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Nº 119
REPORTAJES / AZUL Y VERDE

Los que sí lo ven

Por Maria Fernández y Vanesa Gómez, estudiantes del colegio Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.

Hace 31 años la ciudad de Torrelavega creó un pionero servicio medio ambiental formado solo por personas discapacitadas. La nueva ley de sostenibilidad local hace insostenible esta apuesta laboral y las políticas medio ambientales que solo ellos saben hacer.

Trabajadores de Serca en una de sus tareas diarias. M. FERNÁNDEZ

 

"No lo haremos, si no lo vemos, y lo tenemos que hacer". La frase se atribuye a Manuel Teira, un alcalde de leyenda. Médico, filántropo y amante de su ciudad. Era el año 1983, la naciente democracia acababa de dar un giro, llevando al poder al partido socialista no solo en la Administración Central. Teira era el símbolo en Torrelavega de una nueva Administración Municipal, con otras sensibilidades y otros objetivos. El desarrollo de programas sociales era uno de ellos, transformar Torrelavega en una ciudad sostenible y limpia, otro. Teira compartía la visión de otros prohombres locales, como el doctor Germán Castellano, el psicólogo Tomás Castillo o el humanista Aurelio García. Para emprender reformas vitales en la estructura de la ciudad era preciso implicar a todos los colectivos, colocando en punta de lanza a aquellas personas con más sensibilidad hacia esos problemas. Ese año nacía el Serca, una unidad de integración laboral, un centro especial de empleo para personas con discapacidad de toda la comarca, pero que sí podían trabajar y, quizá, mejor que nadie, en el ámbito medioambiental.

Trabajadores de Serca en el invernadero. M. FERNÁNDEZ

El primer servicio se puso en marcha con seis trabajadores. El objetivo, la recuperación de un viejo acuartelamiento (la finca de los soldados), para crear la sede de la que sería, con todas las de la ley, una empresa de gestión ambiental. A finales de los 80 el Serca ya gestionaba muchas de las instalaciones municipales y empezaba a crecer. El Ayuntamiento comenzó a recuperar servicios entregados a empresa privadas hasta concentrar toda la gestión de parques y jardines en esta empresa. Con el nuevo siglo los trabajadores del Serca pusieron en marcha los proyectos de recuperación de los espacios degradados de la ciudad, por abandono o por los efectos de la industria tradicional. Así nacería el Parque de la Viesca o se recuperaría la Finca del Asilo, un amplio espacio en el centro urbano que se había convertido en asentamiento ilegal y zona de quema de plásticos para recuperar cobre robado.

Pero la frase de Teira, veinte años atrás, seguía vigente. No eran trabajadores normales. Ellos veían en su trabajo lo que otros muchos no, desarrollando una iniciativa, un mimo y un cuidado que les había granjeado el respeto y el apoyo de toda una ciudad.

Cuando en los últimos años el Serca puso en marcha Serviber, una empresa de viveros dedicada a la producción y venta en el mercado internacional, o cuando el año pasado el Ayuntamiento les encomendó la preparación de 5.000 m2 de terreno para huertos ecológicos que darían empleo a 29 personas, o cuando iniciaron la lucha contra los vertederos incontrolados, los chicos del Serca ya eran 112, y eran la élite de los planes medioambientales de la ciudad.

Trabajadores de Serca en el exterior de las instalaciones. M. FERNÁNDEZ

Pero luchar por el espacio en que vivimos, y por las personas más necesitadas que lo habitan precisa inversión, en tiempo, en dinero y en sensibilidad. Serviber, su empresa de viveros, cerró hace tres años, aunque se mantiene la marca comercial. La Sociedad de Desarrollo Regional había invertido 7.200 euros, la empresa no despegaba y había que recortar pérdidas. El Ayuntamiento, regido en minoría en la primera parte de esta legislatura por el PP, ha tomado medidas de racionalización del gasto que incluyen la privatización de áreas de trabajo tradicionales del Serca. El último golpe ha llegado recientemente. Una moción de censura ha llevado a socialistas y regionalistas al poder. Una de sus primeras medidas ha sido intentar revitalizar este servicio de empleo y potenciar sus programas. En los últimos meses, las bajas y jubilaciones habían mermando la plantilla y su efectividad. Ante ello, la alcaldesa solicitó al Ministerio de Hacienda permiso para la contratación de nuevos trabajadores, dado que la Ley de Sostenibilidad Local del PP impide a los consistorios contratar trabajadores que no sean para programas de empleo regionales. Y el Serca no lo es, no es un plan eventual, es una estructura permanente de inserción laboral de trabajadores. La respuesta ha sido no.

Hoy el servicio cuenta con 95 trabajadores, líneas de negocio relacionadas con el medio ambiente han debido ser abandonadas y algunos servicios se resienten. José Antonio Abascal, el concejal del área, nos transmite la inquietud del colectivo. El Serca languidece, y con él nuestras políticas hacia el medio, porque ellos ven en él una forma de vida, una filosofía de trabajo, una necesidad social. Ellos lo ven, pero hay quienes no les ven a ellos.

 


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