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II Época / Nº26
Mayo
2008
REPORTAJES / CON LA MOCHILA AL HOMBRO

Los estupendos días que pasamos en Valencia

Por Leire de la Fuente, alumna de 1º de Bachillerato del colegio La Salle de Santander.

Con las maletas en el maletero, dijimos adiós a Santander por unos días y emprendimos viaje hacia Valencia. En el autobús, a pesar del sueño, nadie pudo pegar ojo, la euforia era la protagonista.

¡Qué buen tiempo nos hizo!.

Llevábamos casi un mes esperando, y por fin llegó el día esperado, martes 22 de abril. Las sábanas se nos pegaron algo más que de costumbre, ya que a las 6:45 teníamos cita en el colegio. Dos autobuses estaban parados en el patio del colegio, un microbús para los de 1º B de Bachillerato acompañados por el Hermano Marcos, y otro autobús con alumnos de 4º A, B y C de la ESO y 1º B de Bachillerato, acompañados por tres profesores: Mª José, Amador y Paloma.

La primera parada fue en Burgos, donde apenas nos dio tiempo a despejarnos y a comer algo para coger fuerzas.
Paramos más tarde en la ciudad de Soria, concretamente en las ruinas de la caída de Numancia a manos romanas. Se nos explicó la disposición de las calles, con un nordeste que nos pilló desprevenidos, así como la estructura de las casas antes y después de la conquista romana por el general Escipión. Tras informarnos algo más, en un museo cercano, sobre una de las ciudades celtíbero/romanas de la provincia de Soria, fuimos a comer a una universidad de la zona.
La preciosa ciudad de Teruel nos enseñó sus encantos ya por la tarde, última parada antes de Valencia.

Llegamos por fin, hacia las 22:00, a la casa de convivencias La Salle (Lliria) donde dormiríamos. Hubo repartición de habitaciones, cena y tiempo libre por el recinto del colegio, lleno de árboles y algún campo de fútbol y baloncesto.

Saludando desde lo más alto.

Nos levantamos temprano para visitar las maravillas de Valencia. Comenzamos por el Oceanográfico, donde tuvimos tiempo para visitar los animales de los diferentes océanos y mares del mundo. Nos sorprendieron mucho las velugas con su bello resplandor blanquecino, así como el espectáculo de los delfines que captó nuestra atención en todo momento. Fuimos a comer a un local que nos dejaron en el recinto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Por la tarde, tuvimos ocasión de ver la película: 'Fantasía 2000', en el Hemisférico. La gran cúpula que nos rodeaba nos hacía vivir la música e imágenes de la proyección. También nos dio tiempo algo después a ver el centro de Valencia, en particular el edificio de Correos, con su preciosa cristalera y la Estación del Norte, de estilo modernista.

El jueves nos tocaba un día duro, repleto de curiosidades respecto a la historia de Valencia. Empezamos visitando la catedral: el retablo, las cristaleras, las puertas, las figuras esculpidas… Pudimos ver los restos de unos baños termales, así como el famoso Tribunal de las Aguas, importante para la tradición valenciana. Estuvimos en varias plazas, como la Plaza Redonda, una de las más antiguas de Valencia. También tuvimos ocasión de entrar en la Lonja, famosa por el intercambio de sedas, y ver su patio de naranjos y sus diversas habitaciones, cada una con una utilidad. Recorrimos algo más de la ciudad para ver las únicas dos puertas de entrada a Valencia que quedaban, de las 20 que había en un principio.

Comimos cada uno por nuestra cuenta y disfrutamos del caluroso día, para ya por la tarde ir al Museo de las Artes y las Ciencias. Aunque el museo era enorme, disfrutamos manipulando muchos de los objetos y máquinas que se nos presentaban. Volvimos al centro de la ciudad para comprar detalles a nuestras familias y callejear por otras zonas que no habíamos visto.
De nuevo en la residencia, intentamos descansar para el cansado día que nos esperaba.

Lo pasamos genial.

El día amaneció algo nublado, aunque en el camino a Terra Mítica comenzó a despejar. Cada uno fuimos por nuestro lado, aunque siempre nos encontrábamos en alguna de las atracciones. Para los más atrevidos había ciertas atracciones con caídas que dejaban sin aliento, y para los más miedosos, los tradicionales rápidos. Comimos sin salir del lugar, con unos tickets que se nos dieron a la entrada. Intentamos aprovechar al máximo la ocasión, repitiendo a veces los lugares y haciéndonos fotos para inmortalizar momentos.

El sol había hecho estragos, y muchos de nosotros acabamos quemados, o si no, muertos de cansancio. De vuelta a La Salle disfrutamos de nuestra última noche.
Por la mañana, nos esperaba un largo viaje de vuelta, que sin duda todos queríamos haber retrasado algún día más. Hicimos una breve parada en una estación de servicio y de nuevo al autobús.

Hacia la hora de comer paramos en el Monasterio de Piedra (Calatayud) y llenamos los estómagos en el restaurante. Sin descansar apenas, nos sorprendimos de la belleza del lugar. Todos esperábamos un edificio pedregoso, y sin embargo recorrimos senderos y grutas, viendo cascadas en cada rincón, cada una con su particular encanto.

Junto al Museo de las Artes y las Ciencias.

De nuevo fuimos al autobús intentando pasar el rato con películas o algo de música. No pudimos visitar Logroño, ya que íbamos con el tiempo justo, así que paramos en un área de servicio para ya ir directos a Santander.

Una vez en Santander, hacia las 22:30 del sábado 26, cogimos cada uno nuestra maleta y nos despedimos a nuestro pesar de los compañeros y de los estupendos días que pasamos en Valencia.


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