Cada año los estudiantes
de francés y alemán vemos cómo
nuestras asignaturas son marginadas frente al resto,
pese a ser de igual importancia y dificultad. No
solo se nos prohíbe estudiar los dos idiomas
sin abandonar el inglés, sino que se nos
prohíbe presentarnos a las pruebas de más
de un idioma en Selectividad.
Estos hechos contrastan con las ideas y objetivos
que promueve el Ministerio de Educación,
entre las que se encuentra no sólo incentivar
el aprendizaje del inglés sino del resto
de los idiomas, así como la introducción
de otros pertenecientes a países en auge,
como el chino o el árabe. ¿Cómo
pretende el Gobierno introducir nuevos idiomas en
las escuelas si los ya establecidos sufren una gran
decadencia a falta de incentivo?
Es necesario que el francés y el alemán
cuenten con los mismos derechos que el resto de
las asignaturas, como pueden ser la Física
o la Economía, y no se encuentren en desventaja.
Sólo así se conseguirá incentivar
el aprendizaje de éstas.
Constituye además una falta de respeto no
sólo hacia el trabajo de los alumnos sino
también al de los maestros, profesores y
académicos, que son quienes realmente se
dedican a incentivar y promover su aprendizaje.
¿Acaso se prohíbe a los alumnos deseosos
de estudiar medicina examinarse de Biología
o de Química? ¿O a los alumnos que
desean estudiar Bellas Artes examinarse de dibujo
técnico?
Sin embargo, los alumnos deseosos de estudiar filologías,
similares o simplemente interesados en mejorar sus
idiomas sí se ven privados de ver plasmado
su esfuerzo en las calificaciones finales, o al
menos mermado.
Esta situación no es la primera vez que
se denuncia, pese a las continuas réplicas
al Ministerio de Educación, así como
al Gobierno central. Esta injusticia no parece que
vaya a resolverse pronto, debido primordialmente
a su falta de interés y a sus escasas ganas
de actuar, por no decir vagancia. ¡Y luego
nos quejamos de que el presidente necesite traductor!