La edad
en que se inician los cántabros en el hábito
de fumar está entre los doce y los catorce
años. Si se 'enganchan' al pitillo a pesar
de las innumerables campañas antitabaco y del
control de los padres y de los centro escolares serán
esclavos del humo durante años, quizá
durante toda su vida. Evitarlo es el objetivo de la
campaña y el concurso Clase sin humo,
de ámbito europeo y que se desarrolla en Cantabria
en colaboración entre la consejerías
de Educación y Sanidad.
El pasado año
participaron en el concurso 930 alumnos de 42 aulas
de 15 centros escolares de Cantabria de primer y segundo
curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO),
alumnos de entre doce y catorce años.
En la edición del año
2006 participan 2.023 alumnos, de 96 aulas de 29 centros
escolares. "Los alumnos participantes casi se
han triplicado, lo que demuestra el interés
de los profesores y de los chavales por luchar contra
el tabaco", explica Francisco Javier López-Nogués,
jefe del Servicio de la Inspección de la Consejería
de Educación de Cantabria.
El concurso es muy sencillo. Los
alumnos se comprometen a no fumar, elaboran un lema
para la campaña y realizan trabajos con sus
profesores. A los chicos y chicas se les hace un seguimiento
y hasta unos controles periódicos. Esta vez
ha sido en el Instituto Villajunco, de Santander.
Los diecisiete alumnos de uno de los tres grupos de
segundo curso de la ESO que participan en la campaña
reciben la visita de autoridades educativas y sanitarias
y los técnicos que controlan el programa. Ninguno
de los jóvenes estudiantes fuma ni ha fumado
nada en su corta vida, afirman de entrada. Además,
están comprometidos contra el tabaco, según
los mismos chavales dicen. En este centro escolar
santanderino participan en la campaña Clase
sin humo un total de 55 chicos y chicas de
los tres grupos de segundo curso de la ESO. Uno de
los lemas de los chavales es No derroches tu vida,
baja los humos. Participan en la campaña
con ilusión. El premio el día de la
visita de los 'inspectores antitabaco' es una camiseta,
un bloc para tomar notas y las palabras de apoyo.
Si ganan el concurso del lema conseguirán un
viaje a Port Aventura. El segundo premio es una estancia
en el Centro de Educación Ambiental de Polientes.
El año pasado el primer premio fue para el
Instituto Besaya.
Los chavales están comprometidos
contra el tabaco. Pero se les hace un control con
el coxímetro. Soplan por la boquilla del aparato.
Éxito total: nadie ha fumado desde que se inició
el curso. Satisfacción general entre los alumnos,
los profesores, las autoridades y los inspectores.
En los centros escolares cántabros
hay cada vez mayor interés por participar en
estas campañas de concienciación antitabaco.
Pero los chavales fuman. Mientras en el aula se hace
el control del concurso sin humo, en la calle unos
alumnos ha salido a echar un cigarrito. Son los mayores
del centro. Fuman seis, de ellos cuatro son chicas.
Los profesores del Villajunco explican
que tratan con esta campaña "no sólo
de concienciar a los chavales de lo malísimo
que para su salud es fumar, sino de dejarles claro
que también comprometen el futuro de sus hijos".
Y los chavales se preguntan que "si el tabaco
es tan malo por qué no dejan de venderlo libremente".
Para los jóvenes alumnos realizar
bien la campaña Clase sin humo
es un reto personal y un esfuerzo colectivo que sirve
para reforzar sus personalidad y su trabajo escolar.
Además, según explicaron en la puesta
en común, también hacen campaña
antitabaco en sus casas. Un chaval dice que ha conseguido
que el novio de su madre deje de fumar. Está
muy satisfecho.
El concurso Clase sin humo
es muy serio. Cada alumno firma un compromiso de clase
y otro individual prometiendo permanecer sin fumar
durante el periodo del concurso. Cada aula participante
tiene un profesor que hace de persona de contacto
y de apoyo a lo largo del concurso. El profesor, además,
promueve actividades preventivas del tabaquismo. El
31 de mayo se entregan los premios regionales. Los
cántabros optan también a un premio
nacional y otro internacional.
JUAN CARLOS FLORES-GISPERT/El
Diario Montañés
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