Logotipo Interaulas
Cabecera Red-acción Inicio > Cultura > Galería de arte
Reportajes
Entrevistas
Opinión
Cultura
Internet
El mundo
Medios
Imagen Primaria
Red-acción
II Época / Nº43
Noviembre-Diciembre
2010
CULTURA / GALERÍA DE ARTE

El hospital loco

Por Antonio San Miguel Dominguez, 12 años. Aula Hospitalaria Valdecilla.

Antonio nos cuenta una auténtica aventura en el hospital dividida en cuatro apasionantes capítulos.

Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.

CAPÍTULO 1

Un día de otoño, con el cielo encapotado, algo raro empezó a ocurrir en Valdecilla. Los aparatos eléctricos dejaron de funcionar, la luz se fue, los ascensores se bloquearon y todo el mundo corría de un lado para otro.

Los niños de la décima planta, Naim, David y yo, Antonio, intrigados decidimos investigar lo que sucedía. Cogimos nuestras batas y unas linternas y bajamos al sótano. De camino vimos que la gente se estaba adormilando, cosa muy estraña a las dos del mediodía. Ya en el sótano se apagó la luz, y poco después algo se movió en la oscuridad, se oyeron unos pasos y, después, un grito. Nosotros también gritamos, y más tarde se sumaron otros dos gritos. Cuando volvió la luz, nos encontramos con otros niños, Lucía, Juan y Mario, que nos explicaron que se habían ido de su planta porque no veían nada porque tenían las persianas bajadas y se había ido la luz. El grito fue porque Lucía se había tropezado con una telaraña, y cuando oyeron nuestros gritos se asustaron y todos se pusieron a chillar.
Cuando acabaron de contarnos la historia, iluminamos el interior del sótano; allí sólo había cajas y cajas de material hospitalario y una puerta.

 

CAPÍTULO 2

Despues de acercarnos hasta la puerta e intentar abrirla nos cercioramos de que estaba cerrada, pero al fijarnos vimos que estaba carcomida y ruinosa; le dí unas patadas hasta que cedió, armando una polvareda. Cuando el polvo se hubo disipado y entramos en la estancia contigua a la que estábamos, nos encontramos con una habitación sin salida y sin amueblar. Cuando nos acercamos oímos un golpe sordo, la puerta de la primera habitación se había cerrado.

Juan y Mario echaron a correr y aporrearon la puerta, pero no sirvió de nada; después, con miedo volvieron a donde estábamos nosotros y dijeron que no había salida, ya que un señor se había dormido contra la puerta inesperadamente y que los demás no les oirían porque el sótano estaba dos pisos por debajo de la planta baja, donde estaba la gente.

Mientras Juan nos lo contaba oímos un golpe sordo y nos sobresaltamos. Justo cuando Lucía iba a gritar, Naím le tapó la boca; momentos despues sonó otro golpe y cayeron unos trozos de ladrillo. Rápida y sigilosamente nos dirigimos hacia la primera habitación del sótano y nos escondimos entre unas cajas.
Al momento se escuchó una explosión, lo que vimos después nos dejó paralizados.


CAPÍTULO 3

Entre el polvo que había dejado por el aire la explosión se asomaron cuatro cabezas negras. Nosotros, muertos de miedo, pensamos que eran monstruos o algo por el estilo, pero cuando pasaron enfrente nuestro nos fijamos en que en donde debían de estar los ojos y la boca había agujeros, un pasamontañas- Aparte de eso llevaban armas, ¡eran terroristas!

Cuando llegaron a la puerta que se había cerrado anteriormente, pusieron otra carga explosiva y se escondieron justo al lado nuestro. Nosotros, aterrorizados, no nos atrevíamos ni a respirar.
A los diez segundos sonó la explosión y los terroristas salieron corriendo y gritando.

Cuando ya no se les oía, nos acercamos a la puerta y miramos a ver si quedaba alguno, pero se habían ido todos.
Al avanzar hacia el ascensor por el pasillo nos encontramos con el señor que se había dormido, que estaba deambulando por el pasillo medio dormido.

Ya en el ascensor subimos a la planta baja. Cuando se abrió la puerta teníamos delante nuestro a uno de los terroristas apuntando a un grupo de enfermos y médicos y pidiéndoles todo el dinero que tuvieran.

David, con sigilo, cogió su linterna y se acercó al terrorista, que estaba de espaldas, y le golpeó en la cabeza y despues le dio un pisotón. El terrorista, aullando de dolor, fue a agarrar a David, pero un médico salió disparado y le agarró, después otro más, y con ayuda de un cable de una máquina le ataron a una silla. Antonio les dijo que si podían llamar a la policía, pero dijeron que nadie tenía cobertura.

Cuando le preguntaron al terrorista al respecto se negó a responder, pero cuando nos pusimos a registrarle encontramos un teléfono móvil vía satélite y le amenazamos con llamar a la policía. Nos dijo que habían explotado la antena de comunicaciones de esa zona, y que la gente se dormía porque habían metido gas para dormirse en los conductos del aire. Después llamamos a la policía y les dijimos que no pusieran las sirenas y que entraran por la puerta trasera para pillarles por sorpresa.

 

CAPÍTULO 4

Cuando investigaron el resto de la planta descubrieron a otro de los terroristas robando el dinero de las máquinas esprendedoras.

De repente Mario dijo que tenía un plan y ordenó a Juan ponerse delante del terrorista a gritarle. Juan, con bastante miedo, lo hizo, y cuando el terrorista se le acercó, nosotros fuimos por detrás y dijimos con voz ronca "policía nacional tire las armas al suelo y ponga las manos sobre la cabeza". El terrorista, asustado, hizo caso, y cuando se puso las manos sobre la cabeza nos lanzamos contra él y tiramos su arma al otro lado del pasillo y le atamos las manos con un trozo de mangera anti-incendios.

Después esperamos hasta que llegó la policía con los otros dos terroristas, y nos felicitaron por nuestro gran trabajo.
Al día siguiente el alcalde nos recompensó con una medalla para cada uno y nos invitó a comer a su casa para que le contáramos la historia.
Cuando acabamos de contársela nos dijo que estaba impresionado y publicó nuestra historia en el periódico.


SUBIR

La consejera de Educación presentó el programa de Atención Educativa Hospitalaria y Domiciliaria
El Centro de Atención Educativa Hospitalaria dispone de tres espacios: uno de ellos en el Hospital Valdecilla para niños oncológicos y otros dos en la Residencia Cantabria, ligados a los servicios de Pediatría y a la pionera Unidad de Trastornos de la Alimentación
Comparte tus obras con nosotros y ¡suerte en el estreno