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Red-acción
II Época / Nº38
Marzo
2010
CULTURA / GALERÍA DE ARTE

La hora del crepúsculo (II)

Por Carmen Laptev Lozano, Paula López Jiménez, Katia Denisenko y Wendy Lozano Loaiza, alumnas de 1º de ESO del IES José María Pereda de Santander.

Los estudiantes de 1º de la ESO continúan practicando lo estudiado acerca de la narración siguiendo unas pautas dadas por la profesora. Escribir un relato con un comienzo y un final dado: "Era la hora del crepúsculo…" y "… se sumergió en la profundidad de las aguas cristalinas".

La hora del crepúsculo.

Era la hora del crepúsculo cuando Elena, la princesa del reino de Galicia, se reunió con Edward, un príncipe inglés que era amigo suyo, para hablar de algo muy importante.
Edward le dijo a la princesa:
- Sólo te he llamado para advertirte de que mi hermano Arthur está enamorado de ti y puede volverse muy pesado.
La princesa contestó:
- No importa. Pasaré de él y ya está-.
- No creo que se lo tome muy bien.- insistió Edward, pero a Elena eso no le importó.

Al día siguiente, Elena se despertó y oyó como alguien la llamaba desde el patio del castillo. Se asomó a la ventana de su habitación y allí vio a Arthur, el hermano mayor de Edward, que le decía con un acento inglés muy gracioso:
- Alteza, bajad, quiero deciros algo.-
La princesa se vistió y bajó al patio del castillo. Ahí se encontró con Arthur y éste le dijo con el mismo acento gracioso de antes:
- Vámonos al bosque, no quiero hablar de este tema aquí.
- ¿Y por qué no podemos hablar aquí?- preguntó la princesa.
- Porque al lado de nosotros está la Baronesa, que es una cotilla, y me da un poco de corte hablar con ella oyéndonos.- dijo Arthur y la Baronesa, que estaba escuchando, dijo:
- Por mí no os cortéis, podéis seguir hablan de vuestras cositas.

A Elena le pareció bien la idea de Arthur de irse al bosque, así que se fue a los establos a coger a Silver, uno de sus seis caballos, para cabalgar hacia el bosque junto con Arthur. Cuando ya llegaron al claro del bosque Arthur le dijo a Elena:
- Como soy el mejor príncipe de todos los que existen he decidido que te vas a casar conmigo y que vas a irte a vivir al castillo que heredé de mis antepasados: Camelot, y no te quedarás en este castillucho cutre en el que vives ahora.

Elena, toda furiosa, le dijo:
- ¿Castillucho cutre? ¡Déjame en paz, pesado! ¡Estás acostumbrado a ser un niñito mimado y a que todo el mundo te dé la razón pero yo no voy a hacerlo!

Después de decir esto la princesa golpeó a su caballo con la espuelas y éste empezó a galopar de vuelta al castillo. Arthur se quedó ahí, en el claro del bosque, pensando en esa cosa tan extraña que había sucedido: ¡Alguien le había llevado la contraria a él, el príncipe de Britania, el dueño de Camelot!. Después de pensarlo mucho decidió que la princesa de un reino tan pequeño como el reino de Galicia no podía llevarle la contraria a él, el heredero del Rey Arturo, así que se fue a visitar a Merlina (una maga que estaba al servicio de Arthur y Edward que era descendiente del mago Merlín) para que le ayudara a encontrar un hechizo para vengarse de la princesa.

Merlina le entregó un pequeño frasco con un líquido morado. El frasco tenía una calavera dibujada y eso hizo sospechar a Edward, que vio a su hermano salir del laboratorio de Merlina con el frasco en la mano. Edward le preguntó:
- ¿Qué se supone que estás haciendo?
Arthur, intentando ser amable con su hermano, dijo con su acento gracioso de siempre:
- Hello, hermanito querido, yo no estoy haciendo nada.
La amabilidad de su hermano hizo sospechar aún más a Edward y le preguntó a Arthur:
- Entonces, ¿por qué tienes en la mano un frasco con una calavera?
Arthur escondió el frasco y dijo:
- ¿De qué frasco estás hablando?
Edward estaba a punto de responderle cuando un sirviente le llamó y le dijo que había un noble esperándole en la entrada del castillo. Edward se dirigió a la entrada y ahí vio a un hombre bajito, con el pelo rizado y gris y una perilla también gris. El hombre llevaba un vestido morado con adornos dorados y una capa blanca. En la cabeza llevaba una corona con tres piedras preciosas incrustadas.

El hombre en cuanto vio a Edward se dirigió a él y le dijo todo furioso:
- ¿Dónde está ese pijo de tu hermano? ¡Quiero decirle que deje en paz a mi hija!
Edward estaba contento por saber que su hermano se iba a meter en un lío pero le tenía miedo a ese hombre furioso que tenía delante y no sabía si corría peligro por ser amigo de Elena y lo único que se le ocurrió decir fue:
- ¿Vos... vos sois... el padre de Elena?
El padre de la princesa contestó:
- ¡Sí! ¡Pero ahora eso no importa!

Arthur aprovechó que Edward estaba hablando con el padre de Elena para coger el caballo e ir hacia el castillo de la princesa para entregarle la poción que había preparado Merlina. Arthur entró en el castillo y se encontró con la sirvienta de la princesa y le dijo:
- Hello, soy el futuro marido de la princesa y quiero que le entreguéis esto.
Y le entregó el frasco. La sirvienta observó el líquido morado que había en el frasco y preguntó:
- ¿Qué es esto?
El príncipe inglés dijo lo primero que se le ocurrió:
- Emm... pues... esto es... ¡zumo de moras! ¡El favorito de la princesa!
- ¿Y por qué tiene una calavera?- preguntó la sirvienta.
Arthur, como no sabía qué decir respondió:
- ¿Eso? ¡Bah! ¡Eso no es una calavera! ¡Eso es una carita sonriente!

La sirvienta cogió el frasco y se fue a la habitación de la princesa. Cuando entró en la habitación le entregó el frasco y le dijo:
- Tomad alteza, es un zumo de moras. Uno con acento inglés me dijo que os lo diera.
La princesa, pensativa, dijo:
- Uno con acento inglés... ¿Era uno bajito y pelirrojo?
La sirvienta dijo que sí y Elena dijo:
- Ah, entonces será John.

Pero la sirvienta se equivocaba. Arthur no era bajito, de hecho medía 1’95. Sólo que la sirvienta estaba mal de la vista. Así que por culpa de este problema de la sirvienta al pobre John le iba a caer un marrón muy grande. La princesa se bebió el líquido morado del frasco y se convirtió en una ogra muy parecida a Fiona, la mujer de Shrek. La princesa se miró al espejo y en cuanto vio lo que le había hecho la poción ordenó que apresaran a John.

Al día siguiente fue el juicio. A John no le iba nada bien. Estaban a punto de condenarle al verdugo por envenenar a la princesa, un delito que él no había cometido. Por suerte cuando el verdugo iba a matar a John apareció Edward y dijo:
- ¡Quieto! ¡Él no es el que le entregó el frasco a la princesa, el que se lo entregó fue mi hermano Arthur!
Entonces un campesino dijo:
- ¡Pero si la sirvienta de la princesa dijo que la persona que le entregó el frasco era bajita, y Arthur mide casi dos metros!

Entonces Elena recordó el problema de vista de su sirvienta y ordenó que dejaran libre a John (a la princesa le encantaba dar órdenes). Después de pedir perdón a John fue a visitar a los dos hermanos de Merlina que vivían en su castillo. Uno de los hermanos era mago y el otro era experto en hacer inventos que siempre acaban explotando. Este último era el famoso profesor que creó el invento que venció a la legendaria bruja Mari Puri Muchas Verrugas. Por eso Elena les llamó para que deshicieran el hechizo de Merlina. Los dos hermanos trabajaron mucho pero no consiguieron nada. El profesor intentó volver a construir su mejor intento: el Antihechicineitordelabrujineitor 3000, pero no lo logró. El hermano del profesor intentó crear un antídoto y después de una semana sin dormir lo logró. Mientras su hermano dormía, el profesor entró en el laboratorio y supervisó el antídoto para ver si tenía algún fallo y encontró uno muy grande: ese antídoto era demasiado perfecto: no explotaba, no tenía efectos secundarios, no era peligroso... Eso molestaba mucho al profesor, que estaba acostumbrado a que todos sus inventos tuvieran algún defecto, así que decidió hacerle algunos arreglillos. Después de pensarlo un rato decidió hacer que el antídoto convirtiera a la princesa en un pez. Así su hermano quedaría fatal. Después de sabotear el antídoto de su hermano, el profesor se fue a dormir y unos instantes después una luz azulada iluminó el laboratorio y entre una nube de humo apareció Merlina, que en su bola de cristal había visto que uno de sus hermanos había creado un antídoto para su poción y quería sabotearlo. Lo que Merlina no había visto era que el profesor ya lo había hecho antes. Después de trabajar hasta las tres de la mañana consiguió hacer que el antídoto sirviera para que la princesa, al beberlo, se convirtiera en un centauro con alas (en otras palabras, mitad persona mitad Pegaso).

Al día siguiente el hermano del profesor despertó a Elena y le dijo:
-Vamos alteza, es el momento de probar el antídoto. La princesa se lo bebió y en pocos segundos se transformó. Pero no en un pez, ni en un centauro con alas ¡sino en una sirena con alas! Como Merlina la había intentado convertir en una criatura y el profesor en otra diferente, al final había salido una mezcla de las dos. El profesor, al ver que Elena no se había convertido en un pez dijo:
- ¡Nooo! ¡Ha salido mal! ¡Yo no quería que fuera una sirena, yo quería que fuera un pez!

La princesa al oír esas palabras ordenó que encarcelaran al profesor y se fue volando a hacerle una visita a Merlina y Arthur, que eran los que habían empezado todo este lío. Por el camino descubrió que ahora tenía súper-poderes y los utilizó para luchar contra Arthur y Merlina y les venció. Después de verlo decidió que le gustaba más ser sirena voladora que ser humana y después de despedirse de sus familiares y amigos se fue al lago y ahí se sumergió en las profundidades de las aguas cristalinas.

                                                                        Carmen Laptev Lozano 1ºD


DESEOS ESCRITOS

Era la hora de crepúsculo, esa noche me quedé en casa de Cris, mi amiga. Su habitación era entera blanca, con una litera al fondo y en cada lado un armario, con muchas estrellas en las paredes, un montón de juguetes. Esa noche yo dormí en la cama de abajo y ella en la de arriba.

Eran las dos de la mañana yo no podía dormir, desperté a Cris y encendimos la lamparita blanca. Estuvimos hablando durante una hora y como esa noche la asustó tanto decidió escribirlo en su diario. Después de hacerlo me contó que en la parte de atrás del diario escribía cosas que le gustaría que pasaran. Leí, por ejemplo, que quería vivir en Hollywood, con todos los famosos y que la gustaría que ella y yo nunca nos separásemos. En ese momento, ella decidió escribir algo que nos gustaría que nos pasase a las dos: "queremos vivir en una mansión con vistas al mar, con piscinas y con mucho terreno para jugar’", escribimos.

Cuando nos entró el sueño nos quedamos dormidas. Al despertar no dábamos crédito a lo que ocurría: la habitación era el doble de grande, había muchas más cosas, como un estudio de música o un vestidor. De repente se encendió la tele de plasma que ocupaba media habitación y en ella apareció la madre de Crís diciendo que el desayuno estaba servido. Nos vestimos y bajamos corriendo; como la escalera era de caracol me tropecé cayendo por ella, me di un fuerte golpe en la cabeza y perdí el conocimiento.

Cuando desperté estaba en la antigua casa de mi amiga Cris, con cuarenta años más y las piernas colgando de la litera de aquella habitación blanca que ahora me parece tan infantil. Recordé toda la historia del diario, que si escribías algo se hacía realidad, así que encendí la lámpara y escribí que quería estar en aquella gran mansión con mi amiga Cris a la hora del desayuno, con cuarenta años menos.

En ese momento todo sucedió de nuevo, estaba bajando por aquellas escaleras para ir a desayunar pero muy despacio y con cuidado ¡Buff, menos mal! Después del desayuno apareció un señor muy estirado que parecía ser nuestro profesor a domicilio. No teníamos que ir al colegio, era todo muy fácil y se hacía a nuestro antojo. Incluso vinieron nuestros padres a buscarme y les dije que quería quedarme a vivir allí, me quedaba con mi amiga Cris a vivir en aquella mansión tan fantástica. Recapacitamos y dijimos que esto era una maravilla, todo lo que escribíamos se cumplía, así que escribimos que desearíamos tener unas vacaciones en Hawai, en un bungalow de lujo. Nos fuimos a la cama pensando que al despertar nos iban a dar la buena noticia de las vacaciones. Al despertar la madre de Cris nos dio los billetes para un hotel en Hawai; fuimos en un avión privado y cuando llegamos al hotel decidimos deshacer las maletas y nos fuimos a la playa a darnos un baño, después comimos mientras nos relajábamos en unas tumbonas tomando el sol.

Cuando nos aburríamos escribíamos más cosas en el diario. Escribimos que queríamos ir a Roma a pedir pizzas, después a Paris de compras, a Suiza a esquiar, a New York a visitar la estatua de la libertad, a Egipto a visitar las pirámides de los egipcios, así otra y otra... Pero transcurrieron los días, meses y nos dimos de cuenta de que echábamos algo de menos, algo en falta. Necesitábamos algo, que nos dijeran qué hacer, ponernos deberes, seguir algunas reglas o algún tipo de orden, pero sobre todo echábamos de menos a nuestros padres. ¡Quién nos lo iba a decir!. Deseamos volver a la mansión de lujo. Al llegar, la madre de Crís estaba empeñada en que no hiciéramos nada, que nos tumbásemos en el sofá y nos relajáramos.

No estábamos seguras, pero en el fondo queríamos volver a nuestra antigua vida, con nuestros clásicos padres, viejos amigos; pero antes de volver quisimos hacer un último viaje, queríamos ir a Hollywood, el sueño de Crís. Llegamos allí pero no era como nosotros pensábamos; era un desierto lleno de lagos oscuros y profundos en medio de un montos de turistas sacando fotos y no había ningún famoso. Al asomarnos vinieron unos niños corriendo, nos empujaron y caímos a la laguna; su agua era espesa y mal oliente, casi nos ahogamos y del cansancio perdimos el conocimiento.

Al despertar estaba ahí en la habitación blanca con setenta años más, con las piernas encogidas y en la litera. Encendí la lámpara y escribí en el diario que quería volver a la mansión. Me quedé dormida a la hora de llegar del viaje de Hollywood; le conté todo a Cris y me dijo que a ella también le había pasado lo mismo, así que decidimos volver a nuestra antigua vida ya que parecía peligroso y podríamos volver a tener otro sueño y podríamos volver a ser más viejas y podríamos morir en el viaje.

Cogimos el diario y escribimos todo lo que queríamos hacer, era lo mejor. Al despertar estábamos en el pequeño cuarto blanco con sus literas, sus armarios y sus juguetes; saludamos a nuestros padres como si nada hubiera pasado y con la excusa de dar un paseo por la ciudad nos acercamos al muelle del mar. Con mucha pena tiramos el diario al agua, y en aquel momento vimos cómo se sumergía en las profundidades de las aguas marinas.

                                                                         Paula López Jiménez. 1ºD


LA LEYENDA DEL LAGO POCK

Era la hora del crepúsculo. La familia Gutiérrez contemplaba el reflejo de las montañas en el Lago Pock.
Dijo el padre:
- ¿Sabéis que hay una leyenda sobre este lago? Vamos a la cabaña y mientras encendemos un fuego os la cuento.
El padre empezó a contar la historia... y todos sentados estaban muy atentos para ver lo que decía.

“Hace muchísimos años, donde hoy está el Lago Pock había un lago pequeño rodeado por pantanos con las aguas tranquilas. Cerca vivía una familia india. Tenían una hermosa hija que se había acostumbrado a peinarse todas las mañanas a la orilla del lago.
Una mañana fresca de otoño escuchó una voz que la llamaba desde el lago.
- "Soy joven y estoy solo en mis dominios. Si vienes conmigo serás una reina rica y feliz."
La niña medio hechizada decidió seguir al joven de relucientes vestiduras y voz cautivante, sin escuchar los gritos y los ruegos de sus padres que la llamaban para que no los abandonara.

Había pasado un año cuando un día apareció la niña en la cabaña de sus queridos padres, con ricos vestidos y joyas de oro y de plata.
- ¡No estéis tristes!- les dijo- yo soy feliz. Cada año vendré a veros, pues lo único que me falta es vuestro cariño. Ahora tengo que irme...
El padre de la niña, desesperado, agarró fuertemente a su hija para impedir su partida, diciéndole:
- No te dejaré ir sin nosotros. Eres nuestra hija.
De repente se sintió un fuerte temblor y un viento huracanado se llevó a la muchacha.
Al mismo tiempo la cabaña se fue hundiendo en el lago junto a los angustiados padres y el lago se fue agrandando hasta llegar a lo que es hoy el Lago Pock.
Allí, en el fondo, están hoy viviendo felices con su hija de larga cabellera y el joven rey.
Y cuentan los pobladores más antiguos que en algunos días soleados se puede observar la cabaña tal y como se sumergió en la profundidad de las aguas cristalinas."
                                        

                                                                                 Katia Denisenko. 1º-C


MI GRAN DÍA

Era la hora del crepúsculo, sabía que todo lo que me iba a pasar hoy iba a ser lo mejor de mi vida.
Era mi sueño, era lo que más había anhelado cuando lo conocí. Por aquel entonces tenía tan sólo 17 años pero él había sido el chico capaz de hacer que mi vida tuviese color, el logro de que todos mis problemas "literalmente" desaparecieran. Hoy día 14 de marzo de 2018 estoy rumbo a Río de Janeiro (Brasil); me voy de luna de miel con él, un chico hermoso tanto por fuera como por dentro... se llama Alex.

Es una persona que siempre tiene una sonrisa en el rostro, que aunque tuvieses el peor problema del mundo te saca la sonrisa que llevas dentro. Estoy segura de que no es el más hermoso del mundo pero para mí sencillamente lo es todo.

Me había quedado dormida en el avión. En ese momento estaba teniendo la peor pesadilla, estaba soñando que Alex me dejaba; decía que ya no me quería, que ya no sentía lo mismo que antes por mí. Sentí como si mi corazón se rompiera en mil pedazos, como si estuviesen martillándolo. La verdad no sé cómo expresar ese sentimiento, creo que no tengo palabras suficientes como para describirlo.

Justo en ese momento, cuando yo estaba empezando a llorar en el sueño, sentí una mano cálida, suave, en mi mejilla, como si estuviesen secando una lágrima de mi rostro.
Me desperté sobresaltada, pero me tranquilizó diciéndome:
- Tranquila ha sido solo una pesadilla.
Me coloqué en mi asiento y, en efecto, sentí una pequeña gota recorriendo una parte de mi mejilla, me la sequé pensando en aquel sueño que gracias a Dios solo fue un sueño, pensaba yo.

El viaje duró 11 horas. Cuando aterrizamos me había tranquilizado del todo.
Bajamos del avión, fuimos a recoger todo nuestro equipaje; cogimos un taxi que nos dejó en la puerta del hotel en el que nos íbamos a hospedar durante tres semanas y subimos a nuestra habitación. Era la número 202, entramos y me quedé sorprendida por lo bonita que era. Tenía un balcón que quedaba frente a una playa extraordinaria El color del agua era un azul cristalino, hermoso. Me quedé dos minutos contemplando aquella playa; recordé que tenía que entrar a la habitación a ayudar a deshacer las maletas pero cuando me giré, él estaba allí observándome. Me preguntó:
- ¿Quieres que vayamos a darnos un baño a la playa?
- Sí- le contesté emocionada.
- Vale, ponte el traje de baño y bajamos.

Cuando estuvimos listos bajamos los dos cogidos de la mano. En cuanto llegué me metí corriendo en el agua. Estaba muy tibia, así daba gusto estar en el mar, me dije para mí misma.

Después de un rato, Alex me preguntó:
- ¿Por qué te despertaste sobresaltada en el avión?.
Entonces me acordé de aquel sueño y se me puso la piel de gallina.
- Un mal sueño -le contesté.
- ¿Me puedes contar de qué iba?
- Vale- dije un poco confusa.

Cuando terminé de contárselo me miró fijamente a los ojos y me dijo:
- No me gustaría que algún día pensaras que te voy a dejar de querer porque yo ahora sin ti no podría volver a vivir. Dos sencillas palabras: te amo.

Me quedé sorprendida por aquellas palabras tan hermosas.
- Prometo no pensar eso jamás en mi vida- le contesté con una sonrisa al pensar que iba a estar con él hasta el ultimo día de mi vida.

Nos dimos un beso profundo bajo la luz de la luna y nos sumergimos en las profundidades de las aguas cristalinas.

                                                                        Wendy Lozano Loaiza. 1ºD



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