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Red-acción
II Época / Nº31
Marzo
2009
EL MUNDO / NOS IMPORTA

Amar con los ojos

Por Diego Revuelta, Bernardo López, Eduardo Trueba y Pablo Ruiz, alumnos de 3º A de ESO del colegio Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.

'Ruta de la Luz' es una importante iniciativa solidaria formada por ópticos y optometristas españoles que dedican su esfuerzo y su tiempo a combatir la ceguera reversible en el tercer mundo, donde se concentra el 80% de estas dolencias.

Jesús González Sancho con un grupo de niños de Mozambique.

La Fundación inició su andadura en 1995, con tres expediciones en las que se realizaron chequeos preventivos, intervenciones quirúrgicas y entregas de material en lugares como Benin o Togo. La Fundación, muy vinculada al grupo óptico español CIONE, realiza no sólo labores constantes de ayuda, sino también de prevención. Campañas ópticas–oftalmológicas, ayuda humanitaria en instalaciones, formación de equipos humanos e incluso infraestructuras, como la creación en Togo de talleres vinculados al Centro Diocesano de Autopromoción Femenina (CEDAF), en los que las mujeres de ese país trabajan en la fabricación manual de fundas para gafas y otros equipos, con lo que al objetivo sanitario se une la ayuda a sus frágiles economías. Con el fin de conocer mejor esta labor hemos hablado con Marta Santamaría y Jesús González Sancho, propietarios de la óptica 'Centro Visión' en Torrelavega, y que en los últimos meses han participado en una expedición de 'Ruta de la Luz' a Mozambique, donde han colaborado en los proyectos asistencias ya en marcha.

Pregunta.- ¿En qué consiste el trabajo que realizáis en Mozambique?
Respuesta.- Nuestro trabajo consiste en realizar exámenes visuales y detectar los posibles defectos refractivos para poder solucionarlos.

P.- ¿Es ésta la primera vez que vais?
R.- No, el proyecto ha ido creciendo año a año, siendo éste el tercero. En esta ocasión, además de los exámenes visuales hemos instalado un taller de óptica en un hospital de la zona para dar servicio a 40.000 personas y hemos dado charlas formativas tanto a personal sanitario como a educadores.

Jesús González con nuestros reporteros.

P.- ¿Cuántas personas fueron con vosotros?
R.- En total fuimos cuatro personas: un óptico-optometrista de Mallorca, otro de La Rioja y nosotros dos.

P.- ¿Quién o quiénes impulsan este proyecto solidario?
R.- La fundación 'Ruta de la Luz' es la que coordina e impulsa este proyecto.
'Ruta de la Luz' es una fundación con sede en Madrid integrada por ópticos-optometristas de toda España y con proyectos abiertos en varios países como Bolivia, Togo, Benin, Senegal, Mozambique...

P.- ¿Cómo decidisteis vosotros ir allí?
R.- Es una decisión personal. Aunque el proyecto lo hemos desarrollado durante nuestras vacaciones y el trabajo es muy duro, compensa con creces el esfuerzo realizado.

P.- ¿Cómo os entendíais con la población?
R.- Normalmente en portugués (Mozambique fue colonia portuguesa hasta 1975) aunque en algunos casos necesitábamos un traductor para poder entender a las personas que sólo hablaban el dialecto de la zona.

P.- ¿Cómo os acogió la gente?
R.- Muy bien. El orfanato que nos ha acogido durante estos tres años forma parte ya de nuestra familia.
En cuanto a la población local siempre con mucho respeto, a veces con algo de temor, pero por supuesto siempre con mucho agradecimiento.

Jesús González en su trabajo.

P.- ¿Había muchas deficiencias visuales entre la gente que examinasteis?
R.- Aproximadamente el 60% de la población revisada necesitó corrección óptica. Hay que tener en cuenta que para la mayoría de esas personas era la primera vez que se sometían a un examen visual y las reacciones fueron sorprendentes en algunos casos.

P.- ¿Qué es lo que más os impactó durante vuestra estancia?
R.- Son muchas las escenas que nos vienen a la cabeza. Ver cómo andan kilómetros para buscar agua y leña, ver a las mujeres lavando la ropa en el río, ver a una niña de cinco años cargando con su hermano de un año en la espalda, ver a los niños buscando en los vertederos. A pesar de todo esto y de las carencias que sufren en todos los niveles, es increíble el respeto que guardan a sus mayores y la educación que demuestran con nosotros.

P.- ¿Creéis que si todos los países aportaran una cantidad modesta podría mejorar la situación de África?
R.- Por supuesto que sí. Este dinero debería estar destinado a desarrollar los recursos naturales de estos países y conseguir que pudieran subsistir por sí mismos.

P.- ¿Cómo es la vida en los países menos desarrollados?
R.- Muy corta y muy dura. Corta porque la esperanza de vida en estos países está alrededor de los 41-42 años y muy dura por las condiciones en las que viven, sin agua corriente, sin luz eléctrica, viviendo en chozas, sin acceso a la sanidad...

P.- ¿Cómo te sientes al saber que esas personas pueden ver mejor gracias a tu ayuda?
R.- Como profesionales de la salud visual es muy gratificante ver cómo tu trabajo puede provocar lágrimas de alegría, cuando una persona recibe sus gafas y gracias a ellas puede seguir trabajando (cosiendo, tallando la madera) y poder así mantener a su familia.

P.- ¿Vosotros proporcionáis las gafas si es necesario? ¿Las lleváis con vosotros?
R.- Sí, a todas las personas que necesitan gafas se les proporciona una gafa nueva. Nosotros llevamos un número de gafas, que normalmente no son suficientes o no coinciden en graduación, entonces se envían desde España. Por ejemplo, este año entregamos allí 120 gafas y se mandarán desde España 178.

Marta Santamaría realizando una revisión óptica.

P.- ¿Cuál era la reacción de la gente al recibir las gafas?
R.- De alegría y de agradecimiento. Agradecimiento que expresaban de distintas maneras, unos bailando, otros con un beso, otros con un abrazo...

P.- ¿De dónde proceden esas gafas?
R.- De fabricantes de monturas y de laboratorios de lentes, es por esto que las gafas son nuevas.

P.- ¿Creéis que si más personas con posibilidad y preparación ayudaran a estos países mejoraría su situación?
R.- Sí, pero no se trata tanto de desarrollar un proyecto durante un periodo de tiempo limitado como de proveerles de los medios y la formación adecuada para que ellos mismos puedan desarrollar estas actividades.
Este año uno de nuestros objetivos ha sido la instalación de un taller de óptica en un hospital de la zona, incluyendo la formación del personal necesario para gestionarlo. Con eso conseguimos dar un servicio continuado a la población (no sólo cuando vamos nosotros) y la creación de dos puestos de trabajo.

P.- ¿Había algún peligro, como ataques de animales salvajes o de otro tipo?
R.- Sí, claro que sí. Es habitual la presencia de animales salvajes como cocodrilos, hipopótamos, monos y especialmente peligrosa la cobra mamba, una de las mortíferas. Dicen los nativos que si sufres la picadura de una serpiente y estás con vida para poder contar hasta tres es que no es una cobra mamba.
Otro peligro más habitual y aparentemente más inofensivo son los mosquitos, que pueden transmitir enfermedades como la malaria, por esta razón dormíamos siempre con una mosquitera que cubría toda la cama.

P.- ¿Repetiríais la experiencia?
R.- Por supuesto. Para Marta era el tercer año y para mí, espero que no sea el último.

P.- ¿Dónde os gustaría ir ahora?
R.- La fundación tiene abiertos proyectos en otros países, cualquiera de ellos sería un buen destino, pero nos sentimos especialmente vinculados a este proyecto ya que nació con nosotros y año a año lo hemos visto crecer.

Niños de Mozambique con sus gafas nuevas.

P.- ¿Os ha ocurrido alguna anécdota durante el viaje o la estancia?
R.- Muchas. Nada más poner un pie en el país, en la aduana nos abrieron las maletas y cuando vieron que llevábamos 1800 lentes para el taller de óptica que íbamos a instalar tuvimos que pagar por ello, ya que allí hay una ley que dice que hay que pagar por todo lo que se dona al país.

P.- ¿Qué sentisteis cuando volvisteis aquí a vuestra casa?
R.- Es una mezcla de sentimientos. Aunque agotados física y psicológicamente nuestras sensaciones son de satisfacción.
A nivel personal te enriquece, ya que estas experiencias te hacen plantearte que muchas de las cosas que habitualmente tenemos no son necesarias para ser felices, sino que la felicidad se encuentra en muchas pequeñas cosas a las que no damos importancia, como abrir el grifo y tener agua, tener luz, una casa, poder ir al médico con sólo una llamada de teléfono, tener tres comidas al día, tener calefacción y aunque os parezca increíble poder asistir a la escuela.

 


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