La legislatura más breve de la democracia española
ha tenido como presidente del Congreso de los Diputados
a uno de los políticos más apasionados
con el diálogo y el consenso. Así es
Patxi López.
Nombre:
Francisco Javier López Álvarez
Lugar y fecha de nacimiento:
Portugalete, 4 de octubre de 1959
Estudios: Estudios de Ingeniería
Industrial en la Universidad del País
Vasco.
Trayectoria: Afiliado al Partido
Socialista de Euskadi desde 1977. Diputado en
el Congreso y parlamentario vasco. Presidente
del Gobierno vasco entre 2009 y 2012 y secretario
general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko
Ezkerra desde 2002 hasta 2014. Presidente del
Congreso de los Diputados de enero a mayo de
2016.
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Patxi López
nos recibe en el Congreso de los Diputados. Llueve
en Madrid y todo parece indicar que comienza la cuenta
atrás para la convocatoria de elecciones el
próximo mes de junio. Afectuoso y cercano,
nos confiesa que la más corta legislatura de
nuestra democracia es, sin duda, un fracaso político
colectivo, “pero de unos más que de otros”,
pese a lo cual, votar “no es ningún drama”.
A punto de decir adiós a la tarea de los últimos
meses, defiende el papel responsable de Pedro Sánchez
al intentar buscar la suma para un gobierno en una
situación absolutamente inédita y entiende
el “cabreo” de los españoles ante
la falta de entendimiento de los líderes políticos.
“Pactar no es traicionar nada”, defiende
con vehemencia el presidente del Congreso. Para el
que fuera lehendakari de 2009 a 2012 “dialogar,
negociar y pactar son palabras viejas necesarias para
la nueva política”. De su experiencia
al frente del Gobierno vasco guarda como un tesoro
el valor de estas palabras.
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Los
estudiantes con Patxi López en el Congreso
de los Diputados. |
Pregunta.- ¿Es muy distinto
el Patxi López que entrevistamos en 2011 al
de hoy?
Respuesta.- Aunque entonces era lehendakari
y ahora me entrevistáis como presidente del
Congreso, íntima y personalmente no he cambiado
mucho. Más edad y poco más, aunque con
más experiencia porque todos los días
aprendes algo que suma.
P.- ¿Y ve diferente la sociedad
ahora desde su despacho del Congreso?
R.- En aquel momento la política
vasca estaba definida por una confrontación
permanente y una división en la sociedad. Cuando
llegué a la Lehendakaritza existía una
banda terrorista como ETA que asesinaba a los que
no pensaban como ellos y comenzaba a golpearnos la
crisis. Las políticas entonces iban encaminadas
a unir a la sociedad vasca alejando los conflictos
identitarios e intentar hacer frente a la crisis con
los recursos que tenías. Ahora estamos también
en una situación inédita en la política
española, con decisiones inéditas y
nuevas. Nunca había habido plenos con un gobierno
en funciones, ni un gobierno en funciones que no quisiera
venir al Congreso a someterse al control de la cámara.
Cosas distintas pero, en el fondo, lo que uno ve es
que la sociedad sigue queriendo implicarse, ve una
sociedad que exige más limpieza, transparencia
y participación. Hay que abrir todos los canales
para poder hacerlo.
P.- ¿Cómo se entiende
que siendo entonces las circunstancias tan difíciles
en Euskadi fuese posible gobernar con el PP y llegar
a acuerdos y ahora no haya sido posible?
R.- Entonces fue muy fácil
ponerse de acuerdo atendiendo a tres puntos fundamentales.
Primero, dejar atrás el conflicto en el que
se quiere clasificar a los vascos, pues había
quien decía cómo se era buen vasco o
no. Después, utilizar todos los mecanismos
para combatir el terrorismo, recuperar las calles
para los demócratas y, en tercer lugar, defender
lo público, la red de políticas sociales
para no dejar a nadie en la cuneta. Ahora no son las
mismas circunstancias. El Partido Socialista pretende
dejar atrás el tiempo de Mariano Rajoy, su
reforma laboral de salarios de miseria y contratos
de explotación, la LOMCE, los copagos sanitarios,
la privatización de los servicios públicos.
Es difícil ponerse de acuerdo con quien lo
ha hecho posible y lo sigue manteniendo. Por otro
lado, hay formaciones que podrían haberse puesto
de acuerdo para sumar, para un gobierno de cambio.
Pero creo que hay quien no ha entendido que pactar
no es traicionar nada, que para pactar siempre hay
que ceder y que uno no puede imponer el cien por cien
de sus pretensiones. Dialogar, negociar, pactar son
palabras viejas pero muy necesarias en la nueva política.
P.- Respecto al problema catalán,
¿estamos ante el mismo desafío que en
Euskadi pero quizá llevado a un estadio superior?
R.- Desde luego, hay que defender
la Constitución. La ley es lo que garantiza
nuestra libertad y la igualdad de la ciudadanía
pero, además de eso, hay que hacer una propuesta
política en Cataluña, no para contentar
a los independentistas, sino para decirle a la sociedad
catalana que aquí hay un proyecto de España
en el que todos podemos sentirnos más o menos
cómodos, convivir y progresar juntos. El PP
esgrime la ley y solo la ley. Los socialistas, además
proponemos la evolución hacia un modelo federal
y un sistema de financiación más justo,
equitativo, equilibrado, que tenga como base la igualdad
y la solidaridad. Y queremos que en un país
tan descentralizado como el nuestro, haya una lealtad
en las competencias, una verdadera cámara territorial,
un Senado, en la que definamos entre todos la política
del conjunto. Eso es política, no solo ley.
P.- ¿Qué siente el
ciudadano López al haber asumido esta responsabilidad
como presidente del Congreso y ver que tan rápidamente
va a llegar a su final sin conseguir sus objetivos?
R.- Asumí la responsabilidad
con la satisfacción y el orgullo de que los
tuyos te propongan y también con una gran responsabilidad
cuando te subes ahí arriba. Ahí están
350 personas que representan la soberanía de
todos los españoles y españolas. Esta
cámara es el epicentro de la política
y me ha tocado dirigirla en un momento totalmente
nuevo y no fácil, con una mesa más plural.
Para mí esta etapa ha sido muy enriquecedora.
Corta, pero muy intensa.
P.- Sin duda, la hubiese preferido
más larga…
R.- Sí, pero no por lo que
a mí se refiere, sino por lo que significaría
que hubiera sido posible un gobierno, que es lo que
necesita la gente de este país.
P.- ¿Fue temerario que se
iniciara un debate de investidura sin que Pedro Sánchez
tuviera garantías para salir elegido?
R.- No, al revés. Rajoy, nada
más ganar las elecciones el 20 de diciembre,
tenía que haberse puesto a trabajar en busca
de acuerdos. No lo hizo, declinó el encargo
del rey y entramos en un vacío absoluto, pues
no está previsto en la Constitución
que no haya candidato. De hecho, si no llega a producirse
la primera votación de investidura, no habríamos
puesto en marcha el reloj y podríamos haber
estado hasta el infinito con esta cámara y
con un gobierno en funciones. Pedro Sánchez
lo intentó y llegó a un acuerdo con
Ciudadanos, el único sobre la mesa, con 200
medidas, ni exclusivo ni excluyente, sino la base
a la que se podían ir sumando otro tipo de
iniciativas. No fue posible que otros se sumaran,
por lo tanto, no solo me parece que no fue temerario,
sino que fue muy responsable con la democracia. Creo
que supo leer bien lo que habían dicho los
ciudadanos en las elecciones.
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López
respondiendo a las preguntas de los reporteros
del colegio La Paz. |
P.- ¿Piensa que esto ha podido
contribuir al desencanto de los españoles con
la política, o al contrario?
R.- No sé si al desencanto,
pero al cabreo, seguro. Entiendo que no se puede decir
a los ciudadanos "os habéis equivocado",
"tenéis que volver a votar a ver si acertáis".
Los ciudadanos nos pidieron gestionar esta pluralidad,
buscar la suma para un gobierno. En el fondo, la nueva
convocatoria es un fracaso de los políticos,
pero es verdad que más de unos que de otros.
Unos lo han intentado, con un acuerdo sobre la mesa,
y otros nada. Entiendo que la gente se cabree si no
se ha sabido gestionar su voto. No sé si eso
se traducirá en más abstención.
La política debe saber gestionar también
los sentimientos de la gente y, en este momento, hay
cierto cabreo.
P.- Ha utilizado la palabra fracaso
para referirse a esta legislatura. ¿Le pondría
el nombre de alguien a este fracaso?
R.- No, es un fracaso colectivo,
pero tendrá menos responsabilidad el que lo
ha intentado, el que se puso a la cabeza para buscar
un gobierno, el que ha hablado con unos y con otros,
y tendrá más responsabilidad el que
no se ha movido del sillón o el que, en lugar
de buscar como sumar, ponía líneas rojas.
Parece evidente, ¿no?
P.- ¿Se ha perdido para
siempre el espíritu de consenso de la Transición?
R.- En España hemos perdido la costumbre
de lo que significa pactar y acordar. Lo hicimos extraordinariamente
bien entonces. Pactaron no solo adversarios políticos
sino gente que había sido enemiga hasta hacía
dos días. Por encima de sus pretensiones particulares
pusieron el valor del consenso y el de construir país.
Pero, a partir de entonces, no hemos necesitado en
España esos acuerdos. Ahora, después
de tantos años, es la primera vez que se nos
ha puesto encima de la mesa esa necesidad de recuperar
el diálogo y el pacto y es posible que hayamos
perdido la costumbre.
P.- Ha calificado la repetición
de las elecciones como un fracaso. ¿qué
efectos cree que tendrá en nuestro sistema
democrático teniendo en cuenta que, según
las encuestas, no habría grandes cambios en
el sentido del voto?
R.- Es un cierto fracaso de la política,
pero nunca es un drama votar. Es la esencia de la
democracia, por tanto, tampoco lo llevemos más
allá de lo que significa. Seguramente los resultados,
con algunas variaciones en cada partido, nos van a
decir lo mismo: tienen que sumar. Espero que pongamos
toda la voluntad política al servicio de buscar
un pacto y no al servicio de buscar otra vez votos
porque entonces sí que no habremos entendido
nada.
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Los
estudiantes junto a un ejemplar manuscrito de
la Constitución de 1978. |
P.- ¿Considera que la denominada
“nueva política” está muy
mediatizada y que sus líderes puedan considerarse
“políticos probeta”?
R.- No sé si probeta o no,
pero mediatizada sí que está y, sobre
todo, televisada. Hay una mezcla entre lo mediático
y el adanismo de mucha gente que aparece como si fuera
nueva. Nos quieren descubrir el mundo como si fueran
Adán, como si nada hubiera existido antes que
ellos, nos quieren enseñar cuál es la
verdadera democracia y cuál no. Un poco de
respeto por nuestros abuelos y padres, que construyeron
un país para que estemos hoy aquí. Por
otra parte, todo lo que es escenografía me
gusta poco, me suena muy poco natural. Cuando uno
se besa en la cámara porque le sale espontáneamente
pues me parece muy bien, pero si está buscado
para la foto me parece un horror.
P.- Recientemente, en el programa
de Jordi Évole, Arnaldo Otegi confesó
haberse reunido con usted…
R.- Sí, y de hecho, fui a
los tribunales. En aquel momento de tregua había
que decir a la izquierda abertzale que había
que aprovechar el momento para asumir los valores,
principios y reglas de la democracia, abandonar la
connivencia con la violencia y dejar de ser la tapadera
de una banda terrorista. Por eso fui llevado a los
tribunales por el Partido Popular y luego, por cierto,
fue Manos Limpias quien, tras retirarse el PP, mantuvo
la acusación.
P.- ¿Fue un encuentro público,
nunca privado?
R.- Una reunión fue privada
y otra pública. Me da igual. El objetivo era
el mismo y era en aquel momento. Nunca con ETA. Lo
que en más me preocupa de Otegi y de ese mundo
es la falta de asunción de responsabilidad
con lo que ha pasado en este país. Si se pasa
página de lo que ha sucedido sin leer, el asesino
deja de ser asesino y la víctima deja de ser
víctima y eso no puede ser. La memoria sirve
como un muro para impedir volver atrás, para
que no vuelva a haber gente joven que coja una pistola
y mata al que piensa diferente y se cree un héroe.
Eso es lo que me preocupa de verdad.
P.- ¿Cómo es sentarse
cara a cara con alguien que ha estado encarcelado
por su relación con ETA?
R.- Tenso, tenso, pero para mí
ya es un capítulo pasado.
P.- ¿Ha sacrificado muchas
cosas en su vida por ser un servidor público?
R.- Sobre todo viéndolo desde
Euskadi. La mayor parte de la gente que se ha dedicado
a la política allí, sobre todo del PP
y el PSOE, han sacrificado su libertad personal. Cuando
era secretario general del partido e iba donde un
chaval de 18 o 20 años a decirle si quería
ser concejal de su pueblo, lo que le estaba diciendo,
y además se lo decía directamente, es
que si aceptaba que le iba a joder la vida porque
le iban a poner dos escoltas, no podría los
viernes o los sábados tomarse unas copas en
el mismo bar con sus amigos, o que no íba a
poder coger el autobús para ir a la universidad
a la misma hora todos los días o que no podría
pasear por las mismas calles, que tendría que
cambiar de rutinas… y, sin embargo, aceptaban.
Por tanto, renuncias a la libertad, a partes importantes
de tu vida, a estar con los amigos, a veces son la
familia... Pero es voluntario y te da la satisfacción
de hacer cosas por la gente y para la gente. Es una
mezcla.
P.- ¿Qué sueños
que tuvo de niño en el País Vasco cree
que no ha alcanzado? ¿Le queda algo que le
gustaría hacer?
R.- Puede que sueños personales
y tontos, como tocar en un grupo de rock… Pero,
por lo que respecta a los colectivos, he ido alcanzado
bastantes de ellos. Yo procedo de una familia humilde
de Portugalete, veo la explotación en el trabajo,
la falta de libertad, las detenciones de mis padres,
su destierro, la represión de la dictadura…
Todo eso hace que el primer sueño sea el de
la libertad, y ese lo hemos conseguido. Después
empalmamos la dictadura con el terrorismo. Otro sueño,
de otra libertad plena y que también hemos
conseguido. Yo estoy en política por valores
como la igualdad, la justicia social, que te hacen
avanzar. Bueno, hemos recorrido un camino muy importante
desde que yo era niño. Ahora me gustaría
que todo esto que hemos ido conquistando nadie nos
lo pudiese quitar. La sanidad, la educación,
las pensiones, la red social de protección.
En la reforma de la Constitución estas cuestiones
deberíamos blindarlas y avanzar en otras.
P.- Hay un desencanto en la sociedad
porque muchos entienden la política como una
profesión. ¿Debe ser enfocada como un
servicio público transitorio o realmente se
puede ver como una profesión?
R.- Se puede ver como quieras. Lo
primero es una vocación porque es voluntario.
Es verdad que mucha gente puede quererlo como profesión,
pero ahí te ponen los ciudadanos. Sí
debiéramos buscar la limitación de mandatos
en ciertos puestos y debiéramos ir haciendo
nuestra democracia cada vez más abierta, participativa
y transparente en el manejo de los recursos públicos.
En todo esto tenemos que ir avanzando y estoy seguro
que en la próxima legislatura damos un salto
en todo esto. Pero, desde luego, la política
tiene que ser en primer lugar una vocación.
A mí me repugnan los que van a ella para enriquecerse
porque nosotros hemos ido a arriesgar la vida.

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