Este documental trata sobre
un reformatorio de adictos a internet situado en Beijing
donde tratan mayormente a adolescentes, entre trece
y dieciocho años, y la terapia suele durar
unos tres meses sin contacto con el exterior. Es el
primer centro de rehabilitación en el mundo
sobre esta enfermedad, fundado por Tao Ran.
Los chicos
son sometidos a entrenamientos militares, les controlan
las comidas, las horas de sueño, les hacen
exámenes mentales... es prácticamente
una cárcel, con barrotes en las ventanas y
todo el sistema de seguridad que te puedes encontrar
en una de estas. Cada paciente tiene asignado un terapeuta
propio.
El documental
nos relata la vida de varios chicos adictos a internet,
sobre todo al juego online. La mayoría de estos
suelen jugar en cibercafés, escapándose
de casa, y llevan una mala relación con su
familia; tenemos el ejemplo de un padre que amenazó
a su hijo con un cuchillo solo para asustarlo. Los
pacientes, al ver el escaso afecto familiar, recurren
al juego para conocer a nuevas personas en las que
encontrar ese cariño.
En ocasiones
esta adicción llega muy lejos, sobre todo en
cuanto al tiempo que le dedican a jugar. Uno de los
chicos le dijo a su compañero de habitación
que estuvo durante una semana entera jugando, sin
descanso, el otro se rió, pues él
le confirmó que estuvo online durante dos meses
seguidos. Obviamente la mayoría de los pacientes
dejan los estudios y hacen cosas como ponerse pañales
para no tener que ir al baño, pues consideran
que es perder el tiempo que podrían estar invirtiendo
en el juego.
La negación
de estos adictos a entrar al centro de rehabilitación
es tan grande, que en ocasiones son drogados y pueden
necesitar más de ocho personas para trasladarlos.
Otros tantos son engañados, diciéndoles
que se van de vacaciones, a visitar un familiar...
Tao Ran, profesor
en el centro, dice que cualquier persona que pase
más de seis horas en internet sin buscar información
para un trabajo o para los estudios es fácil
que se convierta en un adicto a internet. Esta dependencia
a la red ya tiene nombre, "heroína electrónica",
por la gran adicción que causa. Los padres
de estos chicos suelen visitar a sus hijos con la
supervisión de la terapeuta, pues estos encuentros
suelen ser muy conflictivos, pero a la vez ayuda mucho
a la familia, ya que se dicen lo que sienten y lo
que deberían cambiar para tener mejor relación.
En una ocasión
un grupo de chicos se escaparon del centro, arrancando
los barrotes de la ventana y se dirigieron a un cibercafé
a jugar. Cuando los supervisores se dieron cuenta,
los fugitivos ya habían jugado unas dos horas.
Después de hallarles, volvieron al reformatorio
con un castigo, todos permanecerían en habitaciones
individuales y estarían obligados a dormir
sin colchón. Cuando los demás compañeros
se enteraron, lejos de alabarles por su escapada les
riñeron, pues en el fondo sabían que
cuanto mejor te portases allí dentro antes
saldrías. Muchos afirmaban que en cuanto saliesen
de allí, volverían al juego online.
El tratamiento es muy caro pero más del 70%
de los pacientes suelen rehabilitarse.

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