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Red-acción
II Época / Nº43
Noviembre-Diciembre
2010
REPORTAJES / CON LA MOCHILA AL HOMBRO
Santanderinos por el mundo

Por Paula Quijano, alumna de 4º ESO B del colegio La Salle de Santander.

Paula Quijano nos cuenta su experiencia este verano en Inglaterra. Como ella, numerosos chicos de Santander pasan los veranos en otros países para aprender mejor el idioma.

Junto a las famosas cabinas telefónicas inglesas.

Mi experiencia en Inglaterra comenzó el día 7 de julio en el aeropuerto de Santander. Los cuatro santanderinos, entre los que me incluyo, junto con nuestros vecinos los vascos estábamos nerviosos e intranquilos ya que deseábamos poner el pie cuanto antes en Londres.

Debo reconocer que quizás estaba un poco asustada; nunca había pasado un mes lejos de mi casa, y menos en una casa desconocida al sur de Inglaterra donde jamás había probado mis conocimientos lingüísticos de inglés. El vuelo fue tranquilo; durante las dos horas de viaje apenas hubo turbulencias y lo primero que nos sorprendió de aquel maravilloso país fue su espectacular aeropuerto en el que apenas sabíamos a dónde dirigirnos hasta que encontramos a nuestros correspondientes monitores. Estos eran nativos ingleses por lo que nos tocaba probar a entendernos en su lengua que, al principio, fue dificultoso. De nuevo dos horas de viaje, pero esta vez en bus -que ya conducía por la izquierda-, hasta Brighton, una ciudad localizada al sur de Inglaterra que tan sólo conocía por la Wikipedia y por escasas fotos.

Nuevas amistades.

Llegamos a las 9 hasta el punto de encuentro, donde vino un taxi a recogerme para llevarme a mi correspondiente familia con la que ya había podido contactar vía e-mail, pero apenas había entendido el significado de lo que realmente me quería decir. En mi taxi no viajé sola, viajó conmigo una chica de Dinamarca que también vivía en la misma casa que yo y que también era su primer año. Parecía simpática y su nivel de inglés era asombroso. El taxi se detuvo junto a una casita azul típica inglesa, con su jardín y su particular tejado. Una señora de más o menos 55 años salió a recibirnos esbozando una amplia sonrisa y lanzando pregunta tras pregunta en inglés. Admito que cuando empezó a hablar con nosotras me planteé si realmente tenía idea de inglés, ya que apenas entendía palabras sueltas y sin sentido. Mi nueva 'host sister' y yo decidimos ir a dormir y nos encontramos con la sorpresa de que otra chica más compartía habitación con nosotras; de nuestra misma edad, acudiría al mismo colegio pero ella era austriaca.

Los días transcurrían demasiado rápido, todo aquello era tan especial... Los preciosos parques, la enorme playa de piedra tranquila y silenciosa, la gente tan amigable, el clima suave y soleado y sobre todo mi nivel de inglés, que mejoró sobresalientemente. La única "pega" fue la horrible comida inglesa, la mayoría picante, pero esto era parte de la experiencia de abrirse a nuevas culturas. Aunque la comida española y lo español allí predominaba; podías oír a los ingleses el día del mundial gritando por la noche: "Spain! Spain! Spain!" o intentando cantar la conocida canción: "yo soy español, español, español..."

Con mis compañeras de piso.

Enseguida hice amigas y frecuentábamos los coffee shops llenos de ejecutivos, gente joven, música relajante y ambiente tranquilo, además del centro comercial abarrotado de tiendas de todo tipo, restaurantes, y obligatoriamente las clases. En la calle los míticos camiones de helados con su música peculiar, al estilo de las películas; la moda inglesa extravagante que cada inglés llevaba a su estilo sin ningún prejuicio o sin tener que soportar miradas extrañas; o músicos tocando para ganarse la vida adornado la calle con sus dulces melodías. Además de visitar dos veces Londres, como visita cultural y día de compras, maravillándonos ante monumentos como el Big Ben o la Abadía de Westminster y paseando con las manos cargadas de bolsas de todas las tiendas que se encontraban en Oxford Street; o nuestra salida a Lewes, un pueblecito típico inglés, con sus tiendas para tomar el té, con sus pasteles y ancianitas hablando y pasando la tarde. En definitiva, conocer una cultura es increíble, pero lo es más aún formar parte de ella, convertirte en un "inglés" día a día, aprender sus costumbres, vivirlas, pasear por las calles, los cines, y la playa de Brighton como si fuera realmente tu ciudad; aprender y hablar, hablar y hablar inglés siendo consciente de que allí es tu única lengua y sobre todo... conocer a gente de otros lugares del mundo y demostrar que para la amistad no existen barreras ni distancia, pasar un verano realmente inolvidable.

 


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