La historia
trata de una gaviota llamada Kengah, que pertenecía
a una bandada de 120 gaviotas. A la hora de pescar,
todas las gaviotas, hundían la cabeza y salían
con un arenque. Un día Kengah hundió
su cabeza pero algo la impedía volverla a sacar.
Título:
'La historia de una gaviota y del gato que le
enseñó a volar'
Autor: Luis
Sepúlveda
Editorial: Tusquets
Editores
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Kengah hundió su cabeza para
pescar y, de repente, la capitana anunció:
"¡Peligro a estribor!" porque una
ola negra se acercaba a ellas. Kengah, como ya había
metido la cabeza, no lo había oído.
Cuando intentó sacar la cabeza estaba cubierta
de petróleo y no podía salir.
Kengah, casi sin fuerza, despegó
del mar. Como casi no tenía fuerza, aterrizó
en un balcón, en el balcón de Zorbas.
Zorbas era un gato nacido en el puerto
junto a otros gatos. El era diferente, ya que todos
los demás gatos eran blancos, pero él
era negro. Kengah le dijo a Zorbas que iba a morir,
pero Zorbas le dijo que no, y que no dijese esas cosas.
Kengah dijo que con sus últimos esfuerzos pondría
un huevo, y que si Zorbas le podía hacer tres
promesas. Zorbas no tuvo más remedio que decirle
que sí, ya que la gaviota estaba en estado
muy débil.
Las tres promesas fueron: que no
se la comiera (a la hija), que cuidase de la gaviota
pequeña y que la enseñara a volar. La
gaviota puso el huevo, pero murió. Entonces
Zorbas cumplió todas las promesas con ayuda
de sus amigos del puerto (Colonello, Sabelotodo y
Secretario). La alimentaba, al principio con moscas,
y luego Zorbas, sus amigos y la gaviota comían
pescado.
Cuidó de la gaviota como si
fuera su hija. Cuando alguien la intentaba comer,
como los ratones, él la protegía. Hasta
hizo un trato con ellos para que la dejaran en paz.
Cuando alguien, como por ejemplo el chimpancé
Matías, inventaba cosas de los gatos y se las
contaba a la gaviota, como que la alimentaban para
que cuando fuera mayor se la comieran, ellos la decían
que eso es mentira, y le enseñaban cosas buenas.
A la hora de enseñarla a volar
no fue nada fácil. Primero la pusieron un nombre,
'Afortunada'. Luego intentaron enseñarla a
volar utilizando el invento de Leonardo Da Vinci,
pero al 17º intento se dieron cuenta de que la
máquina de volar de Leonardo Da Vinci no funcionaría,
así que hicieron una lista de humanos, para
ver quién podría ayudarles.
Con la persona por la que se decidieran
harían "tabú", es decir, maullar
el idioma de los humanos. Se decidieron por un hombre
que ni siquiera estaba en la lista. Ese hombre le
enseñó a Zorbas que hay que tener fe.
Se fueron a la Torre de San Miguel y, diciéndoselo
a Afortunada, ella consiguió volar.

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