Uno de 
                            los más nocivos y vergonzosos males de la historia 
                            de la existencia humana es el machismo; aquel estado, 
                            no solo dentro de una pareja o de una familia sino 
                            también dentro de una sociedad, en el que la 
                            mujer se ve oprimida y privada de llevar una vida 
                            digna por el hombre. Esto no solo no ha desaparecido 
                            del comportamiento humano en nuestros días, 
                            sino que todavía es un elemento predominante 
                            y hegemónico en nuestra civilización.
                           
                            
                            
                            
                              Si bien el patriarcado nace en el Neolítico, 
                              de la mano de la primera división del trabajo, 
                              donde el hombre atendía a los rebaños 
                              mientras que la mujer realizaba las tareas domésticas; 
                              si bien en esa época, las gens (o familias) 
                              se empezaron a organizar en torno al hombre, las 
                              sociedades esclavistas de Grecia y Roma ya eran 
                              totalmente dominadas por los varones. El feudalismo 
                              no se quedó atrás y en los inicios 
                              del periodo industrial, hasta mediados del siglo 
                              XIX, esta seguía siendo la regla que ordenaba 
                              el funcionamiento de las diversas comunidades. Hasta 
                              este punto, creo conveniente señalar que 
                              el movimiento feminista era paupérrimo y 
                              sin influencia alguna para provocar un cambio en 
                              la organización social. No estaba mal visto 
                              dominar y esclavizar a las mujeres, era lo usual, 
                              lo mismo que no estaba mal considerada la esclavitud 
                              en el siglo XVII. Sin embargo, coincidiendo con 
                              el auge del movimiento obrero, se empieza a desarrollar 
                              un movimiento feminista potente, que consigue, entre 
                              otras cosas, el sufragio femenino. A partir de ahí 
                              se ve claramente como el movimiento ha ido ganando 
                              tal fuerza, que hoy en día el machismo está 
                              "mal visto" por la opinión pública 
                              y no es socialmente aceptado, lo cual ya es un logro. 
                              Mas no hay que caer en el engaño de creer 
                              que con esto ya se ha puesto fin a esta lacra.
                            Considero que dentro de todo este 
                              entramado que, aparentemente, ha sacado a la mujer 
                              de su miserable situación, las cosas siguen 
                              siendo como antes, o por lo menos muy parecidas. 
                              Opino que las élites financieras, que a la 
                              vez son las arquitectas de la ideología de 
                              esta sociedad, han ocultado bajo el manto de la 
                              falsa igualdad y valiéndose de la cultura 
                              de masas, la triste realidad de nuestros días. 
                              Ya no conviene reprimir a las mujeres de una forma 
                              tan superficial porque está mal visto; ahora 
                              utilizan la manipulación y el adiestramiento 
                              de las masas para exprimirlas sin que nadie pueda 
                              protestar. Antes se tenía una clara concepción, 
                              tanto por parte del hombre como de la mujer, de 
                              que el varón debía mandar; ahora esa 
                              concepción ha desaparecido, pero la realidad 
                              sigue siendo la misma, llevamos aún dentro 
                              de nosotros el tumor machista y lo peor es que casi 
                              nadie es capaz de detectarlo.
                            Estoy seguro de que la gran mayoría 
                              de las personas integrantes de la sociedad occidental 
                              no se considera machista, pero lo es, y no por elección 
                              propia libre de cualquier manipulación. Incluso 
                              las mujeres también lo son, para qué 
                              vamos a engañarnos. Conozco a muy pocas que 
                              de verdad tengan un comportamiento orientado hacia 
                              la igualdad.
                            Desde pequeños nos enseñan 
                              y nos inculcan, de una forma más o menos 
                              subliminal, un sistema de vida en el que claramente 
                              mandan los hombres. Los asesinatos son solo la punta 
                              del iceberg, hay un aparato social que comanda esta 
                              situación.
                            A las mujeres, desde que nacen, 
                              y conforme van entrando en la adolescencia, les 
                              meten en la cabeza aquello de que deben ser como 
                              princesas: deben ser débiles, no deben protestar, 
                              no pueden levantar la voz, no deben decir tacos, 
                              tienen que jugar con muñecas, no deben escuchar 
                              cierto tipo de música, deben estar siempre 
                              en perfecto estado de belleza, deben obedecer a 
                              los hombres, etc. Parece que nacen para servir a 
                              un varón. Con esto lo único que se 
                              consigue es fabricar una sociedad donde las mujeres 
                              son propiedad y objeto de los hombres, sin poder 
                              rebelarse contra ello. No me atrevería a 
                              decir que las princesas (al igual que los príncipes) 
                              deberían estar en las guillotinas, pero lo 
                              que saco en claro es que necesitamos mujeres que 
                              se opongan a los hombres y que no se dejen dominar: 
                              mujeres íntegras.
                            ¿A qué niña 
                              no le han regalado la mítica "cocinita" 
                              de pequeña? ¿Por qué a los 
                              niños no? No nos sorprendamos, por ende, 
                              que gran cantidad de mujeres crean que deben ocuparse 
                              ellas de la cocina. En la televisión es todo 
                              igual, se construye una imagen pésima de 
                              la mujer, tanto en la publicidad como en los programas. 
                              La gente, en su grado supino de estupidez e ignorancia, 
                              asimila esto de una manera en que las mujeres se 
                              transforman en un objeto, en mercancía para 
                              los hombres.
                            La religión no se queda 
                              atrás: dicta y predica una completa servidumbre 
                              por parte del sexo femenino; lo peor de todo esto 
                              es que la fe ciega (o la ignorancia, según 
                              se vea) de muchas, les impone unas férreas 
                              cadenas de las que no pueden liberarse.
                            Luego está el caso de aquellas 
                              que, en sus relaciones de pareja, reniegan de su 
                              libertad y se hacen esclavas de su compañero; 
                              aquellas que se creen que su función en la 
                              relación es mantener feliz al hombre. Esto 
                              lo promueve la sociedad día a día, 
                              y solo unas pocas consiguen escapar de estos vínculos 
                              machistas; lo triste es que quien lo hace es tildada 
                              de "antisistema", "feminazi", 
                              "perroflauta", etc.
                            Podría poner muchos más 
                              ejemplos, pero me detendré en algo que me 
                              llama mucho la atención: la ley no escrita 
                              que ordena que las chicas deben ser más jóvenes 
                              que sus parejas. No hay nada más insensato, 
                              pero a la vez más racional: los hombres deben 
                              ser mayores para tener más facilidades en 
                              el dominio de las mujeres y, a su vez, fortalecer 
                              una relación sadomasoquista donde la fémina 
                              se deja dominar y chupar la sangre (aquello que 
                              llaman amor).
                            Sin embargo, los hombres lideran 
                              la clasificación en cuestión de sexismo: 
                              son penosos todos aquellos que hablan de mujeres 
                              tratándolas como trozos de carne que deben 
                              atrapar, todos aquellos que deshumanizan el sexo 
                              femenino. Aquella gente que se dedica a hablar "de 
                              culos" es un cáncer para el progreso 
                              de la civilización. Mientras vean a la mujer 
                              como un objeto sexual jamás podrán 
                              ponerse a su nivel para lograr la igualdad.
                            Considero que existe una solución 
                              muy sencilla y efectiva al machismo, la cual radica 
                              en un cambio drástico de la educación, 
                              así como un cambio en los aspectos públicos 
                              en los que se exhibe y se practica esta situación 
                              (tales como la publicidad, la televisión, 
                              los cargos públicos y privados, la Iglesia…). 
                              Pero como esto, por lo menos mientras sigamos dentro 
                              de este régimen dominado por la estupidez 
                              y la ignorancia, no va a pasar (porque los que mandan 
                              no tienen necesidad de cambiar nada), el cambio 
                              debe venir desde nosotros y nosotras. Creo que predicar 
                              con el ejemplo es algo indispensable para concienciar 
                              a la gente. Conozco a muchas chicas que, aun queriendo 
                              modificar esta situación, desarrollan en 
                              su vida cotidiana una actitud totalmente machista. 
                              Creo que no basta con subir una foto a Twitter el 
                              8 de marzo y luego el resto del año seguir 
                              denigrándose de la manera en que lo hacen. 
                              Y lo mismo ocurre con los hombres, aquellos que 
                              se creen que el feminismo es cosa de mujeres tienen 
                              un grave problema. En definitiva, diré que 
                              tenemos en nuestra mano la opción de cambiar 
                              las cosas y debemos ejercerla. Si no lo hacemos 
                              nosotros, los que mandan no lo van a hacer.