Lágrimas desde Venezuela
Me apiado de la soledad que Enrique Krauze escribía el otro día en El País. La soledad, bien palpable, bien sentida de los estudiantes venezolanos. Soledad institucional, a veces incluso anímica. Después de más de 30 días las revueltas se dirigen hacía un camino en el que muchos desistirían, pero no, se mantienen gracias en gran parte a la cantidad estudiantes que secundan las manifestaciones. Estudiantes a los que Salvador Allende – qué situación tan antagónica- 40 años atrás en situación y contexto diferente, llegó a definir como el buen ejemplo del espíritu latinoamericano.