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Red-acción
II Época / Nº38
Marzo
2010
CULTURA / GALERÍA DE ARTE

El niño maldito y otras historias

Por Noelia Fernández Cobo, Laura Puente Abascal, Alan Kertjem Medina e Ilenia Blanco Bégolo, alumnos del IES Ricardo Bernardo de Solares.

¿Te gustan las historias de miedo? Cuatro son los relatos ganadores del certamen de relatos de terror organizado en el IES Ricardo Bernardo de Solares.

Las pesadillas invadiendo nuestros sueños.

 

¿Las pesadillas son reales? | El niño maldito | La autopsia| Un cuento para dormir

 

 

 

 

¿CREES QUE LAS PESADILLAS SON REALES O SON TONTERÍAS?
Por Noelia Fernández Cobo. 2º ESO D

Mi corazón no aguanta más, siento que me estoy ahogando y que no voy a llegar hasta el final cuando corro. No entiendo por qué estoy corriendo, no entiendo a dónde voy ni por qué. Pero siento algo muy raro dentro de mí, es como si tuviese la intuición de que algo malo va a pasar o más bien que me van a hacer daño. Sigo en la misma dirección que hace aproximadamente diez minutos, con la diferencia de que mis ojos no pueden ver como antes por la oscuridad de la noche y el color blanco plateado de la luna; es un color diferente, con un brillo... destacado podría deciros, es similar a una piedra preciosa, sin embargo, consigue tu absoluta atención hacia ella muy detenidamente y da la impresión de que te aísla de la vida real. No consigo explicar qué siento y mi mente no me detiene ante esa belleza impura porque presiente el acercamiento del peligro. He llegado a un lugar extraño en el final de mi barrio, en el final de... todo. Los latidos los siento muy fuertes pues quizás he corrido dos o tres kilómetros desde mi casa y sin rumbo fijo en dirección extraña.

No soy muy realista sobre las cosas, pero miro el muro que separa las grandes montañas de mi barrio, y veo sombras con movimientos tan rápidos que apenas distingo de quién o quiénes se trata. No sé si esto es real pero no lo parece. Le doy vueltas y vueltas a este asunto, quiero saber dónde estoy y por qué. No hace mucho desde que llegué aquí y no conozco muy bien los lugares de este pueblo, pero apostaría mi vida a que así no termina el barrio; quiero decir, tan separado y alejado. No hay nadie más junto a mí puesto que son casi la una de la mañana y es entonces cuando oigo un silencio en toda la zona. Ahora sí tengo miedo, ahora sí siento el peligro en todo mi cuerpo y el frío que lo acompaña. No obstante y repentinamente oigo un ladrido de un perro, algo fuerte muy fuerte que da la impresión de que huye pero por otro lado, me da la sensación de que no tengo que correr porque estoy a salvo y enseguida conoceré este misterio. El perro ya se ha callado y los pasos de una de las siluetas negras, por cierto, muy altanera, se acerca muy deprisa hacia mí. Intento acercarme pero no puedo, no soy una persona atrevida y en estos casos suelo esperar a ver qué pasa, y con tan sólo esperar un minuto esa silueta que tenía la intención de acercarse a mí se va, escondida tras un muro.

Desde luego es ahora cuando mi boca se queda abierta de tanta sorpresa, pero se cierra por el frío. ¿Por qué no ha venido donde mí? Ésa es mi pregunta y aunque quiera responder a esa cuestión no creo que pueda. Estoy en las mismas, vuelvo por la misma calle que he venido sin saber ni por qué ni cómo. Sólo distingo el blanco de mi pijama con las letras negras escritas en él. Andando y andando, cerca de la una y media o así me doy cuenta de que mi zapatilla no pisa bien, como si algo tuviese debajo. Me descalzo y encuentro una nota en mi suela. Esa nota por cierto muy arrugada y muy sucia decía:
"Sé que no tienes motivos para creerme, para escucharme y aunque esté muerto debes saber que no te estoy mintiendo porque soy tu padre, a pesar de no haber respondido por ti como lo debería de haber hecho hace muchísimo tiempo... si hoy te he hecho esto es porque debes saber que no soy un asesino sino que tu madre te dijo esa mentira con el único objetivo de que tú no supieras la verdad... sobre que... es ella quien... (en ese momento me estaba alterando por la intriga de esa verdad oculta)... cometió esos delitos hace muchos años. No puedo protegerte pero intenta huir de ella por favor."

Como comprenderás después de leer esto me llegó un escalofrío increíble y más aún cuando sentí la mano de mi madre rodeándome por el cuerpo y diciéndome: "¿Qué haces aquí?", estaba preocupada. Simplemente no le expliqué nada y tampoco le pregunté por su mano escondida llena de sangre. Esta mañana cuando me desperté intenté hacer memoria de todo lo que se suponía que había pasado y... creo que todo fue un sueño pero aún así me desconcertaba y creo que tenía miedo. Bajando a desayunar, ví sobre la mesa una nota con la excusa de que se había ido trabajar, y ví en todo el mármol de la cocina sangre y sangre.

No había nada más que eso. Ahora me pregunto si lo que pasó ayer fue real o lo había soñado... ¿Cómo aclaro mi duda?


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EL NIÑO MALDITO
Por Laura Puente Abascal. 1º ESO A

En un pueblo llamado Miedo se decía que aquellos que nacían el 31 de octubre, el día de Hallowen, estaban malditos. Pero había niños que habían nacido ese mismo día (el día de Halloween) y no lo estaban.
Un buen día nació un niño llamado Armando. Aunque al principio parecía un niño normal, pasaron los años y siempre que se le acercaba alguien se caía y eso que no había nada con qué tropezarse. Por eso la gente cuando lo veía no se acercaba a él porque pensaban que estaba maldito.

Un día cansado de que nadie se le acercase se concentró muchísimo para que se volviesen todos malditos y así fue: todos se tropezaban y se caían a los charcos del encantamiento y se le acercaron para pedirle que les volviera normales.

Pero Armando no quiso hasta haberse vengado de todos. Cuando alguien se caía se reía a carcajadas y así estuvo días y días durante todo un mes. Finalmente se hartó porque él ya no se divertía viendo cómo los demás sufrían más lo que él había sufrido.

Así que decidió que fueran normales porque si no él se aburriría solo. Las personas ya estaban con Armando pero porque le tenían miedo y no sabían si irse o estar con él, ya que la gente pensaba que si le llevaban la contaria podía convertirlos en cualquier cosa.

Un día un niño se enfrentó contra Armando y le preguntó:
- Oye, ¿tú tienes poderes para convertirnos en cualquier cosa?.
- Sí- respondió Armando- pero si tuviera un amigo de verdad no los utilizaría.
- Yo seré tu amigo- afirmó el niño- pero... con una condición: no utilizarás más tus poderes.
- Sí, pero si alguien me fastidiara mucho los utilizaría para fastidiarle a él más. Pero eso último no se lo dijo al niño.

 


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LA AUTOPSIA
Por Alan Kertjem Medina

19 de enero de 2003- Hospital de Washinton D.C.

Fue un asesinato cruel, brazos mutilados, heridas profundas por los fragmentos de vintal, su estómago rajado de arriba abajo y con los ojos tornados. Una fuerte discusión pudo causar la violenta pelea entre el señor y la señora James, en el que el señor James resultó gravemente herido y, posteriormente, la señora desahogó sus 10 años de frustración en su matrimonio.

Al siguiente día vino un empleado del hospital encargado de recoger cadáveres para su autopsia y aunque la mujer ya había confesado quería tener una prueba fiable. El empleado, llamado Jorge, cumplía su odiosa rutina con las mismas ganas de siempre. Metió al difunto en su furgoneta azul y encendió el motor. Empezó a remontar las calles y a escurrirse entre los altos edificios hasta llegar a una gasolinera donde paró a repostar. Cuando dejó las llaves puestas en su furgoneta para ir a pagar no contaba con aquel ladron que entró en el coche y arrancó rápidamente; cuando Jorge quiso darse cuenta de los hechos ya era demasiado tarde. La policía le llevó al hospital pero no encontraron el coche. A Jorge se le iba a caer el pelo por la pérdida de la furgoneta, pero no se acordaba en ese instante del señor James que seguiría en la furgoneta. Con el alma por los suelos Jorge se dirigía por los pasillos blancos hasta el despacho del mayor cargo del hospital, por decirlo de algún modo el "jefe". Llamó a la puerta y una voz le llamó para que entrara.
- Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?
- Si, verá... Ha habido un pequeño incidente con la furgoneta.
- Explíquese.
- Paré a repostar en una gasolinera y se la llevó un hombre.

Hubo una muy larga pausa hasta que su jefe le habló de nuevo.
- Bien, enviaré la solicitud de una nueva... qué se le va a hacer, pero quedará suspendido de su cargo durante una semana.

Jorge sin decir más se marchó, se quedaría sin su paga de una semana, era su mayor problema hasta que lo recordó. El miércoles, era el miércoles la autopsia del señor James junto con los demás pacientes.

No había entregado el cadáver, aquello era deficiencia en su trabajo, la familia probablemente podría demandarle con una fuerte cantidad de dinero, ya podía despedirse del Audi del que se había enamorado. No, no y no de ninguna manera, no podía pasar, había trabajado su vida para ello. Recordó cada calle y cada lugar de Washington y sus alrededores. No había resultados... Llegó el miércoles y fue al hospital. Ese día se acabaría todo para él. Pero a Jorge se le ocurrió lo que él llamó una "brillante idea".
A la hora de la autopsia fue sonriente a la sala donde tendría lugar ese evento. Después de 15 minutos sin que apareciera el encargado de llevar a cabo el proceso, uno de los enfermeros preguntó a Jorge.
- ¿Dónde está el doctor?
- En su sitio.
- ¿Y el difunto James?
Entonces Jorge sonrió y le respondió:
- En su sitio.


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UN CUENTO PARA DORMIR
Por Ilenia Blanco Bégolo 4º ESO D

No podía concentrarme, estaba sentada frente al papel, pensativa, frustrada por no saber cómo comenzar. Me agarré la cabeza con las manos cerrando los ojos, intentando desconectar de todo lo demás.

De pronto, algo me agarró por detrás tapándome la nariz con un pañuelo húmedo.
Eso es lo único que recuerdo antes de pararme a mirar a mi alrededor y explorar dónde me encontraba ahora.

Estaba sola en una calle iluminada por dos farolas, los edificios que rodeaban la calle parecían abandonados. De repente fui consciente de que mi situación no era muy lógica. En sólo unos instantes, o eso me había parecido a mí, me había transportado a una especie de ciudad fantasma. Empecé a explorar los alrededores con la intención de encontrar a alguien a quien poder pedir ayuda. Pero no encontré a nadie, me di por vencida, y me senté al lado de un alcantarillado.

De repente empecé a escuchar unos extraños y espeluznantes ruidos que provenían del interior. Estaba asustada pero no tenía otra opción, pues tal vez encontrase ahí mi medio de huida.

Cogí una barra de hierro para usarla de palanca y junté todas mis fuerzas para abrir la alcantarilla. Después de intentarlo varias veces conseguí abrirla. Los gritos se hicieron más intensos y mi miedo aumentaba por momentos. Me aventuré a bajar. Al llegar al fondo noté cómo mis pies se llenaban de un líquido ligeramente denso. Cuando bajé la vista me desmayé al comprobar que era sangre.

Volví en mí en una atrapada jaula. Me encontraba confusa, exploré a mí alrededor buscando una forma de escape.
La jaula no tenía puerta, eran todo barrotes duros e irrompibles.
En el centro había un saco de dormir y un orinal; presentí que no sería mi único día aquí. Desconsolada me acurruqué en el saco y me dormí. Al cabo de no sé cuánto tiempo, desperté y oí unas voces. Empecé a llamar desesperadamente, pero no obtuve respuesta, sólo oía el ruido de pasos que se acercaban a mí muy lentamente. El corazón me latía fuerte y el miedo recorría cada centímetro de mi cuerpo.

- Aquí lo dejo, mañana más, cariño.- Se despidió con un beso en la frente, apagó la lamparita de noche y se fue dejando la puerta medio abierta.
Me encantaban las historias de terror que mi padre me leía antes de acostarme. Me acurruqué entre las sábanas dándome la vuelta y cerré los ojos.

 


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