Siempre
los profesores, los padres… intentan animar
a los niños a que estudien y a que se vuelquen
de lleno en ello diciendo cosas como: “Así
el día de mañana podrás trabajar
de lo que tú quieras, podrás hacer lo
que te gusta”. Pero ¿y si no sabes lo
que quieres hacer?
Desde muy pequeños nos hacen elegir unas
optativas u otras como, simplemente, ir a religión
o no. A veces algunas materias no nos parecen importantes
en ese momento, pero luego te puedes llegar a arrepentir
de no haberlas cursado. Pero, ¿cómo
vamos a saber, tan pequeños, qué es
lo que hubiera sido más útil y mejor
estudiar?
Es verdad que cada año tienes la opción
de rectificar y elegir otra optativa, pero no es tan
fácil si los demás ya la han empezado
a cursar hace tiempo. Pensemos por un momento que
nunca hubiésemos asistido a Francés,
por ejemplo, porque amigas mayores nos hubieran contado
sus malas experiencias y nos hubieran hecho desistir
de escogerlo. Pensemos que tras un viaje a Francia
nos enamorásemos del país y de su lengua
y que al madurar un poco viésemos que el que
no les gustase a ellas podía haber sido por
haber tenido un mal profesor, una mala racha o simplemente
por tener otros gustos, de cualquier manera, su opinión
no era razón suficiente para no escogerlo nosotros.
¿Creéis que sería fácil
comenzar a dar esa asignatura en cursos más
altos sin tener ninguna base?
En mi opinión, está mal que uno tenga
que decidir tan pronto su futuro como si tuviera dotes
de adivinación. El hecho de escoger Letras
o Ciencias ya es limitador, te abre unas puertas pero
te cierra otras cuando aún no sabes qué
camino tomar.
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