Recuerdo
uno de mis primeros libros de cama de cuando era niña,
con dibujos de unos lindos ositos que pasaban el día
en la playa y que, en lugar de hacer los clásicos
castillos de arena, prepararon una tarta con los mismos
elementos; y es que a pesar de los años, cada
vez que le veo sobre la balda recuerdo la ilusión
que cada día me producía pasar de página,
aunque me supiese el cuento de memoria.
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Una estantería con libros.
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¿Cuáles serían mis recuerdos
si al pasar ante las baldas no hubiera libros porque
estos se encontrarían en otro dispositivo?,
¿no resultaría difícil poder
afirmar que nos encontramos ante el 'Libro de Petete'
si no podemos ver su grosor?
Ya se habla del libro electrónico, toda una
novedad y de gran utilidad; pero la nostalgia se hace
presente, sustituir las baldas compuestas por centenares
de libros, mil y un historias, mil y un momentos a
recordar, mil y un situaciones en las que poder evadirse
de la realidad con el fin de olvidar durante un rato
los problemas, mil y un viajes en donde la lectura
nos hacía matar el tiempo, mil y un personajes
con los que poder sentirse identificado, mil y un
escenas en las que desearíamos que nos sucediesen
a nosotros, y así otras mil y una cosas que
nos transmiten las bellas hojas que componen los libros
y que nos invitan a alcanzar un mundo irreal capaz
de hacernos soñar despiertos.
Es probable que ahora a muchos lectores no les guste
la idea porque la nostalgia que ocasiona ver un libro
todas las mañanas en la estantería,
en mi opinión, no muestra sólo un objeto
más que se llegue a manchar de polvo, sino
un recuerdo tan bello y tan bonito que te anima a
volver a leerlo en un ratito en el que tengas tiempo;
ya que no sólo sirven para coger polvo sino
que, al igual que las fotos u otras muchas cosas que
se encuentran día a día a nuestro alrededor,
ocupan una parte importante de nuestra vida; pero
poco a poco, al igual que pasó con la llegada
del ordenador (responsable del olvido progresivo de
aquella máquina de escribir en donde línea
tras línea, había que volver a la izquierda
el carro con el fin de continuar escribiendo), nos
iremos acostumbrando y veremos de un modo más
frecuente estos nuevos dispositivos capaces de almacenar
en su memoria diversos libros que a su vez ocuparán
un espacio muy pequeño en nuestra vida, al
igual que pasó con la evolución del
teléfono móvil.
El tiempo pasa y nos tenemos que ir acostumbrando
al futuro que nos muestra la tecnología pero,
por un lado, y para los amantes de los libros, imagino
que aún a pesar de la comodidad que ocasiona
por su tamaño, capacidad de memoria o su iluminación,
el olor de un libro recién comprado en donde
poder guardar alguna nota o cualquier cosa que un
día quizás encuentres entre alguna de
las hojas que más te hayan podido llegar a
emocionar, no tiene precio.
Pero sea como sea, se venda como se venda, la magia
de un libro nunca la podremos llegar a explicar, porque
ninguno expresa lo mismo para un lector que lo lea
en diferentes momentos de su vida.
Queridas baldas, tengáis libros físicos
o el libro electrónico no os abandonaré.
Siempre habéis sido y siempre seréis
un elemento esencial en mi vida y en la de muchos
otros, pues en vosotras hemos situado el conocimiento,
el poder de la palabra y otras tantas cosas de nuestro
interés.
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