El
alto el fuego permanente anunciado por ETA a finales
de marzo ha provocado numerosas reacciones de muy
distinta índole. Decidimos comparar posturas
y para ello formulamos las mismas preguntas a tres
personas aparentemente muy diferentes entre sí:
Josu Jon Imaz (PNV), Miguel Sanz (UPN) y Teo Uriarte
(Fundación para la Libertad en el País
Vasco). El objetivo: escribir el tiempo presente vasco
en la visión de sus protagonistas.
Teo Uriarte
Josu
Jon Imaz
Miguel
Sanz
"Que
del proceso se observe la superioridad política
y moral de la democracia frente al terror"
La tercera
mirada hacia la paz del Pais Vasco nos llega hoy desde
los ojos de Eduardo 'Teo' Uriarte, un sevillano de
61 años, vasco de adopción desde que
su familia se asentase en Vitoria en 1953. Perteneció
a la ETA primigenia y estuvo en la cárcel,
pero hoy lucha por la paz y la convivencia, por las
víctimas y por los ciudadanos, desde su posición
de gerente de la Fundación para la Libertad.
La vida de Teo, apasionante
como pocas, dio un giro que determinaría su
vida, cuando en 1964 ingresó en la ETA primigenia,
la de los estudiantes, los idealistas y los seminaristas.
El asesinato por ETA del comisario Melitón
Manzanas en 1968, le conduciría a un carrusel
de cárceles y torturas que tendría su
aparente final en una condena a muerte en el llamado
Proceso de Burgos, tras el cual fue amnistiado. Errante
por cárceles como las de Córdoba y Cáceres,
conocería en ese periplo a su amigo Mario Onaindia.
Liberado por la naciente
democracia, permanecería un tiempo en Bruselas,
se doctoraría en periodismo, presenciaría
la escisión de ETA y la entrada en una senda
de paz del sector político-militar de la banda.
Tras ello nació el luchador que hoy conocemos,
el que fundó Euskadiko Ezkerra, el que intentó
llevar al mundo abertzale a la vía del diálogo
y la democracia, el que seguiría luchando por
sus ideas y por su pueblo desde el cargo de teniente
de alcalde de Bilbao, el que, avergonzado por algunas
de las cosas de aquellos años 70, lucha hoy
por la paz y la convivencia, por las víctimas
y por los ciudadanos, desde su posición de
gerente de la Fundación para la Libertad. Comparte
con los demás miembros de la Fundación,
como Nicolás Redondo Terreros y Edurne Uriarte,
el repudio a la sacralización de la violencia
y el amor por la libertad, desde su posición
de militante de izquierdas. Mantuvimos varias conversaciones
con él, entre el 19 y el 27 de abril, en los
días posteriores a la declaración de
tregua. Éste es el resultado.
Pregunta.-
¿El fin de los atentados y la ausencia de víctimas
mortales significa que en el País Vasco, en
este momento, no hay violencia ni extorsiones, que
hay libertad?
Respuesta.- Sigue habiendo actos
de extorsión, de intimidación y sigue
existiendo miedo. Cuando la violencia política
penetra en una sociedad la perturba profundamente
incluso de una manera inconsciente para los que la
padecen (René Girard, 'La Violence et le Sacré')
. El simple anuncio de tregua no altera las condiciones
fundamentales objetivas, pero si las subjetivas al
crear expectativas.
P.-¿Qué
presenta este momento histórico que permita
pensar que estamos ante el paso definitivo hacia la
paz, y en treguas anteriores no?
R.- Ninguno. Es más, en mi
opinión, que conocí el proceso negociador
cara a la amnistía de 1977 y el proceso de
liquidación de ETA p.m., de la lectura y declaraciones
de los portavoces de la violencia y sus aledaños
deduzco que no están maduras las condiciones.
No se observa el derrotismo, como en caso de ETA p.m.,
o la supeditación de ETA ante la democracia
como lo hubo en el 77. Lo que si hay es una enorme
publicitación de la negociación desde
las instancias gubernamentales. Lo que hasta el momento,
y en otros casos, ha sido contraproducente.
Lo que hay que tener en cuenta en estos casos es que
el señuelo de la paz, la posibilidad de acabar
con el terrorismo, se convierte en unos señuelos
propagandísticos de enorme trascendencia electoral.
Ante esta manipulación se debiera tener precaución.
P.-¿Qué
demanda su colectivo de cara a las negociaciones políticas
que se avecinan?
R.- Que quede claro que el proceso
se inicia ante la conciencia de derrota, o al menos
de incapacidad por parte de ETA, no ante un proceso
de negociación política. Y recordar
al Gobierno que en todo contacto o negociación
con un grupo terrorista se legitima al terrorismo.
Otra cuestión es si la posibilidad de acabar
con este problema permite esos niveles de legitimación.
P.-¿Quiénes
pueden ser los mejores mediadores para el proceso
que se inicia?
R.- A más mediadores más
riesgos de que cada cual vaya a la búsqueda
de algún tipo de capitalización de la
paz. La tregua del 98 demostró que la presencia
de muchos mediadores entorpecía la negociación.
La mínima y necesaria: ETA y el Gobierno.
P.-¿Qué
es, en opinión de su colectivo, lo mínimo
que se debe conseguir para consolidar la paz?
R.- Que al final del proceso se observe
la superioridad política y moral de la democracia
frente al terror. Que en cierta manera manera sí
haya vencedores, la democracia, y vencidos, los terroristas,
referentes necesarios para que los terroristas puedan
reinsertarse en la sociedad democrática, no
como pasa en Azkoitia, que Pilar Elías, víctima
del terrorismo, tendría que hacerlo en la de
los victimarios.
P.-¿Es
políticamente admisible para ustedes un País
Vasco sin Navarra e Iparralde?
R.- De hecho así ha sido siempre,
y hasta la fecha bien hemos vivido.
P.-
Y si ellos no quieren integrarse, ¿qué
pasará?
R.- Ahí está. No quieren
integrarse, tiempo han tenido de sobra (creo que la
pregunta se refiere a los terroristas). Lo que quieren
es vencer.
Si se refieren a los otros territorios, lo mínimo
que hay que hacer es respetar su voluntad y no forzarla.
P.-
Muchos vascos de distintas ideologías viven
fuera de su país por motivos políticos.
¿Deben volver los presos, y además amnistiados?.
¿Podrán regresar los no nacionalistas
y vivir en su tierra en libertad?
R.- Si el proceso de negociación
prosigue volverán los presos y exiliados de
ETA, lo que es bastante difícil es que vuelvan
los que se han tenido que marchar a causa del terrorismo.
P.- ¿Está
en marcha un proceso similar de diálogo en
Francia?.
R.- No. ¡Por Dios!, aquello
es una república, tras la revolución
por excelencia. Estas cuestiones que nos embargan
a los españoles las consideran producto de
una revolución sin terminar, las consideran
producto de una reacción conservadora frente
al igualitarismo y libertad republicanas.
P.-
En una reciente entrevista Arnaldo Otegui exponía
que su patria es el euskera. En la misma línea
Julen de Madariaga ha expuesto en varias ocasiones
que el origen del conflicto estuvo en la defensa de
la cultura vasca. ¿Estamos ante un conflicto
más cultural que político?
R.- No, rotundamente no. También
el carlismo en siglo XIX hizo arma política
de la cultura y el idioma. Es una excusa de naturaleza
ideológica, de enorme importancia política,
que hace suya una determinada clase o sector de clase
en la defensa de sus intereses.
P.-Conseguidos
sus fines por los grupos nacionalistas, ¿qué
pasará en Euskadi con los no nacionalistas?
R.- Al exilio el que pueda. Pero
si eso se ha conseguido con el beneplácito
del Gobierno español el exilio sería
fuera de España.
P.-En
su opinión ¿quién debe dirigir
por parte vasca el proceso negociador, el lehendakari,
un parlamento elegido para tal ocasión, una
mesa paritaria de partidos o el gobierno central español?.
R.- Está dicho, el Gobierno
español.
P.-¿Hasta
dónde está dispuesto su colectivo a
ceder para conseguir la paz?
R.- En nada. Sería el principio
del fin de la democracia. Pero entiéndase que
no serían ninguna cesión aquellas medidas
de carácter humanitario dirigidas a los presos
que reconoce nuestro ordenamiento legal, uno de los
más avanzados en el mundo.
P.-Se
ha dado un gran paso político para la paz,
pero ¿existen las condiciones sociales que
permitan pensar que los odios y el rencor acumulado
en algunos sectores sociales no serán un obstáculo
insalvable a medio plazo?
R.- De momento no se ha dado ningún
paso político para la la paz, sino meras escaramuzas
propagandísticas para mayor gloria del Gobierno
y su interlocutor, ETA.
P.-¿Qué
similitudes cree que existen con el proceso de paz
norirlandés?
R.- Prácticamente ninguna.
Allí dos comunidades políticas se mataban
y el Gobierno británico, con un cierto sesgo,
intentaba arbitrar. Es un enfrentamiento civil porque
aún no ha acabado. En Euskadi unos terroristas
perteneciente a la única comunidad, la nacionalista,
agreden a los no nacionalistas, que no son ninguna
comunidad, que se oponen a sus intereses.
P.-¿Qué
ocurrirá si, Dios no quiera, incidentes como
el reciente de Navarra dan al traste con el proceso?
R.-Que habrá que seguir pensando
en algo inexcusable ante el terrorismo: Derrotarlo.
Lee las otras miradas
de paz: Josu
Jon Imaz y Miguel
Sanz
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