Los alumnos
de 4º de ESO del colegio La Salle de Santander
han realizado en abril una salida cultural a Cataluña.
Tarragona y Barcelona han sido los destinos elegidos,
dos ciudades cargadas de arte e historia. Aprende
con el texto que ilustra el reportaje todo lo que
necesitas saber por si en el futuro eliges visitarlas.
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Foto en la Pedrera, al fondo la torre Agbar
y la Sagrada Familia.
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PRIMERA
PARADA: TARRAGONA
Historia
Con la frase Tarraco Escipionum
Opus (Tarraco fue obra de los Escipiones) Plinio,
a finales del siglo I d.C., hace referencia al momento
fundacional de la ciudad.
Tarraco surge a raíz de la llegada de los ejércitos
romanos a la Península Ibérica el año
218 a.C., en el marco de la confrontación bélica
por el control del Mediterráneo entre romanos
y cartagineses, la que se conoce como Segunda Guerra
Púnica.
La expedición romana desembarcó en la
ciudad griega de Emporion (Ampurias), para desde allí
dirigirse rápidamente hacia el sur con el fin
de controlar las tierras al norte del Ebro. Después
de vencer en un primer combate a los cartagineses
estableció una pequeña guarnición,
que poco tiempo después se transformó
en la principal base militar romana en Hispania y
en la ciudad de Tarraco. Desde aquí se frenó
a los cartagineses y se sometió después
al resto de pueblos de la Península.
La presencia militar estable comportó
la llegada no sólo de soldados, sino también
de comerciantes y ciudadanos romanos que vieron en
Hispania una tierra que les ofrecía nuevas
oportunidades. La presencia romana comportó
también la llegada de influencias y de una
nueva cultura que, con el tiempo, acabó por
imponerse, con más o menos éxito según
la zona, en toda la Península Ibérica.
Una de las principales infraestructuras sobre las
que se cimentó Tarraco fue, sin ninguna duda,
el puerto. A pesar de eso, la edificación romana
más antigua y mejor conservada de época
republicana es la muralla. En un primer momento consistía
en una simple empalizada de madera que protegía
la guarnición militar. La victoria romana sobre
los cartagineses y la incorporación de Hispania
al Estado romano aceleró el proceso de consolidación
de las defensas. La construcción de la primera
muralla de piedra, datada arqueológicamente
a inicios del siglo II a.C.
Tarraco creció de forma acelerada durante los
siglos II y I a.C., y se convirtió, junto a
Cartago Nova, en la ciudad más importante de
la Hispania Citerior. Allí reunió César
a sus legados durante la guerra civil contra Pompeyo
y, debido a la lealtad mostrada por los tarraconenses,
César concedió a la ciudad el título
de colonia.
Fue durante los años 26-25 a.C. cuando Tarraco
adquirió una mayor relevancia como ciudad,
al convertirse en la capital del mundo romano. Desde
este momento Tarraco seguirá siendo un referente
en la Hispania romana como capital de provincia, disfrutando
de todos los beneficios que le otorgaba el título
de capital. Recibió la categoría de
Colonia de Derecho Romano y como tal dispuso de todos
los derechos y privilegios de los que disponía
Roma.
- República: Citerior
(Tarraco) y Ulterior
- Augusto: Tarraconensis, Lusitania (Emerita
Augusta), Bética (Corduba)
- Bajo Imperio (s. III): Tarraconensis, Lusitania,
Gallaecia (Braga), Bética, Cartaginenses
(Cartago Nova).
En efecto, durante estos años
Augusto residió en la ciudad y fue desde allí
dirigió las campañas contra cántabros
y astures. Por la presencia imperial Tarraco recibió
un fuerte impulso urbanístico, una muestra
del cual es el teatro y la monumentalización
del foro local.
Durante el siglo I d.C. la ciudad creció y
se consolidó. Todo ello conllevó la
necesidad de crear una nueva administración
que se adecuara a esta nueva realidad. Surgieron así,
sobre la base creada por Augusto, unas importantes
redes administrativas que tenían como núcleos
rectores las capitales provinciales. De esta forma,
Tarraco, como capital de la Hispania Tarraconensis
o Citerior dispuso de dos foros: uno colonial y otro
provincial. Al foro provincial se le añadió
unos años más tarde el circo, completando
el conjunto monumental estatal.
Durante el siglo II la ciudad llegó a su máxima
expresión gracias a la construcción
del último de sus grandes edificios de entretenimiento:
el anfiteatro.
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Los alumnos en Port Aventura, disfrutando
también del ocio.
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Tarraco Romana
El Foro fue el centro neurálgico
de la ciudad romana de Tarraco. Las calles principales
conducían allí y era el lugar en el
que se concentraba toda la actividad pública
de la ciudad, por lo que se convirtió en un
punto de encuentro y de reunión de las élites
locales. Además, también era el centro
en el que se desarrollaba toda la actividad administrativa.
Fue, en definitiva, el centro de la vida social y
política de la colonia.
Técnicamente, era una gran plaza porticada
donde se encontraban los principales edificios administrativos
y religiosos de Tarraco, divididos en dos áreas:
por un lado, el área de culto, presidida por
un templo que se supone que estaba dedicado a la Tríada
Capitolina -Júpiter, Juno y Minerva-, a Dea
Roma o al emperador deificado -culto imperial-, en
un momento más avanzado; y, por otro lado,
el área comercial y política, articulada
alrededor de diversos edificios entre los que destacan
la curia -lugar de reunión del ordo decurionum
(Consejo de la Ciudad)- y la basílica. En los
porches que circundaban el recinto se abrían
una serie de tabernae (tiendas). También era
frecuente que en este espacio se encontraran el archivo
local, otros pequeños templos, así como
pedestales y estatuas dedicadas a los miembros de
la familia imperial y a otras dignidades de la ciudad.
El Foro local estaba situado en la parte baja de la
ciudad romana, dentro del área residencial,
a medio camino entre el espacio administrativo provincial
y el puerto. Actualmente está delimitado por
las calles Cardenal Cervantes, Lleida y Gasòmetre.
El primer foro de la ciudad data de época republicana
(siglo II a.C.) pero es prácticamente desconocido.
Durante el mandato de Augusto (en los primeros años
del siglo I) se monumentalizó de manera importante.
La basílica también data de esta época.
El teatro es uno de los edificios
más singulares de la ciudad, no tanto por sus
características arquitectónicas, como
por el estado en que se ha conservado hasta la actualidad.
Las primeras construcciones documentadas corresponden
a un conjunto de depósitos relacionados con
el puerto republicano de la ciudad. En época
de Augusto se aprovecharon para la construcción
de un gran almacén portuario formado por una
serie de espacios separados por hileras de pilares.
Uno de los laterales de este tinglado limitaba con
una calle a la que se abrían una serie de negocios
(tabernae).
Pocos años más tarde, también
en época augustea, y en relación con
la monumentalización del foro colonial, en
este mismo espacio se alzará el teatro. Para
su construcción se aprovechó la pendiente
natural del terreno que se recortó para asentar
una parte importante de la gradería. El resto
de la construcción se edificó sobre
criptopórticos anulares. Actualmente sólo
se conserva una parte de las primeras cinco hileras
de gradas en torno a la orchestra. También
es posible distinguir dos de las tres escaleras radiales
que dividían el hemiciclo, en el que la población
se distribuía según un estricto orden
censatario y social.
La escena era el espacio destinado a las representaciones
teatrales. Se trata de una plataforma elevada sobre
un podio decorado con exedras. El escenario (proscaenium)
estaba cerrado por una fachada monumental ricamente
decorada (frons scaenae). Durante las distintas fases
de excavación que se han realizado, se han
documentado importantes fragmentos de su decoración
arquitectónica (capiteles, columnas, frisos,
etc.) y escultórica. Junto al teatro se encontraba
un gran espacio ajardinado anexo.
El edificio se utilizó hasta finales del siglo
II, momento en el que quedó abandonado. Ya
en el siglo III el sector monumental anexo fue ocupado
por una serie de nuevos edificios que reutilizaron
muchos de los materiales del teatro.
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Los alumnos delante del palacio de Aljafería
de Zaragoza.
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El Anfiteatro completó la
trilogía de edificios de espectáculos
(teatro, circo y anfiteatro) distintivos de una ciudad
romana de primer nivel, capital de una de las provincias
imperiales. Es uno de los pocos testimonios que tenemos
en la P. Ibérica. El más cercano a nosotros
se encuentra en Itálica (Sevilla) y en la localidad
francesa de Nimes (hoy plaza de toros).
El anfiteatro se situó fuera del núcleo
urbano pero muy cerca de la ciudad. Este emplazamiento
no es ocasional, ya que se encontraba muy próximo
a la Via Augusta, poco antes de la entrada de la ciudad,
sobre la ladera de un cerro que desciende hacia el
mar y cerca de la playa, donde se descargaban los
animales que tenían que participar en los espectáculos.
En este edificio se organizaron dos tipos de espectáculos:
las luchas de gladiadores y las luchas o cazas de
fieras. Además, también era el edificio
donde se ajusticiaban los condenados a muerte.
El edificio es de planta elíptica. La arena
o espacio donde se desarrollaba el espectáculo
tiene unas dimensiones de 62,50 por 38,50 m. Cortando
la arena se encontraban las fossae, en cuyo interior
se descubrió una pintura mural dedicada a Némesis.
Asimismo, la arena está separada de las gradas
por un podium de 3,25 m de altura. Las gradas o cavea
estaban divididas en tres sectores. Estas gradas se
construyeron recortando la roca en el lado norte y
apoyándolas sobre bóvedas en el resto
del edificio. También se han localizado la
tribuna, las puertas principales de salida a la arena
y una parte muy pequeña de la fachada.
El Circo fue, sin ninguna duda, el
espectáculo de masas más popular en
el mundo romano. En este recinto se disputaban las
carreras de carros, tirados generalmente por dos o
cuatro caballos (bigas o cuádrigas).
El edificio se construyó a finales del siglo
I d.C. y su estado de conservación es excepcional.
El circo romano de Tarraco tenía unas dimensiones
aproximadas de 325 m de longitud y entre 100 y 115
metros de anchura. Se construyó sobre potentes
bóvedas de cemento que cumplían una
doble función: por un lado, eran los cimientos
sobre los que se asentaban las gradas, las escaleras
y la plataforma superior; y por otro, servían
de corredores internos que permitían la distribución
de los espectadores por todo el edificio. Sobre esta
red de bóvedas descansaban la plataforma superior
del edificio y las gradas, dispuestas a lo largo de
tres de los lados, mientras que en el cuarto se situaban
las carceres o punto de salida de los carros.
La grada estaba separada de la arena (el espacio donde
se desarrollaba el espectáculo) por un muro
de más de 2 metros de altura, el podium, que
tenía la función de proteger a los espectadores
en el caso de que se produjera algún tipo de
accidente durante el espectáculo.
Uno de los lados cortos del edificio estaba ocupado
por las carceres, en las que se abrían generalmente
doce puertas de salida, seis a cada lado de una puerta
principal. Las carceres estaban flanqueadas por una
torre. Todo el sector se conocía con el nombre
de oppidum. El organizador de los juegos (editor spectaculorum),
que tenía el honor de dar la salida, gozaba
de un lugar reservado en la terraza sobre las carceres,
mientras que a los magistrados que controlaban la
carrera, el comportamiento correcto de los aurigas
y el orden de llegada, se les reservaba una tribuna
(Tribunal iudicum). Los datos actuales apuntan que
durante el siglo V el edificio perdió, al menos
parcialmente, la función original. Algunas
de sus bóvedas pasaron a ocuparse como espacios
de habitación.
(NOTA: Accesible desde el interior del Pretorio o
mediante una puerta abierta en la muralla medieval
al final de la Rambla Vella, delante del Hotel Imperial
Tarraco).
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Los estudiantes también surcaron el
delta del Ebro en canoas.
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La Muralla alcanzaba los 4 Km, con
una altura en sus puntos más altos de 12 metros.
Hoy conservamos una cuarta parte de esta defensa militar.
La muralla nos permite hoy, diferenciar la Tarragona
romana y medieval de la Tarragona moderna (del XIX
y XX). Una de las peculiaridades de la muralla es
que carece de argamasa, además de que muchas
de ellas son de forma y tamaño irregular. Son
el resto más antiguo de la presencia de Roma
en la Península y datan de la época
de la República. La muralla estaba jalonada
por torres de las cuáles solo conservamos 3,
dos de ellas han sufrido modificaciones.
Tarragona Medieval
El segundo hito histórico
de Tarragona lo encontramos en la Edad Media. En el
s. XII, la reconquista permitió que el cristianismo
regresara hasta estas tierras. En la parte alta de
la ciudad (la más antigua) se combinan elementos
clásicos con los del Medievo. Para edificar
esta ciudad, no se dudó en recurrir al expolio
de los monumentos romanos. Sillares de piedra, fustes,
capiteles o lápidas, fueron empleados para
la construcción de de los nuevos edificios.
Comenzaremos nuestra visita en la Plaza Pallol, uno
de los rincones más bonitos de la ciudad. Aquí
se entremezclan vestigios romanos con medievales.
Salimos por la Calle de los Caballeros (carrer dels
Cavallers). Es esta una de las calles más señoriales
de la ciudad, donde se instalaron las familias nobles
de la ciudad. Así, destacan la Casa Castellarnau,
la Casa Montoliu (actual sede del Conservatorio de
Música), la Casa Foxá (en el núm.
11), y la Casa Batlle (en el núm. 6).
La Casa Castellarnau que data del s. XV, aprovechando
estructuras anteriores, y hasta el siglo XIX fue el
hogar de algunas de las familias más influyentes
de la ciudad. En 1542, residió allí
el emperador Carlos I, en su estancia en Tarragona.
La casa conserva en su interior estructuras arquitectónicas
de diversas épocas. En la planta baja se pueden
ver toda una serie de arcos apuntados, que datan de
los siglos los siglos XIV y XV, las mismas fechas
que se apuntan para el patio y la escalera con columnas
y capiteles góticos. Durante el siglo XVIII,
el edificio cambió la fachada externa y su
distribución interna. Actualmente es de propiedad
municipal y se puede visitar como museo.
Por la calle Mayor llegaremos a la Seo. Calle de gran
vitalidad mercantil, destacan en ella dos edificios,
dentro de la homogeneidad de sus viviendas. La antigua
Generalita, de la que solo se conservan los escudos,
y la Casa del Abad llamada así por ser la Casa
del Abad de Poblet.
La Catedral se levanta en lo alto de la ciudad, en
lo que fuera un templo dedicado a Júpiter.
Se inicia en el s. XII en estilo románico y
finaliza dos siglos después en el estilo gótico.
Salta a primera vista que es un edificio inconcluso,
pudiéndose observar secuencia de los pináculos
o el remate del frontón. Encontramos en la
portada diferentes temas como la historia de Adán
y Eva, la Adoración de los Reyes Magos y pasajes
del Juicio Final. El templo presenta una planta basilical
de tres naves con cinco tramos cada una, a las que
se le añaden el crucero y el ábside.
De su fase gótica destaca, sobre todo, el cuerpo
central de la fachada principal, datado en el siglo
XIV.
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Grupo en el museo del Vino Dinastía
de Vivanco
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El Hospital de la Seo se sitúa
en la calle de las Coques, en un área que estaba
bajo jurisdicción eclesiástica en época
medieval. La construcción se llevó a
cabo con la donación testamentaria del arzobispo
Hug de Cervelló, en 1171. El edificio cumplía
funciones de refugio nocturno de pobres, recogida
de niños huérfanos y asistencia a los
enfermos. De su administración tenía
especial cuidado el capítulo catedralicio,
que instituyó el cargo de "hospitalario".A
pesar de hay indicios de que se trataba de una sala
de forma prácticamente cuadrangular y de al
menos dos plantas de altura, actualmente solamente
se conserva, de época medieval, la fachada
principal con cinco arcos de medio punto
Igual de curiosos son los pórticos
o voltes de la calle Mercería del s. XIV. Genuinos
del medioevo, esta galería porticada con arcos
apuntados fue en su momento uno de los ejes comerciales
de la ciudad. Se trata de un porche de arcos apuntados,
que se abría a una de las calles comerciales
más importantes de la ciudad medieval. Emplazado
en uno de los laterales, bajo las escaleras de la
Seo, la construcción jugó un papel destacado
en la trama urbana, especialmente a partir de las
transformaciones de este sector de la ciudad por la
consagración de la sede catedralicia en 1331.
El call o judería era el barrio
donde residía la población judía
de la ciudad. En Tarragona, se encuentra junto al
castillo del rey ya que los judíos estuvieron,
en época medieval, bajo protección real
a cambio de importantes desembolsos económicos
a la monarquía. El call estaba separado del
barrio cristiano y disponía de accesos por
diferentes puertas situadas en los cuatro puntos cardinales.
Se conoce la existencia de esas puertas por la documentación
de la época, puesto que no se han conservado.
Una de las salidas daba acceso fuera de las murallas
mediante una antigua poterna romana, conocida en ese
momento como la poterna de los judíos. Desde
este punto era posible acceder al cementerio judío,
situado en el camino de los fortines. La judería
de Tarragona fue el más importante de la comarca
y dependía del de Barcelona. También
se ha documentado la existencia de unos baños,
de una sinagoga y de un horno. Actualmente de esta
época se conserva sólo una red de calles,
así como diversos arcos apuntados que datan
del siglo XIV.
El Castillo del Rey-Torre
del Pretorio
Originalmente fue una antigua torre
romana que sirvió de hueco de escaleras para
enlazar los diversos niveles de galerías de
la plaza de representación del Foro Provincial.
Con la reocupación de la ciudad, a partir de
1129 la torre se reutilizó como castillo del
normando Robert Bordet, príncipe de Tarragona,
hasta la huida de la familia normanda en 1171. A partir
de esta fecha la propiedad pasó a manos del
rey de la Corona de Aragón. Fue la residencia
permanente del veguer real y ocasional de los miembros
de la familia real.
SEGUNDA
PARADA: BARCELONA
Desde sus orígenes romanos
hasta nuestros días, Barcelona nos muestra
en su trama urbana el peso importante de su historia.
Se levanta entre el mar y la montaña. A finales
del s. XIX Barcelona vive un espectacular despegue
que se mantiene hasta el primer tercio del s. XX.
A nivel económico e convierte en una de las
zonas más industrializadas de nuestro país,
favorecida por su proximidad a Europa y por su Burguesía.
Esto se dejo notar en la ciudad.
En 1860 Barcelona derriba sus murallas
y se aprueba el plan urbanístico de Ildefonso
Cerdá. Da comienzo la construcción del
Ensanche. Se potencia la expansión hacia el
norte de la ciudad, creciendo hacia el camino de Gracia.
Nace así un nuevo espacio residencial hacia
donde se desplazó la alta y media burguesía.
El punto de inflexión entre la ciudad vieja
y la ciudad nueva lo constituye la plaza de Cataluña,
mientras que el Pº de Gracia, antes zona marginal
se convirtió en la zona más valorada
por esta clase social.
Su principal característica
es el trazado de una ciudad con calles perpendiculares
y paralelas formando una ordenadA retícula
que tiene como única excepción la Diagonal,
avenida que la atraviesa desde Pedralbes hasta el
mar. Las manzanas de gran tamaño, tienen esquinas
recortadas para ampliar la luz que llega a las viviendas,
permitir el giro de los tranvías y crear pequeñas
plazas externas a las viviendas. Deseosa de mostrar
su poder y con el anhelo de perpetuar para la posteridad
de un nuevo estilo, la burguesía encargo sus
viviendas a los mejores arquitectos del momento, imbuidos
en el estilo modernista. En efecto, los mejores arquitectos
modernistas construyeron en la ciudad viviendas y
locales comerciales, derrochando fantasía en
el trazado y materiales decorativos y ornamentales.
En 1888 la ciudad alberga la Exposición
Universal. Estamos en la ciudad de rebeldía
intelectual, ciudad bohemia, la ciudad burguesa pero
anarquista, donde el modernismo se convirtió
en el arte cotidiano que ayudó a crecer. Tres
fueron los arquitectos que plasmaron sus ideas en
Barcelona Antonio Gaudí, Joseph Puig i Cadafalch
y Lluis Doménech i Montaner. Si bien todos
ellos trabajaron con un elenco de artesanos sobresalientes
en sus diferentes especialidades como cerámica,
vidrio, hierro forjado, madera, etc.
El casco histórico de Barcelona
es también conocido como Barrio Gótico.
En él destacan la Plaza San Jaime, donde encontramos
el Palacio de la Generalitat que conserva su fachada
gótica, el ayuntamiento o la Catedral. La Catedral
se comienza en 1298, pero no se termina hasta el s.
XX. De estilo gótico, podemos encontrarnos
con rasgos de otros momentos artísticos.
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Casa Lleó i Morera, Casa Amatller
y Casa Batlló de izquierda a derecha.
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Uno de los mecenas de estas obras fue el conde Güell
y, en particular de Gaudí.
El conjunto más famoso de los edificios modernistas
es el conocido como la Manzana de la Discordia, donde
se dan cita tres obras de los tres arquitectos modernistas
de la ciudad. Se le conoce así por la controversia
que se genera a la hora de comparar las obras de los
tres arquitectos del momento.
- La Casa Amatller.
Sobre un edificio ya existente, Joseph Puig I Cadafalch
levanta en 1898 una fachada con tejado escalonado
de aires flamencos, galería corrida y esgrafiados.
El arquitecto modernista se encargó de diseñar
el patio y la escalera interiores así como
los muebles, lámparas, vidrieras y pavimentos.
- La Casa Batlló
es un edificio reformado por Gaudí en 1905.
Su fachada con profusos mosaicos, columnas de formas
óseas y balconadas de hierro que figuran
máscaras. Las líneas orgánicas
de la fachada parecen estar relacionadas con la
leyenda de la lucha de San Jorge con el dragón.
- La Casa Lleó i
Morera es un edificio de viviendas realizada
por Lluís Doménech i Montaner. Podemos
ver su estilo floral. Lo más notable de su
exterior son los trabajos escultóricos de
los balcones y las ventanas. En el segundo piso
figuran inventos de la época como el gramófono,
el teléfono, la bombilla eléctrica
o la cámara fotográfica en manos de
figuras femeninas. Son también peculiares
las columnas rosadas que coronan el chaflán
y los mosaicos y relieves escultóricos en
los dinteles de las puertas
La Casa Milá,
más conocida como la Pedrera, esta considerada
como la obra cumbre del Modernismo. Se levanta entre
los años 1906 a 1912. su sobrenombre se debe
a los muros de piedra calcárea de formas ondulantes
que recubren su fachada a dos calles. La visión
que nos aporta su fachada es la de un cuerpo vivo
en movimiento. Consigue crear un juego de luces y
sombras, algo muy valorado en el arte, por medio de
formas erosionadas de piedra, las cornisas que recorren
la fachada horizontalmente, los huecos de las ventanas
y las rejas de hierro de los balcones. Destaca la
azotea de su edificio, sembrada de escultóricas
chimeneas y torres de ventilación que nos evocan
a figuras antropomórficas. Los tejados de los
suelos están inclinados. El interior no es
menos espectacular. Dos patios enormes de forma irregular
articulan las viviendas. El espacio de las viviendas
es diáfano y esta sustentado sobre columnas
de líneas orgánicas en continuidad con
el exterior.
Junto a la Sagrada Familia, el Parque Güell es
la obra más conocida del arquitecto Antonio
Gaudí, pero sobre todo es la más espectacular.
Gaudí era ya un arquitecto reconocido cuando
recibió este encargo. Lo que hoy podemos visitar
es tan solo una pequeña parte del proyecto
que Eusebio Güell encargo a Gaudí: se
trataba de diseñar una ciudad-jardín
de unas 20 hectáreas que la familia poseía
a las afueras de la ciudad. El parque se realizó
entre los años 1910 y 1914, pero no sería
hasta 1922 cuando se abriera al público.
Uno de los
lugares más curiosos del parque es la conocida
sala de las 100 columnas. Un espacio pensado como
lugar de mercado de esta ciudad-jardín. El
lugar idóneo, puesto que está al resguardo
de las inclemencias del tiempo. La decoración
de mosaicos más el bosque de 86 columnas inclinadas,
le confiere ese aire fantástico.
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