|   El programa 
                            Estalmat estimula el talento innato de 30 niños 
                            cántabros en la Facultad de Ciencias de la 
                            Universidad. 
                          
                             
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                                 Los alumnos de las dos clases 
                                  que integran este año el programa Estalmat, 
                                  reunidos a la entrada de la Facultad de Ciencias. 
                                  SANE.  | 
                             
                           
                          Tienen predilección por las 
                            matemáticas y eso les hace ser mejores con 
                            los números. Y cuanto mejor se les da, más 
                            crece su pasión. "La matemática 
                            es la base de todo, está en cualquier lado. 
                            No podríamos concebir un mundo sin ella". 
                            Razonamientos como el de Ignacio (13 años), 
                            del colegio Cumbres de Santander, parecen adelantados 
                            a su edad. Son síntoma de una madurez por encima 
                            de la media que podía servir de denominador 
                            común para definir a los 30 niños, de 
                            entre 12 y 13 años, que este año integran 
                            el alumnado del proyecto 'Estimulación del 
                            Talento Matemático' (Estalmat), promovido por 
                            la Universidad de Cantabria (UC), en colaboración 
                            con la Sociedad Matemática de Profesores de 
                            Cantabria y la Consejería de Educación. 
                          Los chicos se reúnen cada 
                            sábado en la Facultad de Ciencias, provenientes 
                            de todos los colegios de la región, y protagonizan 
                            unos talleres dirigidos a desentrañar los secretos 
                            matemáticos que se esconden detrás de 
                            la vida cotidiana.  
                          "No pretendemos que los niños 
                            estudien más de lo que lo hacen en el colegio. 
                            De hecho, no vienen a aprender más matemáticas 
                            de las que se les imparte en los centros. La filosofía 
                            es diferente. Les invitamos a pensar, a reflexionar, 
                            a destapar habilidades nuevas y a que lo pasen bien 
                            en torno a la ciencia", explica Cecilia Valero, 
                            profesora de la Universidad de Cantabria e impulsora 
                            del proyecto Estalmat -en funcionamiento desde hace 
                            años en otras universidades de España-, 
                            junto con Fernando Etayo y Luis Alberto Fernández, 
                            del Departamento de Matemáticas, Estadística 
                            y Computación de la UC.  
                          Una vez a la semana  
                          Cada sábado comparten tres 
                            horas en torno a las cifras, con un hilo conductor 
                            como 'leit motiv' que canaliza las actividades, que 
                            se prolongan a lo largo de un programa de dos años, 
                            que comenzó a impartirse en 2008. "Ya 
                            estamos trabajando para lograr establecer reuniones 
                            periódicas con los alumnos que terminaron y 
                            así no perderles la pista", aclara Valero, 
                            que integra el cuerpo docente al que se suman científicos 
                            universitarios y profesores de Secundaria. 
                          "Hoy hemos pasado la mañana 
                            en el parque de Las Llamas haciendo fotografía 
                            matemática. Nos hemos fijado en todo lo que 
                            tiene algo que ver con la ciencia: arquitectura, algunos 
                            órdenes de las cosas, hasta los árboles 
                            están plantados con ideas matemáticas", 
                            resalta Alicia (12 años), del colegio Agustinos, 
                            en Santander. Fue el sábado, día 2, 
                            el primer día del curso. Los alumnos de 12 
                            y 13 años de los dos cursos almorzaron juntos 
                            en la Facultad de Ciencias. "Lo pasamos muy bien 
                            porque algunos ya nos conocemos de otros años 
                            y es como una especie de campamento urbano. He hecho 
                            muchos amigos", confiesa Daniela (13 años), 
                            del colegio Torreanaz de Solares. 
                          Desmienten el mito del alumno introvertido, 
                            del geniecillo matemático aislado. "Es 
                            sencillamente cuestión de gustos. Hay gente 
                            a la que le gusta la plástica y a mí 
                            no me interesa para nada, pero las matemáticas 
                            siempre me han parecido interesantes", detalla 
                            Jesús (12 años), del colegio Castroverde 
                            de Santander. 
                            De cuando en cuando encienden la webcam y se ponen 
                            en contacto con estudiantes de Estalmat de otras regiones. 
                           
                          El proceso de selección de 
                            estos 30 chavales comenzó con un examen de 
                            habilidades y destrezas, "no necesariamente dedicadas 
                            a las matemáticas", sino centrado más 
                            bien en el desarrollo de razonamientos lógicos. 
                            "Luego hay una entrevista personal entre los 
                            profesores y los alumnos con sus padres. Es importante 
                            que quede claro que el niño podrá desarrollar 
                            la actividad, porque hay quien se echa para atrás 
                            por incompatibilidad con otras actividades, como las 
                            deportivas", detalla Valero. 
                          Si bien algunos ya se ven estudiando 
                            una ingeniería, para la inmensa mayoría, 
                            ésa es una meta aún lejana. "Venimos 
                            a pasarlo bien, a aprender lo que podamos y a hacer 
                            muchos amigos", aclara Guillermo, del colegio 
                            Kostka de Santander.  
                           
                            
                          
                          
                             
                               
                                    
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