Los alumnos del colegio
Miguel Bravo-A.A. La Salle visitamos el pasado día
19 de octubre la zona pasiega y sus alrededores. Nuestra
primera parada fue para visitar la Colegiata de Santa
Cruz de Castañeda, y tras una breve pero interesante
visita, nos dirigimos a Selaya. Allí vimos
el Palacio de Donadío y la fábrica de
sobaos de Casa el Macho. Después fuimos a comer
a la Vega de Pas, y tras un delicioso bocadillo (algunos
dos) tuvimos un breve descanso. Después fuimos
al Museo Etnográfico de las Villas Pasiegas.
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En la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda.
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Salimos de Santander
en autobús y viajamos bajo un fuerte viento,
que se intensificó durante el trayecto. El
autobús llegó sano y salvo a Castañeda,
donde visitamos la Colegiata. Es un edificio del siglo
XII, de estilo románico, y con actualizaciones
de los siglos XIII y XVII. La amable señora
que nos atendió nos contó un poco de
su historia y de la Virgen que allí es venerada.
Entre otras cosas, nos explicó que la Colegiata
consta de una planta y un ábside, en el que
se encuentran ocho arcos de medio punto en cuyos capiteles
se pueden admirar escenas bélicas, pelícanos,
y muchas cosas más. También tiene una
bóveda con un octógono en la base.
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Junto al Palacio de Donadío.
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Tras nuestra visita, subimos de nuevo
al autobús para dirigirnos esta vez a Selaya.
Allí nos sentamos enfrente del Palacio de Donadío,
donde hicimos un dibujo de la fachada vista desde
frente. Aprendimos algo de su historia, como su construcción,
su uso, el tipo de arquitectura que tiene y el siglo
en que fue construido.
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Vimos cómo se elaboraban los sobaos
y las quesadas.
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Después andamos hasta la fábrica
de sobaos y quesadas de Casa el Macho. Ya al llegar
y situarnos junto al edificio nos llegó un
rico olor a sobaos, el cual provocó que se
nos hiciera la boca agua. Entramos, y se nos explicó
el proceso y los ingredientes de los sobaos. Mantequilla,
huevos, harina y azúcar bien mezclados son
la fórmula de los sobaos, y leche natural pasiega,
azúcar, mantequilla y huevos la de las quesadas.
Al salir nos regalaron un suculento sobao, que para
la mayoría no duró demasiado, y pudimos
comprar productos directamente de la pequeña
tienda que hay en la fábrica.
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Nos resguardamos del viento.
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Subimos de nuevo al autobús
y nos dirigimos a la Vega de Pas, haciendo una breve
parada en el alto de la Braguía donde observamos
el hermoso paisaje de Cantabria. El problema fue el
fuerte vendaval que azotaba las montañas, contra
el cual apenas conseguíamos tenernos en pie,
y el intenso frío que éste traía.
Al llegar a la Vega de Pas tuvimos
tiempo libre para comer y dar un paseo por el pueblo.
Algunos aprovecharon para jugar un partido de fútbol
en un 'prao' detrás de la iglesia.
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Tiempo libre para descansar.
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Por último visitamos el Museo
de las Villas Pasiegas, donde nos llamó la
atención el modo de vida de los 'pasiegos',
'esos grandes desconocidos', como nos comentó
Cristina, nuestra guía. La gente se dedica
principalmente a la ganadería con una forma
de explotación singular conocida como 'la muda',
determinando una forma de vida semitranshumante.
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Visitamos el Museo de las Villas Pasiegas.
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Vimos sus herramientas, aprendimos
sus juegos, y comprobamos su dura forma de vida a
través de las explicaciones que nos dieron.
Al finalizar la visita iniciamos
la vuelta a Santander, donde llegamos sin problemas
después de haber pasado un entretenido día.
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