Lola López,
Antonio Blanco y José Antonio Aguilar conforman
Malaje Sólo, compañía de teatro
que, huyendo del tópico de gracioso andaluz,
en 1996 crean el proyecto de "humor aburrido"
Malaje Sólo.
En Andalucía un malaje es una persona que
no tiene gracia. Partiendo de esta definición,
Malaje sólo plantea en sus espectáculos
historias que, paradójicamente, buscan el humor
por defecto. Ofrece varios espectáculos, entre
ellos 'Ahora mismitos', que tiene como director a
José Antonio Aguilar y como protagonista a
Antonio Blanco, humorista y actor de origen gaditano
que patea toda la Península en busca de jóvenes
a quien hacer reír.
Esta obra de teatro, que es en realidad un montaje
alrededor de la mitología clásica, busca
sembrar en los jóvenes la curiosidad por la
mitología, pues es un hecho bien conocido la
falta de cultura (y no de interés) sobre este
tema, debido al sistema educativo que se enfoca en
otras materias como enseñar a hacer matrices,
sintaxis o la historia de nuestros antepasados, ignorando
la importancia que tiene el reflejo de una cultura,
la representación de arquetipos, principios
y moralidad de dicha cultura.
Este aprendizaje no se hará por la vía
memorística, pues es fundamental que resida
en nuestra cultura general, sino por la vía
teatral, con un poco de sorpresa, otro poco de participación
y un mucho de humor, que hace de 'Ahora mismitos'
un espectáculo que los alumnos recordarán
durante mucho tiempo.
En esta ocasión, el actor decidió,
ya sea por pura idea improvisada o calculada, el inicio
de la puesta de escena, que fue la ingestión
de un plátano para observarnos detenidamente
y provocar una risa incipiente que le costó
conseguir, que lleva a masticar la reflexión
acerca de la elección entre el mito de Fedón,
donde el hijo del dios del Sol roba el carro del Sol
y es fulminado por un rayo de Zeus, o el mito de la
manzana de la discordia, o más bien la causa
de guerra de Troya, al entregar Zeus el poder de elección
de la diosa más bella en Paris, que escoge
a Afrodita entre Juno y Atenea; o el mito de las ninfas,
donde estas divinidades son perseguidas por los sátiros.
Aunque a primera vista el relato de mitos parezca
algo serio, que solo sirve para cultivarnos de nuevos
conocimientos, el actor va más allá,
pues utilizará su gracia natural acompañada
de chistes verdes o demasiado malos que no nos dejarán
descanso sin reír.
La soltura en la actuación debido a una larga
vida en escena se plasma en su salida del guión
para buscar el contacto directo con el público,
como se puede decir de pocos artistas, gracias a su
seguridad en sí mismo, engrandeciendo una actuación
que tiene lugar en un espacio bien reducido, sin necesidad
de escenario, simples focos, y un reducido material
y vestuario para actuar. Sólo necesita una
peluca que la convierte en clave para un momento de
éxtasis de risa (parodia al 'León de
la Metro'), tres barbies que simbolizarán a
las diosas más bellas, una muñeca hinchable
y una especie de montacargas para representar el carro
del sol que conducirá un compañero de
clase, pues la puesta en escena de jóvenes
que contemplan la obra es otra de las claves que diferencian
a este dramaturgo. Así consigue el contacto
directo, desdramatizar y hacer más amena la
narración, que al fin y al cabo se convierte
en una sensación tan agradable y divertida
que nadie quiere ver finalizar.
Para todos los admiradores del teatro o aquellos
que no sabían que lo eran e incluso los que
siguen fieles a la pasividad, esta obra de teatro
fue una revelación; de nuevo arte personificado
en el intérprete, o mejor dicho en el genio,
que logró lo que muchos buscan y pocos consiguen:
aprender disfrutando.

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