Cantabria es una región
privilegiada. En sólo unos kilómetros
la naturaleza ofrece playas de arena fina, montañas
que tocan el cielo y llanuras de verdes mantos. Sin
embargo, todos los entresijos quedan en ocasiones
lejos de nuestras manos. Para evitar que esto ocurra
la Consejería de Educación potencia
las estancias ambientales en el Valle de Soba, donde
los estudiantes descubren un paisaje sin aditivos.
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Un
momento merecido de descanso. |
Las estancias ambientales, organizadas
por la Escuela Hogar Jerónimo Pérez
Sainz de la Maza de La Gándara, están
enmarcadas dentro del Plan de Educación para
la Sostenibilidad auspiciado por la Consejería
de Educación.
Se pretende convertir estas
estancias en un instrumento educativo válido
para inculcar a los más jóvenes
la necesidad del desarrollo sostenible en sus
diversas facetas, al tiempo que conocen algunos
de los principales ecosistemas de Cantabria. |
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Salimos de Santander sobre las 9:00,
y tardamos una hora y media en llegar a La Gándara,
donde nos esperaban María y Raquel. Nos íbamos
a quedar en la escuela hogar Jerónimo Pérez
Sainz de la Maza. Dejamos las mochilas en la sala
de reuniones, nos presentamos todos y partimos a la
cascada.
Lo primero que hicimos fue ir a ver
la cascada del Asón. Nos contaron la leyenda
de las Anjanas, cuyo pelo forma la cascada. También
nos dijeron que nos encontrábamos en un valle
glaciar reconocible por su forma de U.
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El
paisaje es espectacular. |
Observamos buitres y sus comederos.
Nos dijeron que, a pesar de ser carroñeros,
algunas veces atacaban a las crías de ganado
recién nacidas por falta de alimento.
Iniciamos el descenso andando hacia
el nacimiento del río Gándara, donde
descansamos un rato, y nos contó la historia
del molino. Vimos cómo el agua aparecía
de la nada a los pies de la peña Del Becerral.
Observamos alguna cabra arriba en la peña.
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Una
pirámide en el parque donde merendamos. |
Al volver comimos y después
tuvimos tiempo libre y actividades. Después
de las actividades nos fuimos al parque a merendar
y, al acabar, jugamos un rato y nos lo pasamos muy
bien.
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El
mirador no es recomendable para problemas de
vértigo. |
Nos fuimos a ver las cascadas del
Gándara desde el mirador que cuelga sobre un
precipicio de 100 m de altura. Algunos lo pasamos
mal. Al volver a la escuela hogar vimos una demostración
de pasabolo.
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El billar era una de las ofertas de ocio. |
Dentro del centro podíamos
jugar al futbolín, al billar y al ping-pong.
Por la noche cenábamos y teníamos un
tiempo libre para ducharnos, jugar, etc, hasta la
hora de acostarnos.
El segundo día fuimos a Villaverde
a ver la casa del inquisidor, donde nos contaron la
historia de la nieta de un hidalgo y sus amoríos
con el criado del inquisidor. Vimos los calabozos
y las casonas de los indianos. Después fuimos
a ver la hidroeléctrica de Regules.
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Interior de San Miguel de Rozas. |
Fuimos a la iglesia de San Miguel
de Rozas, donde vimos el retablo e hicimos un juego
de adivinar lo que representaban los cuadros del retablo.
También subimos al coro desde donde se veía
muy bien toda la iglesia.
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Dos bandos en el salón de plenos del
Ayuntamiento de La Veguilla. |
Después de comer bajamos al
Ayuntamiento de Veguilla a ver el museo de Soba. Allí
decidimos qué hacer con los lobos haciendo
dos bandos, uno de ganaderos y otro de ecologistas
y discutiendo sobre el tema en el salón de
plenos.
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Una monitora nos explica una de las actividades. |
Al llegar a la escuela hogar merendamos
y tuvimos tiempo libre, y pudimos jugar al fútbol,
baloncesto o patinar. Después hicimos algunas
actividades y cenamos, tiempo libre y a la cama.
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Nos dirigimos a la cueva de Covalanas. |
El tercer día después
de desayunar y despedirnos en el centro nos fuimos
a ver la cueva de Covalanas, cerca del picón
de San Vicente. Subimos hasta la entrada donde nos
esperaba Pencho y Sara que nos enseñaron el
interior de la cueva.
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Ante la entrada de la cueva. |
Nos gustó mucho cómo
la enseñan, tenemos que ir con linternas y,
algunas veces, nos quedamos completamente a oscuras.
Hay pinturas de ciervas, caballos y toros. Son más
antiguas que las de Altamira, casi 4.000 años
anteriores. ¿Sabíais que hace miles
de años el agua del mar llegaba hasta la entrada
de la cueva?
También nos enseñaron las entradas de
las cuevas del Eco y del Mirón.
Cuando acabamos la visita a la cueva
fuimos a Ramales, a la bolera, donde comimos y jugamos
a cruz y círculo. Nos lo pasamos muy bien.
También dimos un paseo por el pueblo para conocerlo
un poco.
Al final vino el bus a buscarnos
y nos fuimos a casa con ganas de repetir otro año.
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