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Nº 116
CULTURA / CRÍTICAS

'13 perros'

Por Álvaro García, estudiante de 3º de Secundaria del IES Santa Cruz de Castañeda.

El lunes, tras leer el informe que encontró sobre su mesa, el teniente Manley se percata de que el Cuencasat, un satélite artificial enviado al espacio por la diputación de Cuenca, abandona su órbita habitual para pegarse al Meteosat, y lo peor de todo es que el Meteosat tiene preparada una autodestrucción para dentro de cuatro días.

 

Título: '13 perros'

Autor: Fernando Lalana

Año de publicación: 2013

Editorial: Bambú

Páginas: 234


Cuatro semanas antes, el último día de curso, la madre de Félix es despedida de su trabajo como maestra en la escuela, por lo que se gasta el dinero de la indemnización en una gran lupa alemana y en un cursillo exprés de detective privado para poder cumplir así el sueño de su vida.

El lunes por la mañana se presenta en casa de Félix el primer cliente de su madre, Vicente Barrantes, pero esta no le puede atender, por lo que lo tiene que hacer Félix. Vicente habia perdido su perro y quería recuperarlo, por eso acudía a ellos. Además les entregó la primera semana de sueldo por adelantado, con lo que acababan de ganar 600 euros.

Ese mismo día por la tarde Félix queda con sus amigos en el bar Old Trafford, donde sus amigos le preguntan por el trabajo de su madre. El niño les cuenta toda la historia sobre su primer caso y deciden salir en busca de Marajá, el perro perdido.

Cuando llegan a casa de don Vicente, se dividen en parejas para poder abarcar más territorio. A Félix le toca con Cuca, una chica muy lista. Fueron avanzando poco a poco y unos 300m más adelante encuentran al perro que están buscando, en un pequeño parque.

Al día siguiente al levantarse Félix observa cierta preocupación en su madre, generada porque don Vicente no responde al teléfono, así que Félix y su madre dejan a Marajá en casa de Cuca y van a investigar a Villa Agripina, la casa de don Vicente. Como no encuentran indicios de vida, deciden ir a preguntar al dueño de una tienda cercana, quien les confiesa que don Vicente se había ido con unos hombre fuertes de traje negro que le esperaban al llegar a casa.

El miércoles por la mañana llega otro cliente, pero esta vez sí que le atiende la madre, por lo que Félix se queda escuchando atentamente al otro lado de la puerta. Mientras escucha la conversación sucede una cosa inesperada, el cliente que había acudido por la desaparición de su perro, al igual que el de don Vicente, también se llama Marajá, era de la misma raza y clavado al de don Vicente. Amancio también vivía en Villa Agripina, era jubilado y también pagó el adelanto con tres billetes de 200€.

Después de que su cliente marchara, la madre y el hijo empezaron a discutir sobre las opciones que ambos tenían, que eran dos. Una era entregar el perro a don Amancio, puesto que Vicente había desaparecido, y la otra era ir a Villa Agripina para investigar quién era el que vivía allí, por lo que optaron por la más honrada, la segunda.

Félix y su madre estaban acompañados por dos de sus amigos, Cuca y Luisfer. Se encontraban en Villa Agripina para investigar quién era el verdadero dueño. Para empezar, todos se colocaron en sus posiciones y Elvira se dirigió al timbre para hacerlo sonar. Mientras tanto, los demás espiaban por los alrededores para ver si encontraban algún indicio de vida en el interior de la casa. Como no vieron a nadie decidieron colarse.

Una vez dentro empezaron a investigar por el interior de la casa, pero lo único que vieron eran bibliotecas con libros científicos y literarios, puzles, rompecabezas, juegos de azar, barajas de cartas, juegos de loterías... pero no encontraron la información que querían.

Cuando se disponían a salir oyeron unos ruidos en el exterior y descubrieron que los mismos hombres que secuestraron a Don Vicente estaban intentando entrar en la casa, por lo que tuvieron que salir inmediatamente. Pero había un hombre que bloqueaba la entrada, por lo que tuvieron que esconderse en la cochera de la parte de atrás de la casa.

Cuando estaban en el interior de la cochera descubrieron que dentro había una jauría de perros, en total 12, por lo que todos se asustaron mucho e intentaron retroceder. Pero el ladrido de los perros alertó a los hombres que, rápidamente, fueron a investigar. Los hombres les sacaron de la cochera y les llevaron hasta su teniente, que resultó ser Felipe Manley, el padre de Félix.

Felipe es un agente secreto que, después de que Elvira le echara de casa por mentirla diciendo que era un agente de seguros y no un agente secreto, pasa seis años en una prisión boliviana, ya que una de sus misiones secretas había salido mal. Después de esta historia Félix se encuentra un poco confuso, por lo que queda con Cuca para hablar con ella de todo lo que había pasado, aprovechando que sus padres se iban a ir a cenar a un sitio caro. Como Félix y Cuca estaban un poco mosqueados con el asunto del perro, deciden ir a la academia Marmolejo donde habían recomendado a la madre de Félix como detective al señor Amancio.

Cuando llegaron a la academia, Marmolejo y Amancio les estaban esperando para contarles toda la historia desde el principio. Dos semana atrás don Vicente había recibido un carta de un tal Eladio O’ Hara Pérez, junto con siete perros. En la carta decía que como él y su otro compañero habían fallecido ya solo quedaba él para terminar la misión, pero debido a su mala memoria Vicente empezó a buscar por su casa algo con el nombre de Eladio, pero solo encontró una foto en la que aparecían ellos dos y otros científicos más. Así que por la tarde durante la partida de dominó se lo contó todo a sus amigos: Amancio, Marmolejo y Atanasio. Marmolejo le recomendó a la madre de Félix para que le ayudara así que pusieron a Don Amancio y a Majará como cebos, y habían dado en el clavo ya que él y su madre habían seguido investigando. Pero ahora no sabían por dónde seguir. A Cuca se le ocurrió que podían ir a ver si los demás perros tenían números en el collar, y así fue, todos tenían un numero; y no solo eso sino que además había collares de cinco colores, aunque no supieran qué hacer con estos números ni con estos colores.

Por la noche cuando su padre va a recoger a su madre deja un informe en casa de Félix quien, cuando vuelve a casa por la noche después de ir a dar un paseo con Cuca, lo lee y descubre todo lo del Cuencasat.

Al día siguiente, jueves, Cuca llama Félix con la solución al enigma de los números y de los colores. Cada color pertenecía a un continente diferente y cada raza tenía el collar del continente al que correspondía, pero como no estaban seguros de todas las razas acuden a un experto para que los identifique. Y en efecto Cuca estaba en lo cierto, pero a partir de ahí no saben por donde seguir.

Durante la siesta Félix tiene un sueño en el que ve lo que tienen que hacer con los números de los collares, doscientas setenta cifras que además de collares son también las piezas de algunos de los puzles de don Vicente. Esa misma tarde los dos jóvenes se reúnen con Amancio en Villa Agripina. Allí encuentran 13 puzles de 270 piezas, lo que era una coincidencia muy sospechosa, y además los puzles correspondían con los países de los que eran originarios los perros. Más tarde, llevan los puzles a la academia Marmolejo y allí reclutan voluntarios para montar los puzles, ya que el tiempo era escaso debido a que el Cuencasat explotaría en unas pocas horas.

Cuando acaban de montar todos los puzles, cogen todas las piezas indicadas en el collar de cada perro, que coincidía con el puzle, y las unieron, pero no encontraron ninguna pista. Así que Félix hizo una foto con el móvil y se la envió a su padre. Como no podían ayudar más, Cuca y Félix volvieron a casa ya que era muy tarde. Cuando ya había dejado a Cuca en casa, su padre le llamó para ver si podían ir a recoger el puzle, ya que desde la foto no encontraron nada.

Félix va con los hombres del CNI al cuartel general para allí reunirse con su padre. Allí, además de su padre, había un montón de científicos y también estaba don Vicente. A nadie se le ocurre qué hacer con ese puzle, pero de repente don Vicente tiene una idea: el mensaje podía estar escrito con tinta invisible. Y Vicente tenía razón. Para intentar descifrarlo probaron con una serie de luces, pero al final lo consiguieron descifrar con la luz negra.

Manley tenia dos opciones: mandar el mensaje al Cuencasat o no hacerlo, Manley no se fiaba de Vicente, quien le decía que no lo mandara. Al final si lo hizo y el Cuencasat se desvió, con lo que salvaron al Meteosat. También resultó que Vicente les había estado engañando porque sabía que no se fiarían de él, aunque las dos opciones eran buenas. Por último, Vicente cobró todo el dinero que la diputación de Cuenca le debía por haber enviado el satélite.

 


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