¿Quién no
se ha preguntado alguna vez cómo sería
trabajar en una ambulancia al verla pasar? Vamos a
hablar sobre cómo es el trabajo diario en una
UVI móvil, relatado por Pilar Marañón,
una médica que trabajó en una ambulancia
durante cuatro años y que, además, es
antigua alumna del colegio.
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Pilar Marañón
con los autores de la entrevista. |
La doctora Marañón
quiso ser médico desde pequeña y, tras
mucho esfuerzo, lo consiguió y a los 24 años
se licenció en Medicina en la Universidad de
Cantabria. Tras trabajar como médico de cabecera
en Suances y Torrelavega trasladó su residencia
a Barcelona en 1991, donde comenzó a trabajar
en un Servicio de Emergencias adherido al 061. Hizo
un máster de especialización en Medicina
de Emergencias, impartido en el Servicio de Emergencias
Médicas de Barcelona, SEM.
La experiencia de trabajar en contacto directo con
la gente de la calle y participar de sus momentos
de angustia y sufrimiento ha supuesto para ella un
enriquecimiento tanto en el plano personal como en
el profesional, siendo una época de su vida
que ella considera inolvidable.
Actualmente vive en Torrelavega, está casada
y tiene dos hijos, por lo que ahora está en
excedencia de su trabajo. Pero como sabemos de lo
emocionante de su época en Barcelona, hemos
decidido realizarle esta entrevista.
Pregunta.- ¿Cómo
accedió a trabajar en este servicio?
Respuesta.-Mediante un anuncio en
el periódico. Me hicieron una entrevista y
un test de capacitación.
P.- ¿Qué
horario tenía cuando trabajaba en la ambulancia?
R.- Cuando empecé hice muchas
guardias, pero poco a poco conseguí un horario
estable de lunes a viernes de 9,00 a 21,00 horas.
P.-Nos hemos dado
cuenta de que usa el termino UVI móvil, ¿por
qué?
R.- Porque hay diferentes tipos de
ambulancias. Una UVI móvil lleva el equipamiento
necesario para estabilizar y trasladar al paciente
hasta el hospital en las mejores condiciones posibles,
salvándole en muchas ocasiones la vida.
P.-¿Cuál
es el equipamiento que lleva una UVI móvil?
R.- El mismo que tiene una UCI de
hospital: monitor-desfibrilador, aspirador de secreciones,
respirador automático, férulas para
inmovilizar fracturas de todos los tamaños,
sueros, material para vías, medicamentos para
las principales urgencias… Resumiendo, es como
una pequeña habitación de hospital
P.- ¿Cómo
transcurre un día en una UVI móvil?
R.- El día empieza con la
revisión y puesta a punto de todo el material.
Una vez listos para el servicio comienzan a pasarnos
los avisos por una emisora. Se suelen realizar una
media de ocho avisos en cada turno. Se come cuando
se puede y a veces no es fácil.
P.- ¿Qué
tipo de avisos son los más frecuentes?
R.- Los más frecuentes son
los cardiovasculares (infartos, anginas de pecho,
ictus, arritmias…), traumas (fracturas, contusiones…)
y patologías abdominales (abdomen agudo, cólico
nefrítico…)
P.- Además
de estos, ¿qué otros tipos de avisos
se reciben?
R.- Atendemos, con frecuencia, accidentes
de tráfico, peleas con armas de fuego o arma
blanca, vías públicas (caídas,
atropellos, desmayos…), avisos sobre personas
agresivas o con facultades mentales alteradas, intentos
de suicidio, sobredosis de todo tipo de drogas (heroína,
principalmente).
P.-¿Cuáles
han sido los más peligrosos?
R.- Me han pegado en dos ocasiones.
La primera vez fue una paciente psiquiátrica
que, a pesar de estar esposada por la policía,
consiguió darme una patada, arrojándome
al suelo, después de haberle puesto dos inyecciones
de sedantes. A los pocos meses volví a encontrarme
con ella e intentó agredirme de nuevo, pero
yo corrí más que ella. La otra vez que
intentaron pegarme mi compañero se puso en
medio protegiéndome de un botellazo. En está
ocasión él se llevó los golpes.
P.-¿Cuáles
han sido los avisos más emotivos?
R.- Todavía lloro cuando
recuerdo a una anciana de unos noventa años
que había sido abandonada por su hijo, encargado
de llevarle la comida. En otra ocasión recogí
en 'Mercabarna' a un hombre que, tras caerse de un
camión y romperse la columna, su principal
preocupación era recuperar sus botas cochambrosas,
que eran su única posesión, sin darse
cuenta de que no iba a volver a andar.
También salvé la vida a un chico heroinómano
con sida, que se había cortado las venas de
ambos antebrazos. Cuando camino del hospital recuperó
la conciencia me recriminó duramente el haberle
salvado, porque él no deseaba continuar con
esa vida tan miserable.
P.-¿Cuál
ha sido el más impactante?
R.- Tuve que atender a un miembro
del Clan de los Charlines (mafia de droga gallega)
por un ajuste de cuentas, de un grupo rival. Estaba
tendido en el suelo, rodeado de multitud de cristales
empapados en sangre, porque le habían acuchillado
docenas de veces.
P.-¿Cuál
ha sido el más desagradable?
R.- Recibimos un aviso de que un
hombre no daba señales de vida desde hacía
cuatro días. Cuando entramos en la habitación
le encontramos tirado en el suelo sobre sus vómitos
y excreciones, pensábamos que estaba muerto.
Cuando me acerqué a comprobarlo ví que
abrió los ojos. Al girarle para ponerle boca
arriba me di cuenta que sobre el lado que estaba apoyado
sobre sus vómitos estaba en estado de putrefacción.
Fue muy desagradable.
P.-¿Qué
ha supuesto esta experiencia para usted?
R.- Al principio tuve mucho miedo
y estrés, incluso pensé en tirar la
toalla. Pero con el tiempo te acostumbras a vivir
estas aventuras y a que te afecte menos personalmente.
Aprendí mucho sobre medicina, pero sobre todo
aprendí la suerte que tenemos de vivir cada
día con salud.
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