| El instituto 
                            Las Llamas de Santander ha fallado recientemente los 
                            premios del certamen literario que convoca cada curso 
                            escolar. Este concurso tiene dos modalidades: narrativa 
                            y poesía y cada una de ellas está dividida 
                            en dos: alumnos de secundaria y de bachillerato. En 
                            este número reproducimos los trabajos que ganaron 
                            el primer premio en cada una de las categorías.
 
 
 
                             
                              |  |   
                              | Un tren puede 
                                  ser el escenario de un crimen. |    POESÍA 
                            NIVEL-I Mi vida, mi camino, el pedregal 
                            Marta Lizcano Barrio 3º-C
  “La vida es una torrey el sol un palomar.
 Lancemos las camisas tendidas a volar”
 
 Gerardo Diego
   Olvidémonos de todoY dejémonos llevar
 Pero nada a la ligera, no hagas nada sin pensar.
 Eres dueño de tu vidaDe tu destino y final
 Tú puedes cambiar el rumbo, conseguir felicidad.
 Creo no existe el destinoDe ti depende el volar
 Sólo tú tienes la llave de la torre 
                            y palomar.
 Mala gente en tu caminoSiempre te vas a encontrar
 Y en ese duro sendero querrán verte tropezar.
 Mas siempre que esto te ocurraEn la linde encontrarás
 Ese árbol que con fuerza, tu caída detendrá.
 Y la niebla que ya entoncesCubre el pedregal, fatal,
 Poco a poco con su luz de amigo disipará.
 Como la luz de la lunaIlumina noche ya
 Tú aquí iluminas mi vida, mi camino, 
                            el pedregal.
 Tú detienes mi caídaMe das fuerza para andar,
 Sin tí veo, vida mía, un sendero sin 
                            final.
 Todo negro, yo abatida,Busco estrellas sin cesar
 Pero no encuentro ninguna, sólo veo oscuridad.
 El miedo me acecha dentro,Quiero y no puedo gritar
 Necesito de tu aliento para poder respirar.
 Y en medio del denso negroVeo una luz titilar,
 Tú vienes a rescatarme, se acabó la 
                            oscuridad.
 Y la amistad demostradaVale mucho, mucho más
 Que sus ganas incesantes de a ti verte fracasar.
 Y yo ahora sé que nuncaNo sólo nunca, jamás,
 Por ninguna circunstancia tú me dejarás 
                            marchar.
   
                             
                              |  |   
                              | Canibalismo 
                                  Otoñal de Salvador Dalí |    NARRATIVA 
                            II Letras en la brecha 
                            Lucas González de Aledo 1º A Bachillerato
                                                                                                       8-10-1936 Añorada Laura:  Ni el agua ni el alimento son suficientes para saciar 
                            el apetito de mis pies que sangran por las ampollas, 
                            aunque de mucho me han servido tus galletas.  Cuarenta kilómetros han soportado mis cansadas 
                            piernas y mi nuevo compañero, el fusil.  Ya hemos instalado el campamento para pasar la noche, 
                            son las dos de la mañana y me toca hacer guardia, 
                            no puedo dormirme. Dicen que ya estamos cerca del 
                            peligro y tan sólo quiero que nos ilumine el 
                            sol.
 Servidor que siempre te amará
 D. A. García
 11-10-1936
 
 Laura:  El gallo desvela lo que oculto tras la noche, nos 
                            encoge el corazón.Cientos de cuerpos agonizan en el suelo cubiertos 
                            de sangre, mientras luchan contra el cielo por robarle 
                            un susurro de vida. Macabro es el espectáculo 
                            de un cuerpo sin piernas, de un brazo sin cuerpo o 
                            de un río que sólo entiende de rojo.
 No puedo reaccionar.
 Me mareo.
 15-10-1936
 Querida Laura:  Batalla tras batalla, cada una peor que la anterior. 
                            Parece que alguien disfruta del dolor ajeno, excitado 
                            por esta orgía de sangre y muerte.Miro al frente, y tras aquel árbol noto que 
                            una sombra se esconde. Apunto con mi fusil y estrangulo 
                            el gatillo; el silencio se apodera de todo cuando 
                            mi bala deja de silbar y un cuerpo cae al suelo. Una 
                            familia más arruinada, una mujer llorando, 
                            un hijo huérfano, una madre desolada… 
                            todos ellos preguntándose por qué tanto 
                            dolor. Cientos de sentimientos y recuerdos yacen ahora 
                            tras esas cortezas. Una vida entera, llena de sueños, 
                            de esperanzas… enterrada sin tumba sobre la 
                            tierra, y sólo una bala menos en mi fusil.
 Noto como su cuerpo se arrastra y se agarra al mío, 
                            para que una vez muerto me sea más difícil 
                            emprender el vuelo, como un lastre para mi alma.
 ¡Qué simple es acabar con una vida! ¿verdad? 
                            Y una bala tras otra salen de mi fusil, sin saber 
                            por qué lo hacen, pero nada las detiene, no 
                            las detengo.
 Mi alma cada vez lleva más peso.
 Me despido con amor y pensando en ti
 D. A. García
 30-10-1936
 Mi amor  Hoy hemos vuelto a ganar otra batalla, aunque cuantas 
                            más ganamos más siento que he perdido.Me levanto por las noches, llorando sin saber el porqué, 
                            sin motivo aparente. Las lágrimas congeladas 
                            se me clavan en la cara. Sé que son de color 
                            rojo, aunque la noche me intente confundir robándole 
                            la luz al sol. Rojo como la sangre que riega el suelo 
                            cuando todo se nubla, rojo como los rojos que se cuelgan 
                            de mi alma…
 Hoy han llegado al campamento más jóvenes 
                            asesinos listos para graduarse. En sus miradas veo 
                            la convicción de hacer lo correcto, de luchar 
                            por una causa justa, por un país al que darle 
                            poder, pero pronto esos ojos estarán vacíos.
 Sé que sus pieles no han derrotado a muchos 
                            inviernos, y quizá sea la primera noche alejados 
                            de las llamas de una familia y un hogar. Pronto necesitaremos 
                            más. Siempre más…
 10-11-1936
 Amada Laura:  Cada día espero acunar al sol y volver a 
                            estar junto a ti. Lejos de los lujos, me aferro a 
                            la foto, firmada con un beso, que me entregaste en 
                            la estación para soñar con tus caricias 
                            en las noches más frías, y sueño 
                            con sentarme a tu lado y besarte… como siempre 
                            hacíamos en la orilla del mar, donde flirtean 
                            la arena y el agua y se cantan canciones de blanco 
                            y azul cuando el sol se arropa para irse a dormir. 
                            Pienso en esa mirada tuya que hacía parecer 
                            oscuro el azul más claro, en tus brazos color 
                            de canela, con los que me abrazabas el corazón 
                            durante la vida y los sueños.Y nos esconderemos en nuestro nido como lo hacen los 
                            pequeños polluelos en la cama de su madre, 
                            para estar siempre juntos, uno dentro de otro. Siempre 
                            juntos. Siempre…
 Al despertar todo se vuelve oscuro, aunque yo sé 
                            que tú has estado aquí, mirándome 
                            mientras dormía, curándome las heridas 
                            con la dulzura de tus lágrimas, y aún 
                            siento el olor de tu figura, jugando en mi nariz, 
                            y, si la noche ha sido fría mis manos están 
                            calientes, pues tú has estado agarrándome 
                            la mano, para que sepa al despertar que no sólo 
                            era un delirio de mi anhelo, sino la pura y mentirosa 
                            realidad. Pero has tenido que irte, pues no quieres 
                            que los arroyos de sangre que torturan quemando el 
                            suelo, puedan siquiera admirar tu belleza o tu cuerpo 
                            desnudo, arropado por tu melena, como las fuertes 
                            y añosas ramas del roble, protegen el pequeño 
                            y frágil nido.
 Y cada día las noches se hacen más oscuras 
                            y más frías porque saben que no soporto 
                            despertar una vez más sin estar contigo. ¿Cuánto 
                            más aguantaré? ¿Cómo puede 
                            un solitario corazón delirante soportar más 
                            tiempo lejos de su fantasía, si cada noche 
                            que no sueño contigo aumenta la escarcha que 
                            me astilla por dentro?
 Por eso y porque te amo y porque quizás sea 
                            ésta la última carta que te escriba, 
                            te envío en esta carta mi corazón, que 
                            guardarás, escondido en tu mesita de noche, 
                            para que en cada atardecer lo acunes, y pueda oír 
                            el susurro del mar en tu boca cuando le hables al 
                            oído, y poder así no perder nunca, lo 
                            que es, y será por siempre nuestro.
 Siempre tuyo
 D. A. García
 29-11-1936
 Querida Laura:  Nos encontramos en una trinchera al norte de Madrid, 
                            es de noche, y apenas puedo ver más allá 
                            de las órdenes de aquellos que me enviaron 
                            a morir por esta causa, que ni siquiera puedo comprender.El frío congela mi sangre impidiéndome 
                            sentir el calor que tu recuerdo me proporciona.
 Apenas puedo dormir pensando en cuántas rosas 
                            he cortado, y en cuántas familias lloran al 
                            amanecer por esos pétalos ya marchitos. Mis 
                            balas sin control castigan todo aquello que se oponga 
                            a mi bandera, sin mirar tan siquiera el color de su 
                            corazón.
 ¿Qué estamos haciendo? ¿Realmente 
                            merece la pena tanto dolor y desamor esta causa?¿Cuántas 
                            vidas humanas puede secar la sed de poder?
 Me duele el alma, sangrando como un cielo en un día 
                            de tormenta, y me derrumbo.
 Me derrumbo como se derrumban los castillos de arena 
                            con el roce de las olas, poco a poco y sin remedio, 
                            muriendo finalmente en el oscuro y profundo océano.
 Una granada explotó sobre nuestras cabezas. 
                            Un duro golpe de piedra dobló mi casco, pero 
                            no tan afortunado fue el hombre que combatía 
                            a mi lado. Un cascote le golpeó su desnuda 
                            cabeza. Maquinalmente, y sin dificultades se incorporó, 
                            y también maquinalmente se llevó las 
                            manos a la cabeza, porque en su nueva postura se le 
                            desvanecía algo. Al retirarlas después, 
                            las vio teñidas de sangre y cayó de 
                            nuevo como si algo le hubiera sido arrebatado sin 
                            avisar, y pasó a formar parte del frío 
                            barro.
 Su última mirada clavada en mis ojos. Una mirada 
                            que ni teniéndola cien veces ante ti podría 
                            describirse. La mirada de la muerte ¿desolada, 
                            tranquila, triste, sosegada, de dolor, de amor, de 
                            felicidad…? tan llena de recuerdos y tan vacía… 
                            Al ver esa mirada ves la del fusilado de ayer, la 
                            del coronel emboscado.
 En su mirada ves la tuya.
 Ves esos momentos de tu vida tan insignificantes pero 
                            que lo significan todo: el primer amor, la primera 
                            risa, esa novia con flores en el pelo y una canción 
                            encerrada en su sonrisa, ese beso debajo de un árbol 
                            en el parque, el caluroso abrazo de tu madre en el 
                            que era imposible no quedarse a vivir por siempre, 
                            una despedida junto al mar, o una mirada del vagón 
                            a la estación. Esos momentos tan personales 
                            pero que a todos nos han calentado el corazón. 
                            Tuyos, míos, suyos, nuestros…
 Se coordinaron su pecho y el reloj en el momento de 
                            pararse. Parecía que las balas que surcaban 
                            el aire se habían callado para guardar silencio 
                            por la muerte de aquel hombre sin nombre. Y ahora, 
                            llorando, no encuentro palabra en idioma alguno que 
                            se aproxime siquiera al contorno de aquel sentimiento, 
                            de ver morir a un hombre en tus brazos sin un porqué, 
                            porque a aquel que en su despacho nos manda a morir, 
                            no sabe cómo es la guerra o no le importan 
                            nuestras vidas.
 Levanté la cabeza y busqué; busqué 
                            un camino para huir de aquel lugar, pero sólo 
                            había uno, empedrado con cuerpos desnudos, 
                            despojados de cuanto tenían, su única 
                            costumbre era la de soñar con un mundo sin 
                            demonios disfrazados de hermosas águilas, y 
                            al final del camino estaba yo. Mi fusil humeaba sangre, 
                            mirando por encima del hombre a los caídos 
                            que darán de comer al mal augurio. Y era yo 
                            quien portaba sus vestidos, luciéndolos en 
                            insignias de guerra colgadas de mi pecho, pero yo 
                            no quería ese camino, así que pinté 
                            mi uniforme con la muerte de un asesinado, y me tumbé 
                            en el suelo, esperando a que cesasen los truenos.
 D. A. García
 21-12-1936
  No aguanto más. Cada noche pasan por delante de mí los rostros 
                            de aquellos a los que he matado, sus cabezas cortadas 
                            y los ojos en blanco mirándome fijamente. Algunos 
                            lloran desconsolados, secándose las lágrimas 
                            en pañuelos negros como mi alma. Otros se retuercen 
                            de dolor, agonizando, pactando con el diablo para 
                            que pare su agonía. Otros sólo me miran 
                            despreciándome, desde arriba, y entonces veo 
                            a mi madre, con la cara ensangrentada, llora y me 
                            mira con lamento. La he matado, y a mi padre, y también 
                            veo a mi hermana pequeña, pero ya no luce como 
                            lo hacía antes; su mirada de bebé se 
                            ha convertido en la de un esclavo suplicando a Dios 
                            el fin de la vida de su secuestrador. Y ya no sujeta 
                            esa muñeca de madera y trapo que le regalé 
                            cuando nació. Ha perdido la inocencia sin haber 
                            cumplido una primavera. Y entonces vuelvo a aquel 
                            camino de aquella noche, y revivo cada momento una 
                            y otra vez, cada vez más lento y más 
                            despacio, recordando ese dolor que ahora justamente 
                            es devuelto a mi corazón
 Por eso, mientras escribo esta carta, sé que 
                            hago lo correcto, éste es el otro camino que 
                            no he conseguido ver porque no era digno de soñar. 
                            Y ahora sólo pienso cómo devolverte 
                            el calor de esas noches que me diste, y en cómo 
                            expresar el dolor de no volver a ver tu pelo rasgar 
                            el tiempo, ni sentir tu cuerpo bajo las yemas de mis 
                            dedos.
 Y si es verdad que mi alma es tuya, será ella 
                            quien te besará cada mañana para ver 
                            juntos el atardecer, y quien te arropará en 
                            estas noches tan frías como tú has hecho 
                            conmigo. Y así, unidos, tallar en los árboles 
                            corazones como aquel del parque donde nos besamos 
                            por primera vez y que nuestro amor dure como duran 
                            las estrellas allá donde todo el mundo puede 
                            verlas.
 Aunque muerto, siempre tuyo. Tu amor
 D. A. García
   POESÍA II Las dos caras Carlos Bargues Sánchez 2ºD Bachillerato
  Besarse bajo un retratoBesarse frente a un espejo,
 No importa cual sea el sitio,
 Si éste es un amor sincero.
 Los suspiros son el aire,
 Las caricias son el viento,
 Y al juntarse en armonía
 Surgirá un calor intenso.
 Tacto base del placer,
 Las manos seres inquietos,
 Las dos almas una misma,
 Al unirse con deseo.
 Y entre risas y susurros
 Y jugando con el pelo,
 Ya no importa nada ahora,
 Ahora arde un dulce fuego.
 Pero si el amor se pierde,Por distancia o por el tiempo,
 ¿Dónde va todo ese amor
 que en los cuerpos dejó un hueco?
 Entre mares y montañas
 Busca ahora aquel sujeto,
 Para encontrar aquel calor,
 Convertido en frío hielo.
 Después de haber pasado
 Malos ratos y tormentos,
 No encuentra donde ha ido.
 El corazón ya maltrecho
 Finalmente se da cuenta,
 De que no todo es un sueño,
 Que el amor tiene dos caras,
 De que no todo es perfecto.
 
 El próximo número publicaremos los 
                            accésit de este concurso literario en la modalidad 
                            de narrativa y en la modalidad de poesía, en 
                            la categoría I (alumnos de ESO) y en la categoría 
                            II (alumnos de Bachillerato).    
                            
                               
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