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Nº 114

OPINIÓN / TEMA DEL MES

Lágrimas desde Venezuela

Por David Sanjuán, estudiante de Bachillerato del colegio Nuestra Señora de La Paz de Torrelavega.

Me apiado de la soledad que Enrique Krauze escribía el otro día en El País. La soledad, bien palpable, bien sentida de los estudiantes venezolanos. Soledad institucional, a veces incluso anímica. Después de más de 30 días las revueltas se dirigen hacía un camino en el que muchos desistirían, pero no, se mantienen gracias en gran parte a la cantidad estudiantes que secundan las manifestaciones. Estudiantes a los que Salvador Allende – qué situación tan antagónica- 40 años atrás en situación y contexto diferente, llegó a definir como el buen ejemplo del espíritu latinoamericano.

Foto: infobae.com.

"Situación convulsa la que vivimos", me asegura Brenda Zambrano, prueba de que los cambios en la Venezuela que les ha tocado vivir son difíciles. Muchos de ellos no han visto otro régimen que el chavista, y digo régimen porque el subconsciente me dice que la matanza de los 20 estudiantes no son de un gobierno que impulse la libertad sino el control social por medio de la violencia. El contexto actual encamina hacia una dictadura aunque en varios sentidos, lo es ya.

Brenda ha sido mi conexión con Venezuela durante estas semanas, en total han sido siete los vídeos que me ha ido pasado para que descubriera la verdad de lo que vive en su país. Ella es de Anzótegui, donde la situación es relativamente tranquila, pero podría ser de Táchira, Mérida o Valencia, estados en los cuales ya no se cuentan los heridos sino los muertos.

Que cortasen las emisiones de NTN24 fue el detonante para que se pusiera en contacto conmigo, un sentimiento de impotencia, de rabia la recorría. Esa misma noche, ese mismo jueves, horas después Claudia Gurisatti anunciaba que la única ventana de libertad de expresión que le quedaba a Venezuela era este canal que, a pesar del cierre, continuaban por internet, recobrando el viejo recuerdo del dramático cierre de Radio Caracas.

Para Brenda el diálogo no es opción. Por eso se muestra distante, esquiva- como muchos otros de la oposición- del discurso de Henrique Capriles. Un discurso que a veces ha atisbado de un sentimiento frio, quizá silencioso, alejado del antiguo alcalde de Chacao, Leopoldo, el socialdemócrata más a la derecha de la izquierda opositora. Leopoldo es quien ha llevado y, aunque desde la cárcel, lleva mediante su mujer las cargas de la movilizaciones junto a María Corina. El sentimiento de la oposición, del pueblo, es el de la pérdida de legitimidad de Capriles para guiar a la oposición frente a la responsabilidad que debería ejercer Voluntad Popular de Leopoldo en el sector opositor.

En Venezuela está en juego la democracia, más allá de las posiciones políticas. Venezuela ha logrado durante estas semanas que una rebelión estudiantil que buscaba clamar contra la ineptitud económica del régimen y —sobre todo— el ocultamiento de la gigantesca corrupción, haya mutado a una gran propuesta nacional de todos los sectores que va más allá de las posiciones personales para conseguir un restablecimiento de los valores democráticos del país y por ende el derrocamiento de un estado opresor que no dialoga sino monologa, como me asegura Karl Krispin, un reconocido escritor de Caracas, antiguo estudiante de la CEU San Pablo, declarado amante de España y principal valedor de la cultura latinoamericana.

He tardado en hablar con él, profesor de la UNIMET, anda atareado estos días. Reconocida la admiración hacia su persona, me formula la disyuntiva histórica de Venezuela para comprender el porqué del apoyo de las potencias latinas al gobierno chavista.

Existe una solidaridad irracional, unos intereses comunes tanto políticos como económicos que han llevado a Venezuela a convertirse en la hermana mayor que en época boyante, de desahogo, ayudó a sus hermanos pobres a compartir el festín de la mesa, puesto en resalte sobre todo en el gobierno de Hugo Chávez.

Me lo deja bien claro, en la oposición son demócratas, creyentes de la disensión, que no crecen bajo la presencia de un líder fundamental como si fuese una especie de evangelización colectiva. Él, como muchos otros compatriotas, valora que durante 15 años el enemigo ha sido y es el estado que reprime de manera absoluta y gobierna con tintes dogmáticos, discursos populistas, demagógicos, y un profundo pragmatismo. Cuando concluyo me despido de él sabiendo que quizá algún día nos veremos y quizá, y sólo quizá, la situación en su país será diferente.

Apenas dos horas después me traslado telefónicamente a la Caracas de poetas como Antonio Pérez Bonalde, Andrés Eloy Blanco, Aquiles Nazoa, y muchos otros más que la amaron entrañablemente; allí está Karelys, una estudiante que durante estas semanas ha estado viviendo por dentro las manifestaciones de la capital.

La violencia por parte de la guardia nacional es patente. Con un cansancio visible me habla de la protesta a la que acaba de asistir, donde los militares empezaron a acorralarlos en La Carlota con bombas lacrimógenas, perdigonazos e incluso tiros.

Entre lágrimas, clama que continuará con las protestas, no lo hace por ella sino por la inseguridad, la escasez de alimentos y la devaluación de su moneda que ha llevado a muchos venezolanos a tener que trabajar en tres emplaces diferentes para poder alimentar a su familia.

Ahora, mientras escribo esto, Onetti estará riéndose y cuestionándose si los dominados de verdad se rebelarán por fin o si los dominadores harán de las suyas y seguirán dominando. Mas no creo que el uruguayo que tanto pensó en Buenos Aires pensara que la mecha de la última, y quizá definitiva, empezaría en Caracas por la disputa de la débil, a veces, oculta democracia venezolana.

 


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El abecé de las protestas sociales que azotan a Venezuela

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