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Red-acción
II Época / Nº39
Abril
2010
ENTREVISTAS / PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander

Por María Velarde y María Reguilón, alumnas de 1ºA de Bachiller del colegio La Paz.

Hemos tenido el placer de entrevistar a Vicente Jiménez Zamora. actual obispo de la Diócesis de Santander, sede episcopal de la Iglesia Católica en España. Nuestro obispo es oriundo de Ágreda, Soria. Comenzó siendo sacerdote de su pueblo a una edad muy temprana y al continuar evolucionando en la vida eclesiástica llegó hasta el cargo que ocupa en la actualidad. Además ha tenido el placer de conocer a los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.

El obispo de Santander con las reporteras de InterAulas.

Vicente Jiménez Zamora nació en Ágreda el 28 de enero de 1944. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Diocesano de El Burgo de Osma, en Comillas y en Roma. Ordenado sacerdote en el Seminario Diocesano de Soria el 29 de junio de 1968, ha desempeñado la responsabilidad de obispo de Osma-Soria antes de acceder al obispado de Santander, siendo conocido en el colegio apostólico por su talante abierto y su capacidad de empatía y dialogo.
Jiménez Zamora es licenciado en Filosofía por la Universidad de Santo Tomás de Roma, en Teología Dogmática por la Universidad Gregoriana de Roma y está especializado en Teología Moral por la Academia Alfonsiana. Ha desempeñado, entre otros cargos, el de miembro del Consejo Episcopal de Gobierno, del Colegio de Consultores, del Consejo Presbiterial, del Consejo Pastoral Diocesano y del Consejo de Asuntos Económicos, siendo designado vicario general de la Diócesis de Osma-Soria en 2001 y, posteriormente, obispo de la misma sede desde julio de 2004.

Pregunta.- ¿Tuvo claro desde joven que quería dedicarse a la vida eclesiástica?
Respuesta.- Sí, desde niño. Yo antes de la comunión ya era monaguillo y sentí deseos de ir al seminario. De hecho fui con doce años, igual que otros chicos de mi edad. Una vez que estuve en el seminario, donde había un ambiente de oración, piedad, estudio, disciplina y orden, fue madurando la llamada que el señor me hacía para ser sacerdote. Cuando llegué a mayor ví que ese era mi camino y me ordenaron sacerdote con 24 años. Después he estado ejerciendo la vida de sacerdote en mi diócesis de origen, Osma Soria en Castilla, hasta que después de diversos oficios el santo padre, el Papa Juan Pablo II, me llamó para que fuera obispo de mi propia diócesis.

P.- ¿Dónde estudió?
R.- Hice los estudios primero en la escuela de mi pueblo, en un ambiente muy sencillo. Recuerdo con mucho cariño y gratitud los pasos por la escuela. Tuve buenos maestros. Fui a los doce años al seminario donde estudié ocho cursos: cinco de Latín y Humanidades y tres de Filosofía. Después vine a la Universidad Pontificia de Comillas donde estudié dos años de Teología y aproveché para conocer algo de esta bella tierra. Más tarde realicé en Roma estudios superiores y me ordené sacerdote. Después volví a la diócesis para ser superior del seminario y profesor también.

P.- ¿Qué cargos ha ocupado en la Iglesia antes de ser obispo?
R.- Como os decía, después de ser sacerdote fui superior de los seminaristas mayores y profesor en materias teológicas y de Literatura, ya que siempre me han gustado mucho la Literatura y la Filosofía. Después me dediqué a la enseñanza, fui profesor en un colegio de Soria que lleva el nombre del gran poeta Antonio Machado, donde estuve catorce años de profesor de Religión. También estuve veintisiete años de profesor en la Escuela Universitaria de Enfermería de Teología Moral y he compatibilizado el ejercicio del ministerio con la docencia, pero también con cargos en parroquias pequeñas y en servicios de la diócesis: delegado de la enseñanza, delegado para los sacerdotes, vicario pastoral y, más tarde, vicario general, que es el que ayuda más directamente al obispo. Cuando mi diócesis se quedó sin obispo me eligieron para administrador de la diócesis en sede vacante, hasta que estando en esa situación me nombraron obispo hace cinco años.

P.-¿Tiene un obispo muchas responsabilidades?
R.- Tiene muchas responsabilidades, pero también cuenta con la gracia del señor. Es una carga pesada que se echa sobre los hombros, pero no la lleva solo el obispo, la lleva el señor con él. El señor es el buen pastor, el obispo de nuestras almas y el que nos empuja, nos alienta y nos da la fuerza para poder llevar este misterio que humanamente no podríamos llevar porque nadie tiene cualidades ni métodos suficientes para ser obispo. Es una vocación que se acepta en espíritu de servicio y obediencia a la iglesia. Y así yo lo he aceptado, como un servicio a la iglesia obedeciendo al santo padre.

P.-¿Cómo está estructurada la jerarquía de la Iglesia?
R.-La jerarquía de la Iglesia está encabezada por el Papa, que es el sucesor de Pedro y el principio visible de toda la unidad de la Iglesia Católica. Junto al Papa el que preside es el colegio episcopal, el conjunto de obispos extendidos por toda la tierra y, por último, los sacerdotes, que son los colaboradores directos del obispo. Después de los sacerdotes hay otro grado en la jerarquía que son los diáconos, las personas que han recibido el orden sacramental del diaconado para servir a la Iglesia. Esa es la jerarquía, pero la jerarquía no es un poder o un mando, es para servir al pueblo de Dios, para servir a los consagrados y consagradas, religiosas, religiosas y laicos. Por tanto, el sacerdocio está al servicio de todo el bien de la Iglesia del pueblo de Dios.

P.-¿Cómo hace la Iglesia frente al bajo número de sacerdotes?
R.-Efectivamente tenemos aquí en la diócesis de Santander un problema de cómo distribuir el clero. Tenemos que atender a la visión de la Iglesia que consiste en el anuncio de la palabra, en la celebración de los sacramentos, la eucaristía del domingo y todo lo que es el servicio de la caridad. Hay que hacerlo con menos personas y, por lo tanto, de otra manera. Colaborando con el sacerdote otros religiosos, laicos o seglares para llevar entre todos de común acuerdo y de forma conjunta la misión de la iglesia. Por tanto hay menor número de sacerdotes y esto es un replanteamiento nuevo de cómo hacernos presentes en las numerosas parroquias que tenemos en la diócesis, que son hasta 615. Estamos estudiando ahora un tema de la distribución del clero por unidades pastorales y correlación de todos.

P.-¿Cómo ayuda la iglesia a los necesitados?
R.-Ayuda sobre todo a través de las personas, porque la gran fuerza de la Iglesia son las personas consagradas, dedicadas en cuerpo y alma a atender a otros hombres mas necesitados. Hay religiosos, monjes, frailes, sacerdotes, laicos… que están atendiendo desde su fe cristiana y como Iglesia a los pobres y necesitados, desde los ancianos hasta los niños abandonados, pasando por los jóvenes drogadictos o ahora, con la crisis económica, a los necesitados. Entonces la Iglesia les ayuda económicamente desde la caridad de Cristo.

P.-¿Los sacerdotes se implican lo suficiente con ellos?
R.-Sí, yo estoy contento y creo que hay que darles las gracias porque antes de aparecer la crisis económica han venido ayudando a favor de los necesitados. Ahora han redoblado sus esfuerzos y han multiplicado sus atenciones y las parroquias y sacerdotes están dando buenas respuestas a los problemas y necesidades que estamos sintiendo.

P.-¿Por qué cree usted que los jóvenes participan menos actualmente en la vida religiosa?
R.-Hay sectores de jóvenes que participan en la vida cristiana, intentan seguir a Cristo. Son los jóvenes que están en grupos de formación cristiana y que participan, por ejemplo, en las jornadas mundiales de la juventud como la del 2011 que se celebrará en Madrid. Este año vamos a celebrar jornadas por toda Cantabria, también en Santander, donde nos prepararemos para la de Madrid, a la que vendrá el Papa. Por tanto hay grupos de jóvenes que sí vienen, pero hay otros que están alejados, desenganchados de la Iglesia quizá porque están afectados por el ambiente de la sociedad, muy materialista y consumista, y no han sentido ese encuentro o llamada de fe. Pero esperemos que como la llamada del señor es para todos se abran también y tengan la ocasión de vivir la fe en grupo y comunidad con otros jóvenes.

P.-¿Existen métodos para incentivarlo?
R.-El método consiste en el diálogo personal, el tú a tú, estar en cercanía de los jóvenes, viendo sus problemas, sus necesidades, los interrogantes que tienen. Hay que acercarse a ellos con mucha humildad y tener mucha paciencia, ya que los caminos y los procesos son lentos y hay inconstancia, días que se desaniman y desalientan. Es una pastoral de mucha paciencia, de mucho amor y de mucho cariño, invirtiendo mucho tiempo y ganas de querer estar con los jóvenes. Hay voluntarios que se dedican a ello y es una pastoral muy hermosa ya que los jóvenes son el presente y el futuro de la sociedad y la Iglesia.

P.-¿Cree usted que la Iglesia está modernizada en comparación a la sociedad de hoy en día?
R.-La Iglesia tiene que ser fiel a Jesucristo. En la medida que sea fiel a él estará al día porque la puesta al día o la modernidad están en la fidelidad al señor. Lo que pasa es que a veces la fidelidad al señor no se armoniza con los gustos o las modas de cada época. Muchas veces el ser cristianos es ir a contracorriente cuando las modas actuales no están de acuerdo con el mensaje del Evangelio. Por eso la Iglesia siempre será actual. Es de ayer, de hoy y de mañana porque siempre tiene a su señor y siempre que sea fiel a Jesucristo y fiel al hombre y sus necesidades actuales la Iglesia es fiel y moderna.

P.-¿Debería cambiar la Iglesia la forma de transmitir el mensaje para atraer a más personas?
R.-Efectivamente el Evangelio es el mismo ayer, hoy y siempre, pero hay que adaptarlo a las circunstancias actuales. Eso es lo que quiso hacer el concilio de Carlos II, quiso renovar la Iglesia a los tiempos actuales. El 'Papa Bueno', Juan XXIII, quiso acercar la Iglesia al mundo, ponerla en diálogo. Para ello tendrá que usar los nuevos métodos de comunicación, porque son medios para que se transmita la noticia del Evangelio.

P.-¿Cree que la falta de respeto, principios y valores es debido a la carencia de formación religiosa?
R.-La formación religiosa es un medio fuerte para educar en valores y cuando uno está bien formado puede vivir mejor esos valores del respeto, la tolerancia, la solidaridad, el amor a la paz… Si no se conocen esos valores difícilmente se van a vivir. Por eso una de las asignaturas pendientes que tenemos los cristianos es formarnos, formarnos bien, conocer bien nuestra fe y dar razón de nuestra fe al mundo moderno y al que nos haga cuestiones. Saber dar razón de por qué creemos y por qué esperamos.

P.-¿Cómo se financia la Iglesia actualmente?
R.-La Iglesia en España se financia con la ayuda que recibe a través de la colocación de la cruz en la declaración de la renta. El Estado no es que dé dinero a la Iglesia, sino que le trasvasa aportaciones de los contribuyentes sin que supongan un nuevo impuesto. Quieren que parte de los impuestos que ya pagan al Estado vaya para la Iglesia Católica (un 0,7%). La Iglesia se sostiene con los donativos y colectas de personas para fines extraordinarios. Puedo decir que la Iglesia de Santander colabora bastante generosamente en el sostenimiento de la Iglesia Católica y, en este sentido, doy las gracias a los católicos de nuestra diócesis de Santander. Además, la riqueza de la Iglesia se mira en la cantidad de personas que dedican su tiempo gratuitamente a servir a los demás. Si tuviera que pagarse todo lo que la Iglesia hace no habría dinero suficiente. Si por una hipótesis la Iglesia se parara en sus actividades de asistencia social, de caridad… se resentiría mucho la sociedad, porque la Iglesia está haciendo un gran bien a la sociedad.

El obispo recibe el nombramiento de manos del Papa Juan Pablo II.


P.-¿Tendrá repercusiones la beatificación del padre Damián para su comunidad de feligreses?
R.-Un santo siempre es una luz que se enciende en medio de la oscuridad. Un santo es un amigo que te anima y un gancho que te atrae como un imán. Y yo creo que sí será un revulsivo fuerte y un estimulo para renovar la vida de las comunidades de los que siguen su vocación y su carisma, sobre todo los jóvenes, ya que él fue un hombre entregado por amor a los demás y desgastó su vida hasta morir por los leprosos. Y eso es un mensaje muy actual, lo que realmente atrae es el amor de Damián a los demás.

P.-¿Disminuyen a lo largo de los años el número de bodas, bautizos o comuniones?
R.-Estamos notando en el sentido del matrimonio que hay parejas que no se casan por la Iglesia, se casan por lo civil o incluso hay algunos que no se casan ni por lo civil ni por la Iglesia, sino que viven juntos en pareja pero sin un vínculo estable reconocido por la Iglesia o el Estado. En ese sentido disminuyen el número de bodas. También hay padres que como no viven la fe, no se la transmiten a sus hijos y de momento no piden el bautismo esperando a que se hagan mayores para bautizarse. Por tanto también hay alguna disminución de bautizos. Pero eso indica que tenemos que purificar la fe, ir en una pastoral de más envío, buscar a los que no creen para ofrecerles el mensaje de Jesús y la formación en su fe. Es un reto que tenemos como Iglesia, la evangelización de todos, especialmente de los alejados y jóvenes.

P.-¿Es más valorado el sacerdocio de la misiones?
R.-El sacerdocio en sí es valorado en todos los lugares, ya que es una vocación para servir a los demás. Lo que pasa es que quizá en misiones el misionero esta a veces en un ambiente más duro o en tierra nueva, pero yo creo que hoy también aquí ejercer el sacerdocio es duro y difícil, aunque también gozoso y hermoso. No creo que sea más difícil la tarea en otras naciones que la tarea aquí en España, porque en muchos casos el misionero recibe una respuesta mejor y la gente aquí no responde, por tanto trabajas sin respuesta positiva. En cambio en naciones a veces es más favorable la respuesta de que abracen la fe. La gente valora más que tenga que dejar su tierra y patria viviendo en condiciones de pobreza y careciendo de medios y de recursos para llevar adelante la evangelización. El pobre recibe mejor la evangelización que el rico que no necesita de Dios ni del Evangelio.

P.-¿Cuál es el tema que más preocupa a la Iglesia en la actualidad?
R.-La iniciación cristiana, la falta de vocaciones al sacerdocio y la vida cristiana. Esos tres problemas los señalaría yo como principales y que hoy más preocupan a la Iglesia en España y también aquí en nuestra diócesis de Santander.

P.-¿Cuáles son los objetivos que actualmente tiene planeados el obispo de Santander?
R.-Hemos elaborado un plan diocesano para cinco años, del 2009 al 2014, ya que la diócesis tiene que programar su acción pastoral. Esa programación se ha hecho después de consultar a personas sobre cuál era la situación de la diócesis, qué debilidades tenemos, amenazas, fortalezas y oportunidades. Y en función de eso se ha hecho un plan para que vivamos la fe y se la trasmitamos a los demás. Ese es el objetivo general. Luego hay una serie de objetivos en unos campos concretos en la comunión y la unidad de la Iglesia, ahí pretendemos vivir la fe en comunidad y no aisladamente. En ese campo está también la implicación de los laicos en la misión de la Iglesia. Todos somos iglesia y todos tenemos que llevar adelante su misión. En el campo de la celebración de la fe esta todo el tema de la celebración de los sacramentos y la vida de oración. En el campo del anuncio de la palabra esta todo el tema de cómo hacer la catequesis y en el campo de la expresión, la caridad. En esa programación está el plan de la Iglesia diocesana.

P.-¿Cree que hay más fe en los países subdesarrollados que en los desarrollados?
R.-Es un tema que habría que medir con criterios a veces no cuantitativos porque el pobre o el necesitado son más humildes ordinariamente y por tanto está más cerca de pedir ayuda a Dios. En los países ricos pueden tener a su Dios en el dinero, en el desarrollo o en el progreso y por tanto cerrarse a él. Por tanto una situación de humildad y pobreza es más fácil para abrirse al mensaje religioso y a Dios.

P.-¿Qué tiene la Iglesia en contra de los abortos?
R.-El aborto es un atentado muy grave y serio contra la vida humana. Lo que hay que hacer es valorar la vida y lanzar el mensaje en positivo, valorar la vida en sí. El que una mujer pueda alumbrar y dar a luz una vida es el mayor gozo que puedes sentir, en cambio eliminar esa vida es un atentado que indica una gran insensibilidad de la conciencia y un gran deterioro. Por tanto yo creo que la Iglesia al estar a favor de la vida y en contra del atentado a la vida que es el aborto o la eutanasia, lo que hace es provocar una sensibilidad fina de la conciencia para que haya una reacción que valore la vida. Efectivamente yo creo que en nuestra época hay una gran insensibilidad frente a la vida y no se valora. El tema del aborto hay que plantearlo desde el derecho que tiene la mujer que nunca puede ser un derecho a eliminar otra vida, sino desde el respeto de la otra vida naciente porque ahí hay dos vidas en confrontación, no sólo la vida de la mujer sino la vida y el derecho del niño. Siempre uno tiene derecho a vivir. Entonces pienso que está mal planteado el tema de la Ley porque favorece el egoísmo y el poder del fuerte frente al débil. Esta Ley ha agravado el mal poniendo unas condiciones y unas características que la hacen monstruosa.


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