El último
regalo de la ex ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez,
antes de irse al Ministerio de Asuntos Exteriores
ha sido firmar la entrada en vigor de la nueva ley
antitabaco para el uno de enero del 2011, fecha que
posteriormente se pospuso al día dos por la
fiesta de año nuevo.
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El tabaco provoca unas 50.000 víctimas
mortales cada año en España.
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Esta ley prohibe fumar en locales públicos
cerrados, lo que abarca bares, restaurantes y locales
abiertos al público, sin tener la posibilidad
de habilitar una zona para la gente fumadora, en hospitales
y sus respectivos alrededores, en centros educativos
y áreas cercanas a estos y en las zonas de
ocio infantil, como por ejemplo los parques.
Los lugares públicos cerrados en los que se
permite fumar son los estadios, las plazas de toros,
recintos abiertos y áreas abiertas de los campus
universitarios.
Para los que sean de espíritu rebelde, no
es ocioso recordar que la ley sanciona con multas
desde 30 a 600.000 euros su incumplimiento.
Esta ley ha creado una gran polémica en España,
y un enfrentamiento entre no fumadores y Gobierno
contra fumadores y hosteleros.
El Gobierno justifica que esta ley se ha llevado
a cabo por el bien de la sociedad española,
pese a que el cobro de impuestos por la venta de tabaco
sea uno de sus mayores ingresos y que haya la posibilidad
del permiso de venta de tabaco en estos locales, utilizando
como argumento que podría ser perjudicial para
la economía del país.
Debe ser que el Gobierno no ha tenido en cuenta otras
consecuencias negativas de esta ley que serán
muy notables en la economía española,
como el sector hostelero, que sufrirá un 10%
de descenso en sus ventas gracias a esta nueva prohibición,
con lo cual o el Gobierno no considera que esto será
la gota que colmará el vaso en nuestra economía
o no se ha parado a pensar en sus consecuencias.
Otra contradicción del Gobierno que también
ha creado una gran polémica entre hosteleros
y propietarios de lugares abiertos al público
ha sido la decisión que tomó al imponer
una ley que obligaba a establecer unas medidas de
seguridad en los locales que decidieron establecer
zonas de fumadores y de no fumadores, lo cual les
costó a estos una gran inversión para
que ahora, cinco años después, haya
sido en vano.
El Gobierno dice responsabilizarse de las pérdidas
ocurridas, sin tener en cuenta la situación
de crisis en la que está el país.
Ambas partes del conflicto, la gente en contra y
la gente a favor, reivindican sus derechos, ya sea
por una parte el derecho a estar en un espacio sin
humos, y por otra el derecho a fumar o a permitir
fumar en su propio local.
La decisión que ha tomado el Gobierno ha sido
la prohibición total, que de este modo consigue
acercarse más al estilo europeo, lo cual también
lo beneficia.
En mi opinión la decisión que ha tomado
el Gobierno es errónea, cada persona tiene
la libertad de elegir el local al que quiera acudir,
lo que respetaba la antigua ley, la cual establecía
que el dueño del local podía determinar
o no el permiso de fumar, o incluso dividir el local
en dos partes, una para fumadores y otra para no fumadores.
Una persona no fumadora, que no tolere el tabaco,
o su uso en locales abiertos al público, tiene
derecho a decidir los locales que quiera transitar,
ateniéndose a las consecuencias si desea acudir
a un local para fumadores, y el derecho a decidir
las características de su propio local por
parte de los propietarios.
Las personas tienen el derecho a decidir si quieren
o no fumar, siendo consecuentes y respetando los sitios
en los que no deben hacerlo, como en locales que no
lo permiten o en lugares públicos.
Estoy de acuerdo con la prohibición del tabaco
en lugares públicos, ya que son servicios comunes
y no tienes ningún poder de decisión
sobre acudir a ellos o no, y la prohibición
en sitios de uso infantil, puesto que los menores
tienen el derecho a un espacio sin humos, sin tener
en cuenta los motivos de salud obvios.
Por lo tanto, las aportaciones negativas de esta
ley serán una gran cantidad de conflictos y
una desmejora de la economía actual en España,
lo cual no compensa con los beneficios que, por supuesto,
no serán para nada económicos, ya que
dudo de que el incremento de la población española
no fumadora sea muy notable.

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