La música
nace junto al ser humano, es una manifestación
cultural que se ha desarrollado al mismo tiempo que
ha evolucionado nuestra especie. Tiene infinidad de
utilidades, entre ellas transmitir un mensaje. Esta
información (la mayoría de las veces
fácil de captar y en otras sutilmente mostrada)
influye, generalmente sin darnos cuenta, en la definición
de importantes rasgos de nuestra identidad.
La intención de este artículo no es
contar los inicios ni la finalidad de la música,
sino opinar acerca del reggaeton, un género
musical de origen latino que ha alcanzado gran popularidad
a partir de la década de los noventa y que
es escuchado por una gran parte de la juventud.
Estas composiciones, cantadas generalmente por hombres,
habitualmente tratan contenidos sexuales, pero no
es a lo que quiero remitirme. El problema de esta
clase de canciones se halla en el desmesurado sexismo
que se esconde entre sus letras. En estas piezas creadas
por unas mentes machistas, la mujer es reducida a
un mero objeto que sirve para satisfacer los deseos
sexuales del hombre. Pero el sexismo no se queda ahí,
continúa en los denigrantes vídeos musicales
que acompañan a la canción, en los que
de nuevo esta vez lo comprobamos visualmente, la mujer
no es más que un objeto sexual en la vida del
hombre.
Ya me resulta preocupante que se permita comercializar
canciones con semejantes letras, pero más alarmante
me parece que un número tan alto de jóvenes
las escuchen. ¿Cómo vamos a conseguir
alcanzar una sociedad igualitaria mientras millones
de muchachos se dignan a escuchar canciones con mensajes
tan machistas? O lo que es peor, ¿no se dan
cuenta todos estos zagales de cuál es el mensaje
transmitido por este género musical y lo están
asumiendo?
No tengo la respuesta a esas preguntas, pero sí
sé que hay cientos y cientos de canciones con
unas letras que hacen sentir, pensar, bailar, reflexionar,…
y que sin lugar a dudas no fomentan la discriminación
y la violencia hacia la mujer.

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