialdemocracia, más cercana al
votante, y valiente; razón por la cual lleva
haciendo campaña desde mayo.
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Martin Schulz. |
A las 12, Martin Schulz participará en un
pequeño coloquio sobre la Unión Bancaria.
Mientras tanto Pepe, como le gusta que le llamen,
nos advierte del peligro de la fragmentación
del voto que posibilitaría la entrada de
pequeños partidos y dificultaría la
llegada de acuerdos con grandes mayorías
necesarias para la construcción de una Europa
social, aspecto que se ha dejado de lado y que es
una de nuestras grandes debilidades. Si no se le
dota a la UE de este carácter social, no
se podrá avanzar.
Una sala llena espera reluciente al candidato a
la presidencia de la Comisión Europea rodeado
de la plana mayor del PES y de gran parte de su
gabinete en el Parlamento. Durante la conferencia
desengrana las necesidades y los avances que le
quedan por hacer a las instituciones europeas. Durante
media hora pronuncia un discurso lleno de autocrítica
justificado por la falta de confianza de los europeos
en la institución que él dirige y
el gran avance de las fuerzas euroescépticas
y extremistas. Autocrítica que le ha llevado
a ser considerado un hombre de carácter duro,
pero realista, abanderado de las injusticias tanto
sociales como económicas que el sistema capitalista
ha generado, como lo hizo su referencia 40 años
atrás, Willy Brandt, quien argumentó
que negar la existencia de una injusticia sería
abrir camino a otras.
La logomaquia llevada por el grupo conservador
que a día de hoy controla la Comisión
Europea hace que durante la entrevista que nos concede
en una de las salas de la planta sur del Bellas
Artes exponga la necesidad de que los votantes comprendan
su discurso. “Se debería devolver tareas
a otros niveles administrativos como el nacional,
el regional o el local, mas no se debe olvidar que
las cuestiones importantes se han de tomar en Bruselas,
y para eso los estados miembros tienen que potenciar
una Comisión Europea y un Parlamento Europeo
fuerte”.
Durante el transcurso de la entrevista, Martin
Schulz se muestra preocupado por la situación
que sufre el movimiento socialdemócrata en
España y, por ende, en Europa: “El
socialismo tiene que vertebrar Europa, urge un movimiento
socialista fuerte pero, además, hay que entender
que la estructura en la que actúa el capitalismo
se ha internacionalizado mientras que los mecanismos
de protección para los trabajadores siguen
a nivel nacional”. “La europeización
del socialismo se tiene que reflejar en la oposición
en la que actúan esos mecanismos”,
concluye.
En un último momento, el presidente del
Parlamento Europeo hace un alegato a lo que ha supuesto
la ampliación, admitiendo que no fue un error.
En cifras, su país, la República Federal
de Alemania, con los diez países que se sumaron
a la UE en 2001, ha tenido un volumen de intercambios
comerciales que rebasan los que tienen con Estados
Unidos.
El discurso de Martin Schulz es el fiel reflejo
de un candidato que lleva años debatiendo
y soñando con la construcción de una
Europa social alejada de cualquier frontera y cualquier
impedimento para la consideración de la identidad
europea. Él mismo se proclama como el mejor
ejemplo de lo que es Europa para muchos ciudadanos.
Nació en la frontera entre Bélgica,
Luxemburgo y Alemania, una frontera que algún
día le encantaría eliminar.