Los
alumnos de 1º y 3º de la ESO del instituto
José María Pereda han realizado una
creaciones literarias en el marco de la Educación
en Valores. El tema propuesto ha sido 'Soy una mujer
maltratada'. Debieron ponerse en la piel de una mujer
maltratada y escribir cómo se sentían.
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Arantxa Sánchez
Vicario en una campaña contra la violencia
de género. |
Hola, me llamo María Fernández García,
tengo treinta años. Soy de Murcia, pero vivo
en Madrid con mis tres hijos en un centro de acogida
para mujeres maltratadas. Os voy a contar mi historia.
Todo empezó cuando éramos novios, me
quedé embarazada de mi primer hijo. Al principio
mi novio estaba muy ilusionado y nos casamos. Yo tenía
veinte años y él veinticinco.
Después de nacer nuestro hijo su carácter
cambió, él no soportaba que el niño
llorara y estábamos siempre discutiendo. Entonces
él se marchaba de casa, venía borracho
a altas horas de la madrugada y me pegaba. Cuando
se le pasaba la borrachera me pedía perdón.
Enseguida me quedé embarazada otra vez; eran
mellizos y las palizas, cuando venía borracho
a altas horas de la madrugada, continuaban.
Yo nunca le denuncié porque le quería
y siempre pensaba que cambiaría, pero el día
que me pegó delante de los niños comprendí
que esto no podía seguir así. Hice las
maletas y me fui con mis hijos a casa de mi madre,
a ella se lo conté todo y fui a poner una denuncia.
Luego comenzaron las amenazas, así que tuve
que volver a la policía y ellos me buscaron
un centro de acogida.
Santiago
Amieva Fernández. 3ºB
Hola, me llamo Laura Fernández González.
Yo era una mujer feliz, me llevaba bien con mi marido.
En el trabajo triunfábamos, teníamos
una buena situación económica…
teníamos un hijo de diez años al que
le iba fantástico en sus estudios. Pero de
repente todo nos empezó a ir de mal en peor,
mi marido perdió el trabajo y ahí empezó
a estresarse mucho.
Pasado un tiempo nos embargaron el coche, mi marido
frenético empezó a gritar. Yo le dije
que se callara, que estaba asustando al niño
y él, alteradísimo, me llevó
hasta nuestra habitación y me pegó una
paliza.
Al día siguiente mi hijo me preguntó
que qué me había pasado. Yo le mentí.
Le dije que me había caído.
Él todos los días me pegaba una paliza…
Yo estuve callada mucho tiempo por miedo… Hasta
que un día me levanté con valor. Él
se había ido al bar. Yo quería acabar
con esta pesadilla que estaba viviendo. Todos los
días venía borracho y me pegaba una
paliza…
Quería acabar con todo esto y lo hice. Llamé
al número de ayuda a la mujer maltratada (el
016). Tras varios juicios, le declararon culpable,
le condenaron a cinco años de cárcel
y tres años de servicio comunitario por todo
el daño que me había causado.
Diez años después… Ahora vivo
sola con mi hijo, él tiene 20 años,
mi ex marido tiene una orden de alejamiento de 500
metros a mi domicilio. En definitiva, ya pasó
la pesadilla y ahora viene mejores tiempos.
Guillermo
Barreda Montequin. 3ºB
Me llamo María y mi marido me maltrata. Todo
empezó por una discusión tonta: por
el mando de la tele; yo se lo pedí y él
me dijo que no me lo iba a dar que eso era de su propiedad.
Yo se lo intenté quitar pero él al ver
que yo movía la mano me dio un tortazo y me
dijo:
- Como vuelvas a intentar quitarme el mando te
doy más fuerte.
Pasó una hora y él se quedó dormido.
Le intenté coger el mando, pero se me cayó
en su barriga y le desperté. Él me dio
un puñetazo en el ojo.
Al día siguiente ni si quiera me miró,
se fue a trabajar y me quedé haciendo las labores
de la casa. Esa es otra, no me deja ir a trabajar,
porque dice que el trabajo de una mujer es su casa.
Yo fui a comprar el pan y la panadera me preguntó:
-¿Qué te ha pasado en el ojo?
- Me caí ayer y me di un fuerte golpe en
el ojo.
Cuando llegó él a casa me pegó
un tortazo y me gritó:
–Esto porque no esta aún la mesa
puesta.
-Tú también la puedes poner.
-Esa es tu labor y a la siguiente cojo el cuchillo.
Puse la mesa comimos y él se fue a trabajar.
Yo me puse a llorar y decidí llamar al 016,
vino la policía y me mandaron decir lo que
había pasado. Yo se lo conté. Más
tarde cuando yo ya me tranquilicé fueron a
buscarle a la oficina. Le llevaron ante el juez. Posteriormente
le condenaron 30 años y a mi me dieron 15.000
euros por daños psicológicos. La tortura
ha acabado pero el recuerdo sólo ha empezado.
Carmen
Ortega. 1ºC
Me llamo Marta y durante dos años he sufrido
agresiones de mi marido. Al principio de nuestro matrimonio
todo funcionaba perfectamente, pero al cabo del tiempo
nos fueron surgiendo problemas económicos,
ya que la empresa donde trabajábamos cerró
y nos quedamos en el paro con dos hijos. A partir
de este momento, mi marido empezó a beber cada
vez más y cada vez que le pedía que
lo dejara me insultaba y me gritaba. Pero eso fue
sólo el principio, porque ahora cuando le digo
que no le puedo dar más dinero para beber siempre
termina pegándome. Yo ya no creía poder
aguantar más esta situación. Al final
acabó pegándome delante de mis hijos
y yo ya no quería salir más a la calle
para que la gente no me viera todos los cardenales
que tenía por la cara. Todas las noches me
mandaba a dormir al sofá.
Una noche decidí acabar con todo esto. Cuando
él se durmió fui a la habitación
de mis hijos y les dije que me siguieran en silencio.
Cuando salimos de casa, fuimos a la comisaría
para denunciar a mi marido.
Ahora, él está en la cárcel y
yo por fin soy feliz con mis hijos, y tengo esperanza
de volverme a casar y formar una nueva familia.
Alfonso
Pinilla Ros. 3ºB
Mi historia no es un cuento de hadas, sino que es
el infierno. Me llamo Tania y soy una mujer maltratada
por mi marido. Mi padre me vendió a un desconocido
por tres camellos cuando apenas tenía veinte
años.
Mi padre piensa que debería ser feliz porque
mi marido me trae seis euros a la semana, pero él
no sabe que me engaña, me pega con el cinturón
cada vez que no le obedezco.
El otro día me castigó con 15 latigazos
por intentar suicidarme. Sueño todas las noches
con una pistola en el bolsillo con la que matarme.
Cuando me quedé embarazada no me miró
a la cara y me riñó porque ahora tendría
que ganar más dinero para mantener a la niña
que estaba en camino. La niña era hermosa,
pero un poco revoltosa y, a nada que hacía,
mi marido la pegaba.
Cristina, mi hija, murió hace cinco años
por un golpe demasiado fuerte de mi marido. Apenas
tenía tres años. Cuando vi a mi niña
tirada en el suelo sin moverse y a mi marido con una
pala para enterrarla, la cogí en mis brazos
y me la llevé a mi cuarto, aunque eso significaba
una paliza. No me moví hasta que vino mi madre
y cuando me dijeron que estaba muerta supliqué
a mi marido que me matara como hizo con mi Cris.
Esta tortura me ha superado, no la aguanto más,
me voy a suicidar. Tengo una pistola y una bala, lo
necesario para matarme. Sólo tengo que apretar
el gatillo.
Por favor esta historia no se la tomen a risa ya
que le puede estar pasando a cualquier persona.
Sara
Movellán. 1º D
Me llamo María y cuando me levanto por las
mañanas mi marido me habla solo para que le
haga el desayuno. Tengo una niña de siete años
y ella no sabe que mi marido me maltrata.
Todo fue por una tontería. Él estaba
en el salón y yo en la cocina fregando. Entonces
vino a la cocina, miró la nevera y me dijo:
-¿Por qué narices no hay cerveza?.
Yo, asustada, le contesté: -Perdón
cariño, pensaba que había.
Entonces empezó a morderse el labio y a frotar
su puño con la mano, se acercó y me
pegó un puñetazo. Yo, tapándome
la nariz que sangraba y llorando, le imploré.
-¿Por qué, por qué haces
esto?.
-De ahora en adelante como no hagas lo que yo
ordene te pegaré. Y se fue a la calle.
Llegó mi hija y me dijo: -¿Mamá,
qué te ha pasado?
-Nada cariño -le respondí-.
Ve a tu habitación ahora, enseguida voy
yo.
En cuanto oí que se cerró la puerta
de la habitación fui corriendo al baño,
me limpié la sangre y me cambié la ropa.
Luego fui a la habitación con mi hija. Una
vez allí, retumbó en la casa un fuerte
portazo. Era él. No salí, pero tenía
que enfrentarme a él. Un día de estos
me enfrentaré o llamaré a la policía.
Laura Lanza. 1ºC
Diario de una mujer maltratada
- 22 de agosto de 1998
¡Hola! Mi nombre es Carolina, tengo 19 años
y pensé que la mejor forma de expresar mis
sentimientos sería empezar a hacerlo con tinta
día a día en un papel. Por el momento
estoy soltera, pero el otro día conocí
a un chico bastante guapo en el parque, él
estaba con una pandilla de amigos que parecían
bastante conflictivos, pero es que él…
con esa cara y esa sonrrisa tan linda es imposible
que haga nada malo…
- 23 de agosto de 1998
Hoy mi grupo de amigas y yo hemos vuelto al parque
por la mañana y, para sorpresa mía,
él también estaba allí, en el
mismo banco del otro día y con los mismos amigos.
Cuando me quise dar cuenta mis amigas se habían
quedado perplejas mirando detrás de mí…
¡era él!
Me dio su número de teléfono y desde
ese momento estuve esperando alguna llamada. Por suerte
después de irme a casa y comer me mandó
un mensaje pidiéndome muy cariñosamente
quedar a solas. ¡Lo estoy deseando!
- 28 de septiembre de 1998
Estoy saliendo con Álex… así
es como se llama… Álex… que nombre
tan bonito.
- 28 septiembre de 1999
Llevamos ya un año saliendo juntos y me ha
pedido que me vaya a vivir con él… ¿No
es romántico? No voy a dudar en decirle que
sí, ya que mis amigas dejaron de quedar conmigo
a partir del tercer mes de estar con Álex.
Ellas me decían que me contestaba muy mal y
que no me respetaba para nada, yo creo que me tienen
envidia.
Vale que alguna vez se ha pasado chillándome
o me ha dado una mala contestación en algún
momento, pero… ¿quién no las da?
- 28 de enero de 1999
Llevamos cuatro meses viviendo juntos y se está
volviendo bastante vago, ¡todo lo tengo que
hacer yo! Bueno, quizás todavía no está
muy acostumbrado, ya cambiará.
- 16 de octubre de 1999
Hoy ha sido uno de mis peores días…
estoy agotada, no paro de hacer las cosas de la casa
y Alex me ha levantado la mano, nunca antes me había
tocado. Dice que es que le alteré mucho con
mis nervios. Igual tiene razón y me tengo que
tranquilizar un poco con él.
- 8 de noviembre de 1999
Ha llegado de mal humor a casa y, si el olfato no
me falla, había bebido. Sin mediar palabra
lo descargó conmigo, cerró la puerta.
Se acercaba a mi con una mirada fija a la mía,
tan fría y sin sentimientos que hizo que me
temblaran las piernas y me quedara inmóvil
en una esquina del cuarto.
Empezó con empujones. He roto el armario tan
bonito de madera que me regaló mi madre cuando
me mudé. Me empotró contra él
como si fuera un saco de boxeo, me tiró al
suelo de un solo puñetazo y, una vez en el
suelo, encajaba una y otra vez sus patadas en mi estómago.
Lo bueno es que llegó un momento en el que
ya no sentía nada de costillas para abajo,
aunque ese alivio me duró poco, ya que ahora
ni me atrevo a mirarme la cara en el espejo viendo
los cardenales que él me dejó por el
cuerpo, y el dolor ahora es insufrible.
- 9 de noviembre de 1999
Para pedirme disculpas por lo ocurrido ayer me ha
regalado un ramo de flores y me quería llevar
a cenar fuera, pero yo al decirle que no saldría
ese día de casa para que la gente no me viese
el aspecto, la volví a liar. Empezó
otra vez, todo de nuevo…
- 1 de enero de 2000
No puedo más, todas las noches es lo mismo,
no tiene ningún respeto ni cariño hacia
mí. Los demás tenían razón,
los tenía que haber hecho caso y haberle dejado
antes que podía.
- 7 de enero de 2000
Querido diario… con lágrimas en los
ojos aún no sé si de tristeza o de alegría
escribo mi ultima página de esta historia.
He decidido denunciar a Alex, me he prometido a mí
misma que todo terminará pronto. Desearme mucha
suerte. Adiós
Noelia
Martínez. 3º-B
El aroma a café inundaba la casa, el reloj
daba las 6:30 y poco tiempo me quedaba ya de tranqulidad.
La tranquilidad que me regalaba el reloj de 6 a 6:30,
hora a la que él se despertaría, igual
que se despertaba mi pesadilla
Sabía que con él se levantaba el momento
de celos, el de la fuerza, el de mi agonia. Sabía
que cada minuto de su vida era uno menos de la mía.
Oí sus pasos calmados, pausados y lo vi entrar
en la cocina mirándome con ternura, una sonrisa
y un tierno beso. Un beso en mi ojo derecho, un ojo
sin visión, pues un hematoma me cubría
media cara, regalo de su ultima paliza.
Con el beso vino un te quiero, un lo siento. Soy yo
la que ya no quiero, la que ya no siento, a quien
la ira y el odio me hacen aborrecerlo. He tardado
años, pero es así, no soy nada y la
nada no siente.
Sus caricias son cascadas de angustia y cuando vuelve
del trabajo donde lo aprecian, como todo el mundo,
entonces descargara contra mi.
De puertas afuera es la persona perfecta, nadie sospecha
que es un monstruo, una fiera sin escrúpulos.
He pasado todo el día pensando qué haré
y lo tengo decidido. Suena la puerta. Él viene.
Su olor a licor impregnó la estancia y, de
repente, me veo en el suelo. Duele, siento la sangre
en mi boca, algo duro cae al suelo, una muela, me
he arrancado una muela. Me levanto como puedo, él
me pide la cena. Ya la tenía preparada, pues
sé de su impaciencia. Va a ser su última
cena: sopa y filete con patatas. Ceno con calma; se
levanta y se sienta en su sillón a la espera
de su café con coñac, se lo sirvo y
espero. La espera es dulce y mientras él se
duerme poco a poco para no volver a despertar va creciendo
en mi una fuerza, una vitalidad no recordada.
Escribo desde mi celda, mi dulce celda, una celda
donde se supone que me corta la libertad, pero yo
me siento libre, libre sin mi momento.
Alexia
Sánchez. 3ºB

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