Mucho se
ha especulado sobre la realidad de la nueva terminal
del aeropuerto de Madrid-barajas, la T-4. Pero ¿es
en verdad tan buena o tan mala como la pintan? Ya
se sabe que las cosas nuevas, y más de estas
dimensiones, tienen problemas en sus inicios, sin
embargo, en la nueva terminal T-4 los problemas no
sólo son de infraestructura, sino también
del personal de Iberia.
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Aspecto de la
nueva terminal de Barajas. |
La T-4 tiene una superficie de aproximadamente
500.000 metros cuadrados, y tiene capacidad para dar
servicio a más de 35 millones de pasajeros
al año y 10.400 en hora punta.
Esta terminal está dotada con un sistema de
iluminación muy novedoso. En el techo de la
terminal existen unos agujeros sobre los que hay colocados
una tela blanca. Sobre ella dos círculos de
espejos cuadrados pequeños y colgados a unos
cinco metros dos focos de alta luminosidad enfocando
a los espejos. Esto evita la fatiga producida en pasajeros
que tengan que esperar largos periodos de tiempo en
la terminal.
Otro punto a su favor es la seguridad. La terminal
T4 posee un sistema centralizado, con capacidad de
conexión de 4096 cámaras de seguridad,
y otros tantos monitores, colocados de tal forma que
todos los rincones de la terminal están vigilados.
Sin embargo la T-4 tiene problemas de infraestructura,
como es la gran distancia con otras terminales que
produce que el pasajero pueda tardar incluso tres
horas en recorrer la distancia que las separa terminales.
Otro punto conflictivo ha sido el tiempo que se tarda
en ir del edificio principal de la T4 al edificio
satélite de la misma terminal (por tren subterráneo),
sobre todo en estas primeras semanas de funcionamientos,
en las que por mala información por parte de
los empleados de Iberia, y por los constantes cambios
de puertas de embarque que sufren las vuelos, ha habido
pasajeros que han tenido que hacer el recorrido en
tren para darse cuenta de que, después de muchos
minutos de búsqueda, la puerta de embarque
que le han indicado no existe en el aeropuerto.
Otro problema al que los pasajeros tienen que acostumbrarse
es al citado cambio de puertas de embarque constantes,
dado que el aeropuerto no es pequeño (se tarda
más de 20 minutos de ir de un extremo a otro).
No es nada graciosos andar en busca de las puertas
de embarque como si de un juego de niños se
tratase.
Sin embargo un problema que llamó mi atención
fue la forma de excusarse de los operarios de Iberia
en el aeropuerto. Un ejemplo. Si te acercas amablemente
a un persona para preguntarle sobre el tiempo que
un vuelo está retrasado, puede que te conteste,
o también puede que te diga que no puede contestarte
y que acudas a información. Lo que no es lógico
en ningún caso es que el mismo operario de
una información a unos pasajeros y no a otros.
También cabe destacar la rapidez con la que
los operarios de la empresa de seguridad del aeropuerto,
y los miembros de la Guardia Civil, aparecen a favor
del operario de Iberia cuando un grupo de viajeros
reprochan y buscan soluciones al retraso de más
de cuatro horas que había sufrido su vuelo
y después de soportar tres cambios de puertas
de embarque y de oír en dos ocasiones que el
avión que iban a usar estaba estropeado (dos
aviones estropeados mucha casualidad). Al final y
tras llegar a la puerta de embarque k 87, los pasajeros
del vuelo de Iberia con destino a Barcelona esperaron
más de 40 minutos a que, por fin, al avión
que les llevaría a su destino con más
de cuatro horas de retraso le cambiasen una rueda.
A todo esto, y por miedo a que el operario sufriese
daño, lo escoltaban cuatro miembros de la citada
empresa de seguridad, y cuatro guardias civiles.
Yo me pregunto ¿Quién escolta los derechos
de los pasajeros?, ¿quién pagará
los trastornos de los pasajeros por el retraso? No
sólo se retrasa el vuelo, algo normal por otra
parte, sino que no te informan de la situación.
Estas son las grandes aventurillas que se puede uno
encontrar en la brillante terminal de Barajas. La
T4 tiene cosas buenas y cosas malas, ahora ustedes
deciden. Vuelen y vean.
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