El
alto el fuego permanente anunciado por ETA a finales
de marzo ha provocado numerosas reacciones de muy
distinta índole. Decidimos comparar posturas
y para ello formulamos las mismas preguntas a tres
personas aparentemente muy diferentes entre sí:
Josu Jon Imaz (PNV), Miguel Sanz (UPN) y Teo Uriarte
(Fundación para la Libertad en el País
Vasco). El objetivo: escribir el tiempo presente vasco
en la visión de sus protagonistas.
Josu
Jon Imaz
Miguel
Sanz
Teo
Uriarte
"Paz
es paz. Un derecho irrenunciable que no admite mínimos
ni condiciones"
La primera
mirada de paz en Euskadi es la del Partido Nacionalista
Vasco. Entrevistamos a su dirigente, Josu Jon Imaz,
pero fue inestimable la conversación con Amatiño,
responsable de prensa y campañas del PNV.
El Partido Nacionalista
Vasco es un partido centenario, que desde su fundación
a fines del siglo XIX por Sabino Arana Goiti ha defendido
una ideologia democristiana y nacionalista, dirigiendo
las instituciones autónomas vascas durante
todo este periodo. De su seno se han desgajado varias
formaciones que nunca han conseguido representar a
la sociedad vasca nacionalista e integrar un discurso
modernizador, tan distante de la violencia como el
suyo.
Tras
la larga etapa de Xavier Arzalluz, Josu Jon
Imaz, el destinatario de nuestra primera entrevista
dirige el PNV desde hace dos años y medio,
siendo el presidente más joven en alcanzar
este puesto en el partido, y siendo el discreto
impulsor de una importante modernización
y proyección internacional del PNV.
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De poco más
de 40 años, Imaz es doctor en Ciencias Químicas
por la UPV, con premio extraordinario fin de carrera.
Realizó sus estudios becado por la Universidad
de Navarra y trabajando desde los 14 años para
cubrir sus gastos, en una familia de cuatro hermanos
donde su madre cobraba una modesta pensión
de viudedad, tras la muerte de su padre cuando apenas
contaba ocho años. Desde entonces ha crecido
sin detenerse, forjando uno de los curriculums más
impresionantes de entre los políticos vascos.
Un hombre hecho a sí mismo con tres grandes
ingredientes: vocación, tenacidad y diálogo.
Nacido en Zumárraga en 1963, ingresó
en el PNV a los 15 años. Comenzó su
carrera política como concejal en Zumárraga
en temas financieros. Tras ello, ha sido consejero
de Industria, Comercio y Turismo y portavoz del Gobierno
Vasco, diputado por Guipúzcoa , diputado europeo
y en la actualidad presidente del EBB. Habla euskera,
castellano, francés e inglés. Casado
en 1995, tiene tres hijos de algunos meses, cinco
y siete años, y se jacta de haber formado un
hogar plural, donde no todos comparten sus ideas.
Su mayor afición, el montañismo.
El reportaje que
ofrecemos se fraguó entre el 15 y el 29 de
abril, iniciándose con una serie de contactos
con el departamento que dirige Maite Azkárate.
Tras ello, una provechosa conversación con
Amatiño dio este resultado. Amatiño,
el hombre que más nos ha ayudado, es Luis Aramberri
Mendizabal, responsable de prensa y campañas
del PNV, periodista, erudito, pensador y conocedor
como pocos, desde una mente privilegiada, de la realidad
y la historia del País Vasco.
Nacido
en 1945 en Eibar, ha trabajado como periodista,
editor y coordinador en Deia, ETB y Eguna entre
otras publicaciones, siendo columnista de varios
medios a lo largo de los últimos 30 años.
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Responsable de promoción
cultural del Consejo General Vasco (1979), Director
de Promoción Linguística del Gobierno
Vasco (1980), Director de asuntos parlamentarios de
la Presidencia del Gobierno (1995), Director de relaciones
de la Consejería de Comercio, Industria y Turismo
(1999) y desde 2004 director de Comunicaciones del
EAJ-PNV, la ejecutiva del PNV. Está en posesión
de numerosos premios por su labor periodística
y en defensa de la lengua vasca. Ha sido testigo excepcional
de la historia reciente del País Vasco, estando
considerado como un hombre culto, de gran capacidad
de análisis, dialogante y reflexivo, cuya presencia
en los medios de información vascos es constante.
De estos dos hombres ha surgido esta primera mirada
de paz.
Pregunta.- ¿El fin de los
atentados y la ausencia de víctimas mortales
significa que en el País Vasco, en este momento,
no hay violencia ni extorsiones, que hay libertad?
Respuesta.- El 22 de marzo se ha
iniciado un camino. Nos toca verificar que esa voluntad
expresada por ETA en su comunicado se corresponde
con los hechos. El nuevo tiempo político nos
exige compartir criterios y valoraciones sobre la
validez del abandono de la violencia. Y vinculamos
nuestra valoración a una verificación
compartida entre las instituciones y partidos acerca
del abandono de la violencia y de su autenticidad.
Una vez verificada esta voluntad con los hechos (y
ello exige a nuestro criterio la universalidad del
alto el fuego, es decir, que desaparezca de forma
total la violencia y la amenaza para todos los colectivos),
se cumplirán las condiciones establecidas en
la resolución que aprobamos en mayo del 2005
en el Congreso de los Diputados, y se podrá
proceder a los contactos necesarios entre ETA y el
Gobierno del Estado al objeto de alcanzar un final
dialogado de la violencia.
P.- ¿Qué presenta
este momento histórico que permita pensar que
estamos ante el paso definitivo hacia la paz y en
treguas anteriores no?
R.-
Las expectativas de pacificación que ahora
se abren son posibles porque, de hecho, la sociedad
vasca y las instituciones democráticas han
demostrado su fortaleza y superioridad frente a la
violencia. Es la victoria de los principios éticos,
aun cuando queda, sin duda, un trabajo delicado por
hacer. Hay muchos elementos que han contribuido a
dibujar y a vislumbrar un final definitivo para la
violencia en Euskadi, y que han actuado como factores
propiciadores de la paz. Cambios en el contexto internacional,
cambios profundos en la sociedad vasca, en su mentalidad,
sensibilidad, concienciación, movilización
en torno a las víctimas que a lo largo de los
últimos años han ayudado a achicar el
espacio de la violencia en el País Vasco, la
transformación en el mundo de la izquierda
radical que durante años ha dado cobertura
política a la violencia... Pero, sin género
de dudas, entre todos estos factores destaca la madurez
de nuestra sociedad.
P.- ¿Qué es, en opinión
de su colectivo, lo mínimo que se debe conseguir
para consolidar la paz?
R.-
No hay mínimos. Paz es paz. EAJ-PNV plantea
precisamente, como exigencia democrática, que
el diálogo resolutivo para el final del proceso
no sea consecuencia de la violencia, sino de su cese.
El respeto a lo que los vascos, representados por
sus fuerzas políticas, decidan es incompatible
con la vigilancia o el condicionamiento que pueda
ejercer una organización armada. Los partidos
políticos y las instituciones representativas
son los únicos encargados de garantizar el
carácter democrático de los acuerdos
que en todo momento se alcancen, y ningún grupo
armado puede pretender tutelar el proceso político.
La paz es la prioridad. Y en el diálogo con
ETA, el futuro político de la sociedad vasca
no debe ser abordado. Hacerlo, vincular la paz a un
proyecto político determinado por legítimo
que sea, sería tanto como reconocer la validez
del uso de la violencia para alcanzar objetivos políticos.
P.- ¿Hasta dónde está
dispuesto su colectivo a ceder para conseguir la paz?
R.-
En el momento actual todas las formaciones políticas
asumen que una paz justa ha de basarse en el principio
de que, en democracia, las decisiones están
únicamente en manos de la ciudadanía.
Lo contrario sería éticamente reprobable,
socialmente inaceptable y políticamente contradictorio.
Un proceso de paz debería de ser entendible,
asumible y plausible para la opinión pública
democrática, tanto vasca como española.
Cuando EAJ-PNV ha defendido un final dialogado de
la violencia lo ha hecho desde la experiencia histórica
de que este tipo de conflictos termina en una fase
de diálogo y acuerdo, algo bien distinto que
conceder a una organización armada un derecho
de decisión que sólo compete a los vascos
y a las vascas.
P.- ¿Quiénes pueden
ser los mejores mediadores para el proceso que se
inicia?
R.-
Final dialogado significa separar con nitidez el diálogo
con una organización terrorista del diálogo
político sobre el que se construya el futuro
de la sociedad vasca. En este sentido, la propuesta
de constituir dos foros de diálogo -uno de
ellos, llamado de pacificación, en el marco
de la resolución del Congreso, por los poderes
competentes del Estado con aquellos que muestren una
voluntad inequívoca de poner fin al terrorismo
al objeto de propiciar un final dialogado de la violencia,
y otro foro bien diferente, de normalización
política, entre los representantes políticos
legítimos de la sociedad vasca- permite dar
garantías democráticas a un proceso
de este tipo.
Deberemos marcar una clara separación conceptual
entre ambos foros, como elemento de higiene y garantía
democráticas. Así, nuestras decisiones
futuras, los acuerdos políticos a los que los
representantes políticos llegar, no estarán
condicionadas por una ETA que no ha sido capaz de
aceptar ni la voluntad mayoritaria de los vascos ni
la legitimidad democrática de las instituciones
que nos hemos dado. Desde estas consideraciones, tenemos
la certeza de que la ciudadanía vasca, y también
la ciudadanía española, estarán
dispuestas a trabajar e impulsar con generosidad las
vías para hacer posible la reconciliación
y la convivencia.
P.- ¿Qué demanda su
colectivo de cara a las negociaciones políticas
que se avecinan?
R.-
Con respecto al proceso de normalización política,
demandamos que sea respetada la decisión de
la sociedad vasca y proponemos la asunción
de un doble compromiso: No imponer y no impedir. No
imponer un acuerdo de menor aceptación que
los actualmente vigentes, y no impedir un acuerdo
de mayor aceptación que los actualmente vigentes.
No imponer garantiza la aceptación, en clave
de aportación social e integración política,
de la voluntad de la sociedad vasca; no impedir evita
el veto de las Cortes españolas. Se trata de
aceptar, por principio, la fórmula más
democrática y más integradora.
P.- ¿Es políticamente
admisible para ustedes un País Vasco sin Navarra
e Iparralde?
R.-
EAJ-PNV aspira democráticamente a una articulación
política entre los tres ámbitos jurídico-políticos
de Euskal Herria. Los nacionalistas de EAJ-PNV trabajamos
por la unión política de todos los vascos
y nuestras convicciones democráticas nunca
nos permitirían aceptar una modificación
de las decisiones políticas que tuviera su
origen en el chantaje o la imposición. Son
los ciudadanos y ciudadanas de cada uno de los diferentes
territorios vascos y sus legítimos representantes
los únicos que deben poder decidir sobre la
posibilidad de formar una única comunidad político-institucional
o sobre la articulación de cualquier otro mecanismo
de relación, de modo que, en todo caso, ha
de garantizarse el respeto y ejercicio efectivo de
dichas decisiones, tal y como ya se establece en la
Propuesta de Nuevo Estatuto aprobado por el Parlamento
Vasco.
P.- Y si ellos no quieren integrarse,
¿qué pasará?
R.-
¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? Aquí
no hay ni ellos ni nosotros. Todos somos igualmente
vascos, independientemente del ámbito político-administrativo
en que residamos. Un vasco ciudadano francés
se ofendería si los de este lado de la frontera
nos pretendiéramos vascos auténticos
o vascos de primera. EAJ-PNV tiene sedes, afiliados,
simpatizantes y cargos electos en los tres ámbitos,
y todos ellos están representados tanto en
la Ejecutiva Nacional del partido como en la Asamblea
Nacional. Dicho esto, es evidente que la voluntad
de los ciudadanos de cada uno de los tres ámbitos
del pueblo vasco debe ser en todo momento respetada.
P.-Ciudadanos vascos de distintas
ideologías viven fuera de su país por
motivos políticos. ¿Deben volver los
presos, y además amnistiados? ¿Podrán
regresar los no nacionalistas y vivir en su tierra
en libertad?
R.-El daño causado por la
violencia es de tal envergadura que la normalización
de la vida social no será completa incluso
desaparecida la violencia, porque quedan heridas en
las personas y en el tejido social. Por ello, en un
proceso de este tipo los partidos políticos
y los agentes sociales deberemos velar por el reconocimiento
y la reparación de las víctimas. Y más
allá de la solidaridad personal, se hace imprescindible
hacer constar el reconocimiento social del sufrimiento
injustamente padecido. Sin él, no será
posible que la deseable reconciliación se abra
paso entre nosotros. Además, entre los objetivos
a corto plazo, el cumplimiento de las penas en cárceles
próximas a su entorno social y familiar de
las personas privadas de libertad, la consideración
de sus familiares y allegados como potenciales agentes
de paz y de reconciliación -y, en ningún
caso, como personas colateralmente culpables- son,
hoy mas que nunca, elementos imprescindibles al servicio
de la pacificación. Está llegando, por
lo tanto, el momento de dar, definitivamente, una
nueva orientación, consensuada, dinámica
y flexible a la política penitenciaria y reitero
el compromiso del Partido Nacionalista Vasco con este
reto. La resolución aprobada en el Congreso
de los Diputados en octubre de 1998, a las pocas semanas
del alto el fuego, puede ser un adecuado marco de
referencia.
P.- ¿Está en marcha
un proceso similar de diálogo en Francia?
R.-
Similar, no. Pero portavoces autorizados del Gobierno
francés han declarado públicamente que,
consolidada la paz, el diálogo político
puede y debe ser posible en todas sus manifestaciones.
En el País Vasco ubicado en el estado francés
estaba ampliamente generalizada la consideración
de que la violencia de ETA dificultaba cualquier reivindicación
política. El fin de violencia favorece las
relaciones “transfronterizas” en el marco
de la Unión Europea y deja sin coartada a los
defensores del “no”.
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Josu Jon Imaz
frente al Guggenheim. FOTO: Chema Conesa |
P.- ¿Cabría argumentar
que estamos ante un conflicto más cultural
que político?
R.-
No es fácil dirimir la frontera entre lo estrictamente
cultural y lo exclusivamente político. Basta
remitirse a la autoridad de la Enciclopedia Británica
para atestiguar la existencia de una comunidad cultural
y lingüística asentada a ambos lados de
los Pirineos a través de la historia. Es, también,
un conflicto político-económico-social
que se remonta cuando menos 120 años anterior
al nacimiento de ETA. Y de todo ello da prueba fehaciente
la propia Constitución española de 1978
cuando, en su Disposición Derogatoria, deroga
las leyes abolicionistas de los fueros vascos de 1839
y 1876. Son muchos los ciudadanos españoles
que creen, equivocadamente, que los vascos disponemos
de determinadas competencias conseguidas bajo la amenaza
de la violencia. Nadie les ha explicado que, por ejemplo,
los vascos hemos dispuesto ininterrumpidamente de
competencias en materia fiscal desde siempre, es decir,
desde antes de que se constituyera el propio Reino
de España. Y esto no está reñido
con la solidaridad, es simplemente una forma distinta
de gobierno, de autogobierno en nuestro caso. La solidaridad
y la buena vecindad no están reñidas
con la descentralización La dictadura de Franco
fue mucho más centralista que la democracia
actual, pero la España de las autonomías
es mucho más justa y solidaria con Extremadura,
por ejemplo, que lo fue la dictadura unitaria y centralista.
P.- Conseguidos sus fines por los
grupos nacionalistas, ¿qué pasara en
Euskadi con los no nacionalistas?
R.-
La solución, tanto en la Comunidad Autónoma
Vasca como en la Comunidad Foral de Navarra, pasa
por alcanzar un acuerdo integrador entre todos. EAJ-PNV
respeta el pluralismo de la sociedad vasca. Queremos
que el derecho de los vascos a decidir su futuro se
conciba como un espacio de encuentro, plantearlo de
manera que todos lo sientan y reconozcan como un derecho
compartido. Respetar la voluntad de los vascos incluye
el respeto a los diferentes sentimientos identitarios,
tratando de integrarlos en un esquema de pacto y compromiso.
Todo ello debe ir acompañado necesariamente
de un compromiso activo por parte del Estado a favor
de su plurinacionalidad. Sólo así será
posible superar la convicción instalada en
determinados ámbitos sociales según
la cual las aspiraciones nacionales vascas encierran
alguna ilegitimidad democrática.
P.- En su opinión ¿quién
debe dirigir por parte vasca el proceso negociador,
el lehendakari, un parlamento elegido para tal ocasión,
una mesa paritaria de partidos o el gobierno central
español?
R.-
Tanto los partidos, cada uno en proporción
a su representación popular, como las instituciones,
democráticamente elegidas, tienen su propia
función que desarrollar. Es evidente que nadie
puede escapar a la responsabilidad de participar e
intervenir en la resolución del problema que
en mayor medida ha afectado a la sociedad vasca durante
las últimas décadas. Pero los árboles
no deben evitar ver el bosque. La cuestión
de fondo es el respeto a los derechos humanos, al
pluralismo, a la voluntad popular, a la aceptación
de medios exclusivamente democráticos y pacíficos,
al diálogo sin exclusiones y al compromiso
de aceptar que todos los proyectos políticos
defendidos democráticamente deben encontrar
las vías para la incorporación en el
ordenamiento jurídico.
P.- Se ha dado un gran paso político
para la paz, pero ¿existen las condiciones
sociales que permitan pensar que los odios y el rencor
acumulado en algunos sectores sociales no serán
un obstáculo insalvable a medio plazo?
R.-
La convivencia política es el reto. No es posible
construir una nación cohesionada e integrada
ni sobre el enfrentamiento entre identidades ni sobre
la imposición de un proyecto ajeno a la voluntad
de la sociedad vasca, expresada mediante una consulta
libre y democrática. Los conflictos de derechos,
de valores y de intereses entre unas y otras identidades
en juego son permanentes e inevitables, y de lo que
se trata es de establecer compromisos y acomodos viables
entre las partes. El valor del pluralismo de la sociedad
vasca es, en este contexto, no un mal menor, sino
un elemento consustancial, enriquecedor y positivo
de nuestra sociedad.
P.- ¿Qué similitudes
cree que existen con el proceso de paz norirlandés?.
R.-
Euskadi no es ni Irlanda, ni Québec, ni por
supuesto Cataluña. Euskadi tiene su propia
historia, sus propias reivindicaciones y su propia
problemática. EAJ-PNV entiende que la consulta
a la ciudadanía, en ausencia de violencia,
es una exigencia política y democrática
siempre que se propone una modificación sustancial
del marco de convivencia. Y en eso estamos. Euskadi
debe buscar y conseguir su propio modelo de pacificación
y normalización política dentro de un
Estado plurinacional. No solo Euskadi es plural. También
lo es España.
P.- ¿Qué ocurrirá
si, Dios no quiera, incidentes como el reciente de
Navarra dan al traste con el proceso?.
R.-
Por de pronto, los hechos han demostrado que incidentes
como el de Navarra, aún siendo totalmente rechazables
y condenables, no han dado al traste con el proceso.
Adelantar los acontecimientos es, cuando menos, imprudente
y, en todo caso, es algo que prácticamente
nadie lo desea en el conjunto de la sociedad vasca.
Lee las otras miradas de paz: Miguel
Sanz y Teo
Uriarte
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