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Nº 125
ENTREVISTAS / CUESTIONARIO 10
Antonio Noguera Guinovart, compositor y profesor del Conservatorio Ataúlfo Argenta

Por Sara Campo, Elisa Ruiz, Gerardo Zurita y Alberto Pernía, estudiantes de 4ºESO C del colegio La Salle de Santander.

Antonio Noguera Guinovart nació en l'Ametlla de Mar (Tarragona), en 1963. Cántabro de adopción, es profesor de armonía en el conservatorio santanderino Ataúlfo Argenta. Sus obras pertenecen a los géneros sinfónico, coral, banda, camerístico e instrumentos a solo. Una de sus últimas aportaciones ha sido la composición del himno del Mundial de Vela celebrado en nuestra ciudad el año pasado.

Gerardo, Alberto, Elisa y Sara flanquean a Antonio Noguera.

Noguera tiene en su haber numerosos reconocimientos como el primer premio, ex aequo, del I Concurso Nacional de Composición de la Generalitat de Catalunya. Fue ganador ex aequo en la décima edición del Certamen Internacional de los 'Premios a la Composición y Expresión Coral' de Las Palmas. Fue premiado en la III Edición del Concurso de Composición Sinfónico-Coral de Radiotelevisión Española y consiguió el primer premio de Composición Internacional para Órgano 'Cristóbal Halffter' en su XXVI edición, entre otros. Ha recibido numerosos encargos de solistas, grupos y orquestas de cámara, entidades corales, así como del FIS. Sus composiciones han sido estrenadas e interpretadas en diversas ciudades de España, Austria, Alemania, Eslovaquia, Camerún y Francia. Algunas de ellas han sido grabadas y editadas.

Pregunta.- ¿Qué es para ti la música?
Respuesta.- Yo he definido la música como el amor de Dios hecho materia, es la Epifanía de la emoción. Epifanía significa: Manifestación, por eso digo que es la Epifanía de la emoción que nace de lo más íntimo del ser humano, esto para mi es fundamental, si no, no hay música. Si de ti mismo no sale algo, algo que está escondido en tu ser, en tu parte más recóndita y no sabes extraerlo, no es música, por eso digo que es el amor de Dios hecho materia. Como creyente tengo que decir esto.

P.- ¿Cuándo comenzaste a introducirte en el mundo de la música?
R.- Empecé a estudiar a los quince años.

P.- ¿Por qué te dedicas a la música?
R.- Porque la considero necesaria y esencial en mi vida.

Antonio Noguera, profesor del Conservatorio Ataúlfo Argenta.

P.- ¿Cómo lo decidiste? ¿Hubo algún hecho que te empujara a decidirte por el mundo de la música?
R.- Yo recuerdo de muy pequeñito que tenía cierta propensión hacia lo que era la música. Cuando oía las bandas que hacían los pasacalles por el pueblo, yo recuerdo estar cogido de los barrotes de mi balcón en mi casa y se me ponían lo vellos de punta. Yo recuerdo cuando había estos bailes folklóricos en los pueblos yo sentía algo. Pero creo que realmente no escogí yo a la música, es como cualquier vocación, el médico no escoge la medicina, es la medicina la que te escoge a ti, el ser humano es un receptor de algo que le viene.
Yo descubrí la música cuando asistí a una misa de la Catedral de Tarragona. Yo ahí escuché por primera vez los sonidos del órgano y quise por primera vez dedicarme a la música. Escuché algo que no había escuchado en mi vida, había estado en muchas misas pero nunca la escuché con un órgano, y el órgano me fascinó.

P.- ¿En ese momento decidiste que querías dedicarte a ello?
R.- Al año siguiente ya me matriculé en un conservatorio. Soy un superviviente de las enseñanzas nefastas de los conservatorios. Me he hecho la carrera muy, muy, muy mía, desde lo que me han explicado y desde lo que no me han explicado, e intento con esos cabestros de ahí darles lo mejor de mí mismo.
Es producto de una no enseñanza, es producto de una búsqueda de lo que en clase no se da, el trabajo ha sido inmenso. Yo me considero un superviviente de la música por las enseñanzas recibidas. Luego ya se respiraba mucha, mucha música, maestros buenísimos. Yo realmente allí sentí que me podía inclinar hacia la composición.
Por esto siento un amor al órgano infinito. No he sido organista profesional, pero sí realmente me dedico a ello desde la música del órgano; es muy importante para mí.

P.- ¿Se considera usted un músico, compositor y profesor vocacional?
R.- Absolutamente. Absolutamente, aunque muchas veces en el conservatorio necesito superarme todos los días para impartir las enseñanzas vocacionales, porque no todo el mundo viene con una vocación para la música. Compositor vocacional sí lo soy. Soy un ser humano vocacional, la enseñanza me apasiona, pero no siempre en el conservatorio encuentro el material humano dispuesto a recibir mis enseñanzas.
Yo entiendo que venís de un instituto. Es una enseñanza general secundaria, o como vosotros llaméis, pero es un paso hacia la universidad. Aquí la gente no lo considera un paso para una enseñanza superior; aquí vienen a estudiar música como podían venir a estudiar paracaidismo algunos. He empezado mis clases a las tres y media enfadándome ya por unos niños, no saben estar en unos pasillos callados, no saben, con lo cual vienen aquí a aprender música quizás, a estudiar. Esta vocación la tengo que alimentar todos los días. He ganado la plaza por concurso oposición, unas oposiciones durísimas durante quince días para dar el nivel más adecuado. Mi plaza de profesor de armonía mis profesores catedráticos de Barcelona no la hicieron tan complicada. Pero sí, ante todo me considero vocacional, porque si no fuera vocacional dejaría el conservatorio.
También tengo claro que el día que no tenga nada que aportar a la sociedad voy a dejar de componer y de dar clase, pero yo creo que soy una persona que puede dar muchas cosas aún.

P.- A lo largo de su carrera como músico ha ganado numerosos premios como, por ejemplo, el segundo premio en el séptimo Concurso Internacional de Composiciones Pianísticas Manuel Valcárcel. ¿Cuál es el que ha sido para usted más especial?
R.- Tengo dieciocho premios internacionales. Ya no son los premios, cada obra que haces es como un hijo tuyo realmente, es como aquel árbol que tiene un tronco y tiene muchas ramas; si tú a un árbol le cortas una rama deja de ser ese árbol, no es el mismo árbol aunque conserve su tronco. Todos tienen su componente emocional y de proyección artística. Emocional recuerdo el de la Generalitat de Catalunya, no por su transcendencia como profesional sino por ser profeta en tu tierra.
Hay premios que por su proyección son muy importantes, como el de Radiotelevisión Española, una obra para Gran Orquesta y Coro. Hay un premio que es el de las Cortes de Cádiz que tengo el lujo de compartir con Plácido Domingo, un año le gané yo y otro año Plácido; no creo que pueda haber muchos compositores que puedan decir esto.
Luego están los premios de música sacra. Soy Premio de Música Sacra del Pilar. Esto para un compositor creyente es magnífico, porque Nuestra Señora del Pilar es la Fiesta Nacional de España. Pero los dieciocho premios son muy interesantes.

Antonio Noguera conversa con los estudiantes.

 

P.- ¿Qué sintió usted al saber que su composición iba a formar parte del Mundial de Vela 2014?
R.- Fue para mí un orgullo participar en una ciudad que me ha acogido desde el primer momento. Esto lo digo porque creo que soy una de las pocas personas que cuando me empadroné en esta ciudad en el año 1995 recibí un diploma del señor alcalde, entonces Gonzalo Piñeiro. Le tengo enmarcado y dice: "Sea usted bienvenido a esta ciudad, esperamos que con su personalidad y su ciudadanía haga una ciudad más responsable y mas proyectada hacia el futuro". Con el Mundial de Vela, de una manera u otra yo creo que estoy correspondiendo a este diploma que me entregó el señor alcalde.
No obstante os diré que todo lo que das en esta vida lo recibes duplicado; si tú haces el bien, lo recibes duplicado. Siempre recibes más de lo que ofreces. Claro, hay que ser generoso e intentar dar, intentar dar pero no por vanagloria personal.
Que una obra mía haya congregado a 45.000 espectadores, eso es hacer un bien, creo yo. Y cuando intentas hacer el bien no hay ni vanaglorias ni nada, hay un servicio hacia el otro, hay que servir a la gente, estoy convencidísimo.
¿Imagináis lo que sería este mundo si cada uno hiciese algo para ser una sociedad mejor? Sería maravilloso.

P.- ¿Cuánto lleva más o menos componer una de sus obras?
R.- Depende del número de intérpretes que hay. Con una obra sinfónica puedo estar siete meses. Recuerdo que la última obra que he estrenado en la Fundación Marcelino Botín por necesidades de programación la he hecho en veinticinco días y era para seis instrumentistas. El compositor tiene que escribir todos los días, como uno come todos los días. Si necesitas la música para vivir, como es mi caso, tienes que estar con ella todos los días porque es tu perfecta amante, tu perfecta compañera. Es así, no puedes estar sin ella, es una necesidad interior porque cuanto más das más te devuelve la música. Es lo que más te eleva para alcanzar la suprema belleza, te ayuda a acercarte a Dios más que la misma Teología.

P.- El sábado 19 de octubre dio una conferencia sobre el compositor Jesús de Monasterio. ¿Cuál es su opinión sobre este gran músico?
R.- Don Jesús de Monasterio, junto con Sarasate, ha sido uno de los que realmente ha creado una escuela violinística de España. Don Jesús de Monasterio hizo mucho a favor de la música de cámara. Él formaba parte de un cuarteto, creó la sección de música de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue una persona que se codeó con los principales violinistas de este País, con los principales músicos. Estudió en el Conservatorio de Bélgica, donde al acabar la carrera le ofrecieron un puesto representativo en torno a los Reyes, que él no quiso aceptar. Él quiso venir a España e infundir con su saber la cultura musical en España. Llegó a ser director del Conservatorio de Madrid. Quiso dimitir enseguida, como gran músico que era, para no dejar de estar con la música.
Fue un gran músico, un gran intelectual. Hoy en día, en uno de los palcos del Real hay un palco al que se le llama el 'Palco de los tres sabios': Jesús de Monasterio, Menéndez Pelayo y Barbieri. Yo di la conferencia en la casa de Casar de Periedo, donde él residió muchos veranos. Gracias a la gestión que hicimos unos cuantos intelectuales de esta comunidad, paramos una exposición de animales disecados que quería hacer allí un pariente del caudillo Franco. Lo que yo sentí en aquella casa fue maravilloso. Antes de empezar estuve en una habitación donde estaba su escritorio, su cama y su violín. Esto a mí me produce una gran emoción, hablar de Jesús de Monasterio en la casa de Jesús de Monasterio.
Era un hombre muy sencillo, no quería ningún tipo de ostentación. Cuando murió requirieron su cadáver para colocarle en el Panteón de Hijos Ilustres de Santander. Él dejó escrito que no quería. Murió en Casar de Periedo y lo enterraron allí. El cura lo que hizo pasados unos años fue desenterrar el cadáver de Jesús de Monasterio y enterrarlo en la iglesia donde él asistía todos los domingos a misa. Era una persona con un gran amor a Dios y al prójimo, ayudó a muchísima gente.
Creo que no sabemos realmente los cántabros quién es Jesús de Monasterio.

P.- Muchas gracias Antonio.
R.- Gracias a vosotros.

 


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