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Nº 61
REPORTAJES / CON LA MOCHILA AL HOMBRO
Rumbo al Mediterráneo

Por Julio Ibars Saiz, alumno de 1º de Bachillerato A del colegio La Salle de Santander.

Desde el año pasado en el colegio La Salle hemos retomado las salidas culturales de varios días fuera de Santander. Los alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato partíamos el día 25 de abril acompañados por siete profesores rumbo al Mediterráneo.

Junto al anfiteatro.

Los pequeños de la ESO ya vivieron su experiencia por Corconte y Polientes. Los de 3º de la ESO visitarán Madrid en junio y los de 2º de Bachillerato viajaron a Valencia. Así las cosas los alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato no podíamos ser menos.

El primer día se presentaba como la etapa más larga. Sin embargo las paradas que hicimos nos hizo más llevadero el trayecto. Después de parar en Vitoria para ir al baño y desayunar, nos detuvimos en Briones (La Rioja). Allí visitamos el museo del vino 'Dinastía de Vivancos', con un montaje expositivo en el que mereció la pena detenerse. Después de comer, dejamos atrás los extensos viñedos que cubrían los campos con ese color tan característico propio de la vid de pueblos riojanos, hasta encontrarnos con las sinuosas callejuelas que tantas historias esconden en el pueblo medieval de Montblanc (Tarragona), al que llegamos al final del día. Es Montblanc uno de esos pueblos con encanto, en el que es fácil confundir la época en la que se vive y que seguro aparece en todas las guías de viaje.

Surcando las aguas.

Los días siguientes resultaron un bombardeo cultural donde nos impregnamos del ingenio de Gaudí a través de sus construcciones como la Pedrera o el Parque Güell, donde nos sumergimos en las aguas que bañan los extensos arrozales en la desembocadura del Ebro, donde nos convertimos en cristianos gladiadores destinados a morir en la arena del circo romano de Tarragona, o incluso donde pudimos transportarnos a parajes propios de la mismísima Amazonia en el museo de la Cosmocaixa.

Por las calles de Barcelona.

Nos adentramos en el cosmopolitanismo característico de las Ramblas barcelonesas y nos camuflamos camaleónicamente entre mimos, malabares y mercados dignos del más importante feudo medieval. En Port Aventura viajamos a lo largo de distintas culturas, continentes y países como China, Méjico, Polinesia y el Far West. Travesías de la mano de delfines, caídas al vacío a bordo del ave Fénix, vertiginosos vuelos surcando los cielos orientales sobre fieros dragones, carreras de carros, se sucedieron durante nuestra visita.
Avanzamos en el tiempo y nos transportamos a dorados palacios árabes, testigos de la conquista de la cultura musulmana.

Y como todo sueño se desvanece, así ocurrió con nuestra fantasía. Tras cuatro días de ocio y aprendizaje regresamos a nuestro Cantábrico querido para retomar con más energía si cabe nuestros menesteres diarios. Pero esto no puede acabar así, ¡volveremos!, no duden que volveremos.

En Port Aventura.

Para terminar dar las gracias en nombre de mis compañeros a María José, Florencio, Marcos, Esteban, Chemi, Román y José Javier, sin los cuales esto no hubiera sido posible y que no sólo nos acompañaron sino que convivieron con nosotros. Gracias.


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