En
los años de 1.665-66 se produjo en Inglaterra
un brote de peste bubónica que se cobró
entre 70.000 y 100.000 vidas humanas, además
de casi una quinta parte de la población londinense,
aunque este último dato está aún
por comprobar, ya que los censos de muertes de la
época no son exactos; cada uno alude a una
cantidad diferente de víctimas.
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Iglesia
de St. Lawrence en Eyam. |
La causa más probable es que la peste llegase
en barcos comerciantes holandeses.
Sin embargo, hubo una mínima parte de la población
inglesa que, en pequeños focos aislados, resisitió
a la Gran Plaga.
En una enfermedad causada por microorganismos, es
necesaria la presencia de una vía de entrada
o “puerta” que permita el paso de estos
microorganismos a las células humanas. La bacteria
de la peste obra de esta manera: infecta los glóbulos
blancos y viaja a través de ellos hasta los
ganglios linfáticos, atacando después
el sistema inmunológico humano.
El doctor Staphen O’Brien cree que el gen mutado
Delta 32 pudo haber sido el causante de que estos
pequeños focos de población resistieses
a la plaga.
Para poner a prueba y comprobar esta teoría,
O’Brien tomó coo referencia al pequeño
pueblo de Eyam, en Derbyshire, del cual se sabe que
sobrevivió a la peste negra que asoló
Europa en el siglo XIV. Se cree que los descendientes
de los antiguos habitantes del pueblo heredaron la
mencionada mutación del gen Delta 32, siendo
esa la causa de la supervivencia de la población
durante la Gran Plaga.
Saber quiénes vivieron y quiénes murieron
es complicado, ya que las muertes de peste no se registraban
en el siglo XIV, siendo en 1538 cuando se realizaron
los primeros censos de muertes por peste a nivel rural.
El pueblo de Eyam comenzó su registro en 1630,
y el historiador John Clifford comenzó por
examinar dicho registro, tomando nota de todos los
supervivientes. Consiguió resultados positivos
hasta en año 1725. A partir de ese año,
buscó los apellidos, ya que éstos no
se vieron modificados apenas en los siglos posteriores.
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Representación
medieval de la peste, |
Las muestras de ADN sólo pueden ser tomadas
de descendientes directos de los supervivientes a
la plaga: el ADN es el componente principal de los
cromosomas, y llevan genes que transmiten características
hereditarias. Nosotros heredamos nuestra ADN de nuestros
padres, y, por lo tanto, Joan (uno de los descendientes
vivos hallados por John Clifford) pudo haber heredado
la mutación del gen Delta 32 de sus antecesores.
Es posible rastrear el linaje de diez generaciones
anteriores al sujeto.
El siguiente paso de la investigación fue una
cosecha de ADN de la muestra de Joan y de los demás
descendientes hallados. El ADN se encuentra en los
núcleos de las células y la cantidad
es constante en todas las células típicas.
Después de tres semanas de ensayos en el University
College de Londres, en Delta 32 se había encontrado
en el 14% de las muestras de los descendientes hallados.
Este es, genéricamente, un porcentaje significativo,
y, sin embargo, no sabemos a ciencia cierta qué
significa exactamente. ¿Podrían los
aldeanos de Eyam haber heredado el Delta 32 de otros
lugares, como, por ejemplo, de aquéllos de
los cuales procedían las familias que huían
de la plaga?
Para averiguarlo, O’Brien reunió un equipo
internacional de científicos para probar la
presencia del Delta 32 en todo el mundo.
En el continente africano sólo se encontró
algún rastro del Delta 32 en antiguas colonias
europeas. Lo mismo pasa en América, y en Asia
el resultado ha sido 0.
El SIDA (V.I.H.) es sorprendentemente parecido a la
peste bubónica: ataca al sistema inmunológico
de una forma muy similar. Por lo tanto, la mutación
del gen Delta 32 hace a su portador inmune al SIDA
y a otras muchas enfermedades infecciosas.
El 1’5% de los europeos padecen de la mutación
del gen Delta 32.
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