Júpiter
es el quinto planeta del sistema solar. Forma parte
de los denominados planetas exteriores o gaseosos.
Recibe su nombre del dios romano Júpiter (Zeus
en la mitología griega).
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Imagen de Júpiter
tomada por la sonda Cassini a su paso por el
planeta y en la otra fotografía, Júpiter
y los satélites galileanos. |
Planeta Júpiter
Se trata del planeta que ofrece un mayor brillo a
lo largo del año dependiendo de su fase. Es,
además, después del Sol, el mayor cuerpo
celeste del Sistema Solar, con una masa casi dos veces
y media la de los demás planetas juntos (con
una masa 318 veces mayor que la de la Tierra y tres
veces mayor que la de Saturno).
Júpiter es un cuerpo masivo gaseoso, formado
principalmente por hidrógeno y helio, carente
de una superficie interior definida. Entre los detalles
atmosféricos destacan la 'Gran mancha roja',
un enorme anticiclón situado en las latitudes
tropicales del hemisferio sur, la estructura de nubes
en bandas brillantes y zonas oscuras y la dinámica
atmosférica global determinada por intensos
vientos zonales alternantes en latitud y con velocidades
de hasta 140 m/s (504 km/h).
Masa
Júpiter es el planeta con mayor masa del Sistema
Solar: equivale a unas 2,48 veces la suma de las masas
de todos los demás planetas juntos. A pesar
de ello, no es el planeta más masivo que se
conoce; más de un centenar de planetas extrasolares
que han sido descubiertos tienen masas similares o
superiores a la de Júpiter. Júpiter
también posee la velocidad de rotación
más rápida de los planetas del Sistema
Solar: gira en poco menos de 10 horas sobre su eje.
Esta velocidad de rotación se deduce a partir
de las medidas del campo magnético del planeta.
La atmósfera se encuentra dividida en regiones
con fuertes vientos zonales con periodos de rotación
que van desde las 9h 50m 30s, en la zona ecuatorial,
a las 9h 55m 40s en el resto del planeta.
Satélites galileanos
Los principales satélites de Júpiter
fueron descubiertos por Galileo Galilei el 7 de enero
de 1610, razón por la que se los llama en ocasiones
satélites galileanos. Reciben sus nombres de
la mitología griega si bien en tiempos de Galileo
se los denominaba por números romanos dependiendo
de su orden de cercanía al planeta. Originalmente,
Galileo bautizó a los satélites como
'Mediceos', en honor a Cosme de Médicis, duque
de Florencia. El descubrimiento de estos satélites
constituyó un punto de inflexión en
la ya larga disputa entre los que sostenían
la idea de un sistema geocéntrico, es decir,
con la Tierra en el centro del universo, y la copernicana
(o sistema heliocéntrico, es decir, con el
Sol en el centro del Universo), en la cual era mucho
más fácil explicar el movimiento y la
propia existencia de los satélites naturales
de Júpiter.
Los cuatro satélites principales son muy
distintos entre sí. Ío, el más
interior, es un mundo volcánico con una superficie
en constante renovación y calentado por efectos
de marea provocados por Júpiter y Europa. Europa,
el siguiente satélite, es un mundo helado bajo
el cual se especula la presencia de océanos
líquidos de agua e incluso la presencia de
vida. Ganímedes, con un diámetro de
5268 km, es el satélite más grande de
todo el sistema solar. Está compuesto por un
núcleo de hierro cubierto por un manto rocoso
y de hielo. Calisto se caracteriza por ser el cuerpo
que presenta mayor cantidad de cráteres producidos
por impactos en todo el sistema solar.
Satélites menores
Existen además otros satélites menores.
Las distintas sondas espaciales enviadas a Júpiter
y observaciones desde la Tierra han ampliado el número
total de satélites de Júpiter hasta
63. Estos satélites menores se pueden dividir
en dos grupos:
- Grupo de Amaltea: son cuatro satélites pequeños
que giran en torno a Júpiter en órbitas
internas a las de los satélites galileanos.
Este grupo está compuesto por (en orden de
distancia) Métis, Adrastea, Amaltea y Tebe.
- Satélites irregulares: es un grupo numeroso
de satélites en órbitas muy lejanas
a Júpiter.

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