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Nº 109
ENTREVISTAS / PREGUNTAS Y RESPUESTAS

La aventura de un viaje al centro del poder

Por Javier Ruiz Vila y David Sanjuan, alumnos de 1º de Bachillerato del colegio Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.

Aquel niño emigrante recién llegado a Madrid en los años cincuenta a una sencilla casa del paseo de Extremadura nunca imaginó que algún día sería ministro. "Mi sueño de niño era formarme para acceder a la universidad, pero tampoco con una vocación clara. Fue un familiar el que me aconsejó que estudiase Económicas, una carrera que empezaba entonces a cursarse. Descubrí su sentido en aquella España que empezaba a abrirse al mundo, después del aislamiento de la postguerra".

Nombre: Cristóbal Montoro Romero

Lugar y fecha de nacimiento:
Jaén, 28 de julio de 1950

Estudios:
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid. Catedrático de Economía Aplicada (Hacienda Pública y Derecho Tributario) de la Universidad de Cantabria.

Ocupación: Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas.

Trayectoria:
Diputado por Sevilla en el Congreso en la X Legislatura. Coordinador de Economía y Empleo del PP desde junio de 2008. Diputado por Madrid en el Congreso en la IX Legislatura y Portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados. Eurodiputado desde junio de 2004 hasta marzo del 2008. Miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular desde 1999. Ministro de Hacienda (2000-2004). Secretario de Estado de Economía (1996-2000). Director de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (1981-1993). Subdirector de Estudios del Banco Atlántico (1975-1981).

Es el único rasgo privado del que Cristóbal Montoro (Cambil, Jaen, 1950), ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, se ha prestado a contar. Bajo ese aire resuelto y bien humorado, que recuerda a aquel estudiante liberal de la Autónoma, hay un hombre tímido y un político opaco, que trasluce con facilidad, incluso con interés, su filosofía, pero que revela muy poco de los detalles del camino.

Cristóbal Montoro responde a las preguntas de nuestros reporteros.

Hemos llegado casi a las cinco a nuestra cita. Una cita retrasada en el Congreso por la mañana, un error de interpretación en la cita con el ministro y un taxista esforzado en enseñarnos Madrid nos ha dejado en una mala situación. Cristóbal Montoro lleva quince minutos esperándonos en el Ministerio. Cuando el taxi decide finalmente enfilar la calle Alcalá, tras un inútil viaje al Ministerio de Economía en Castellana, Itziar nos espera en la puerta. No hay tiempo ni de disculpas. Itziar Otaño, la responsable de prensa del ministro está apurada, en plena calle, junto a un miembro de seguridad. Acabar de colgar su móvil, tras hablar con nuestro profesor en Cantabria, para intentar averiguar qué pasa. Dos alumnos de Bachillerato consiguen una entrevista con el ministro de Hacienda y llegan tarde. Pero al vernos todo cambia. Mientras Joaquín, nuestro profesor, se queda discutiendo con nuestro inesperado guía turístico, Itziar nos lleva en volandas por el Ministerio. ¿Qué os ha pasado?. Pero no espera respuesta. "El ministro está esperando en la biblioteca, es el mejor lugar para las fotos. Tenéis quince minutos". Pero no hay riña en sus palabras, solo es preocupación. Desde la primera vez que hablamos con ella todo han sido facilidades.

Al llegar a la biblioteca, tras recorrer el edificio que albergó la Casa de Aduanas y las reuniones del general Miaja y el presidente Azaña, encontramos a Montoro. Relee unos papeles que aparta al vernos para mostrarse hospitalario. A su lado, su asistente José Luis Fernández Tostado nos indica dónde colocarnos y los mejores ángulos para las fotos. Nos sentamos y, durante un instante, en aquel espacio lleno de libros y legajos, enfundados en tanta historia y con todos pendientes de mí, se me para el corazón. Hemos hecho el cuestionario entre todos, traigo muchos interrogantes, inquietudes de jóvenes como yo, parte de una generación a punto de ser exiliada y él tiene muchas respuestas, pero tengo la boca seca, y viendo al ministro allí, frente a mí, mirándome, es como si se hubiese parado el mundo. Es una entrevista muy importante y tengo que hacerlo bien, pero ese hombre es parte de ese grupo de gente que hace que mi abuela pague sus medicinas con su raquítica pensión, que el padre de Marcos siga en paro y que yo, quizá, no tenga futuro. "Cuando quieras David". "El Real Decreto 12/2012 de regularización tributaria no ha dado el resultado esperado. Muchos ciudadanos creen que se es estricto con los trabajadores, pymes y autónomos y laxo con los grandes defraudadores. ¿Cuál es su valoración?". No es la primera pregunta, pero es lo que me ha salido del alma. Pero no tuerce el gesto, y responde. La verdad es que se la respuesta antes de decirla. Nuestra conversación se mueve por tres carriles. El Gobierno no puede evitar el rigor fiscal. La voluntad es acabar con la fraude, igualar las cargas y evitar el despilfarro, pero la maraña legal e institucional nos conducen a un proceso de reestructuración fiscal que no será rápido. Relacionado con eso, Montoro nos hace un encendido discurso en defensa del municipalismo y el estado autonómico. El Anteproyecto de Ley para la racionalización y sostenibilidad de la Administración Local, donde se clarifican los repartos competenciales entre administraciones, el ajuste de la Administración Local a los principios de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, el inicio de un período transitorio de cinco años para el cambio de titularidad de las competencias de sanidad y educación, que serán exclusivas de las comunidades autónomas, el ultimátum a los ayuntamientos y mancomunidades que no aclaren cuentas en tres meses, la limitación del uso de autorizaciones administrativas para iniciar una actividad económica, el control de los sueldos de los miembros de las corporaciones locales y la reducción del personal contratado y de dedicación exclusiva son algunas de las medidas que defiende con vehemencia como necesarias para fortalecer el estado autonómico y menguar gastos. Pero los detalles de esas ideas son vagos. Es como si Montoro se supiera preso de un enjambre de presiones y equilibrios, de un contexto tan cambiante que hace imposible ser tajante en el cómo e impasible ante las secuelas de los actos de gobierno. Y luego llega el determinismo. "Pedir sacrificios", "a nuestro pesar", "no es parte de nuestra política" son expresiones que dibujan un fatalismo, lleno de disculpas y promesas. A los funcionarios, a quienes Montoro alaba, a los jóvenes, a quienes nos presagia un futuro edificado en los sacrificios actuales y a la población, a la que reclama confianza en unos políticos manchados por una corrupción a la que ni son ajenos otros países ni es extensible a todos los servidores públicos.

David Sanjuan escucha atentamente a Cristóbal Montoro.

 

Javi tira fotos con ansiedad, mientras Itziar se desespera haciendo gestos para que acabemos. A un despacho contiguo ya han llegado sus interlocutores de Génova, y nos hemos pasado de tiempo. Nos llevamos muchas explicaciones, y bien intencionadas. Tantas como la convicción de que la realidad esconde muchas otras.


Puedes ver un fragmento de la entrevista en Youtube

 


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"Estamos ante una operación ideológica de utilización de la crisis al servicio del desmantelamiento de la cohesión social"
Piensa en la persona a la que te gustaría entrevistar, prepara las preguntas y consigue papel, lápiz y grabadora