El caso
de la joven de origen ecuatoriano agredida y humillada
en el metro de Barcelona ha devuelto a la primera
página de los periódicos la triste realidad
de un racismo solapado en la sociedad española,
uno de cuyos signos es la terca tendencia de los medios
de comunicación de resaltar, continuamente,
el origen de los afectados por cualquier problema
o suceso.
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Monake en
la rueda de prensa que ofreció en el
Centro de Lesionados Medulares de Vallecas.
(Foto: FERNANDO ALVARADO)
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Según la ONG SOS Racismo, sólo en
la Comunidad de Madrid se han producido 57 casos
de discriminación y agresión xenófoba
desde el mes de enero. La mayoría de ellos
están producidos por agresiones de agentes
de seguridad privados que impiden el acceso a locales
o medios de transporte sólo de blancos
a personas de otras culturas. Un ejemplo reciente
es la paliza propinada a un ciudadano de origen
sierraleonés por los servicios de seguridad
de la estación de Atocha y que le ha dejado
sordo de un oído. Hecho que aún no
ha sido juzgado.
Más grave, si cabe, es el caso del ciudadano
de origen congoleño Miwa Buene Monake que,
de resultas de una agresión racista en el
centro de Madrid, ha quedado tetrapléjico
sin que la fiscalía haya intervenido, tras
ocho meses. Miwa Buene Monake, economista de origen
congoleño, denunció que trabajaba
como intérprete de la Asociación Católica
de Migraciones. Residente en Alcalá de Henares,
el pasado 10 de febrero fue agredido en plena calle
y por la espalda por Roberto Alonso de Varga. El
agresor, jaleado por un grupo de personas que como
él mostraban estética nazi, gritaba
a Miwa, mientras le golpeaba en la nuca: "Arriba
España. Eh, tú, mono, tu sitio no
está aquí, tu sitio está en
el zoo". El golpe propinado y la caída
le provocaron la rotura de tres vértebras
y una lesión medular que le ha dejado tetrapléjico.
Recientemente, Miwa convocaba una rueda de prensa
en el Centro de Lesionados Medulares de Vallecas
para denunciar su situación y la inoperatividad
de la justicia. El juez del juzgado de Instrucción
número 4 de Alcalá de Henares tomó
declaración al acusado por un delito de racismo
hace siete meses. Después de ese tiempo el
fiscal no ha tomado ninguna iniciativa y el proceso
está detenido, el agresor en la calle y Miwa
en silla de ruedas.
Acuciada por la presión de los grupos contra
la Intolerancia, la Delegación del Gobierno
en Madrid ha anunciado que facilitará la
reagrupación familiar de Miwa y traerá
a sus dos hijos, de 10 y 12 años, a España.
El Movimiento contra la Intolerancia que preside
Esteban Ibarra, la Delegación del Gobierno
y el IVIMA se han comprometido, además, a
asumir los gastos del viaje de los hijos y a intentar
cambiar a Miwa su domicilio por otro adecuado a
las necesidades de un tetrapléjico.
Pero eso no acalla la situación de impunidad
en que viven los agresores, el mensaje trasmitido
a la sociedad de lo barato que sale destrozar la
vida a una persona y el respaldo a posturas xenófobas
más extendidas de lo que pensamos. De hecho,
al igual que ha ocurrido en Barcelona, el agresor,
Roberto Alonso de Varga, perfectamente identificado
por los testigos, sólo tiene que ir dos veces
al mes al Juzgado número 4 de Alcalá
para firmar.
Asociaciones ciudadanas exigen ante estos casos
una actuación ejemplar de las autoridades
que erradique estos comportamientos y una mayor
pedagogía ciudadana que evite el proselitismo
racista. Internet es la sede de vídeos que
muestran cientos de agresiones escandalosas, lo
que le convierte en un templo de la violencia, y
nadie actúa de oficio. Grupos pro derechos
como el de Ibarra han exigido estos días
en declaraciones al diario El País "la
creación de una fiscalía especializada,
una acción firme de la justicia, protección
para las víctimas, una legislación
contra el racismo, mayor implicación de los
atestados policiales, una mejor actuación
fiscal ante estos hechos y un sistema informático
que permita ordenar estos delitos para identificar
rápidamente al agresor".
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Un niño
se manifiesta contra el racismo.
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Para facilitar la asistencia a las víctimas
y el asesoramiento, el Movimiento contra la Intolerancia
ha habilitado el teléfono 902 180 995.
Pero esta actitud se extiende sin control en nuestro
país, por lo que las posibilidades de nuevos
casos aumentan. Sólo en internet 400 webs
en castellano y foros sirven de punto de contacto,
información o coordinación de grupos
racistas organizados, que extienden su filosofía
y captan nuevos adeptos.
Los datos han sido facilitados por Marcos Alós,
director general del Instituto Valenciano de la
Juventud (IVAJ), durante la presentación
de la campaña Pasaporte Europeo Contra la
Intolerancia, que promueve esta institución
junto al Movimiento contra la Intolerancia. Ambos
han pedido el cierre de los servidores web que facilitan
estas páginas y el desarrollo de una legislación
internacional "que impida que haya servidores
que alimenten estas web racistas".
Ambos han coincidido en que algunas de las razones
de este rebrote de actitudes y comportamientos racistas
está asociado a la extensión y connivencia
social con una subcultura de la violencia que está
por todas partes, así como a un tratamiento
legislativo "deficitario" de la Ley de
Responsabilidad Penal del Menor. Hecho éste
confirmado en una reciente conferencia por el juez
de menores de Granada Emilio Calatayud, que también
insistía en la falta de control y educación
de los jóvenes, ante la dejación de
las obligaciones de Patria Potestad de los padres
y las funciones educativas de la sociedad, amparados
todos en una mal entendida protección de
los derechos de los menores.
Según un reciente estudio de estas asociaciones,
entre un 15% y un 20% de los jóvenes "echarían
a los judíos de España", mientras
que entre un 3% y un 15% "implantarían
las cámaras de gas como método de
pena de muerte".
El crecimiento peligroso de estos comportamientos
crece con el aumento de la presencia de minorías
étnicas y de inmigración importantes,
así como también por "una realidad
religiosa diversa". Frente a ellos, los agredidos,
temerosos de una expulsión o un mayor rechazo
social, no denuncian o abandonan los procesos judiciales
abiertos, lo que facilita que no prosperen. Movimientos
de todo tipo, vinculados a la defensa de los derechos
humanos, han constatado un aumento del rechazo y
la fobia a los extranjeros, especialmente musulmanes,
tras los atentados perpetrados del 11-M.